Cosas que solamente ella sabe.

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Las citas con el psicólogo iniciarían desde el día de mañana y eso de cierta forma me emocionaba pues eso significaría una sola cosa. Podría estar cerca de Lucía.

- Es una pena que el señor Arturo se tenga que ausentar durante tanto tiempo.

- Ya estamos acostumbrados.

- La admiro mucho señora Clara. Usted sola se a encargado del cuidado de sus tres hijos y ahora con lo de la enfermedad de Cris.

Cuando llegamos del hospital nos encontramos a Diego esperando afuera de la casa. Sabía que mis hermanos estaban en casa, sin embargo él no les agradaba ni un poco y quizás lo más seguro es que lo habían dejado afuera por puro gusto.

- Precisamente es por eso que agradezco tu visita. Mañana Cris inicia con terapias psicológicas y me temo que no podré acompañarla porque tengo algunas cosas que atender en el banco y no me gustaria que ella acudiera sola al hospital.

- No se preocupe. Yo puedo llevarla y traerla. _tomo mi mano y me sonrió_ Es lo menos que puedo hacer por mi chica

Aleje mi mano de la de él y suspiré

- No es necesario. Dennis puede llevarme.

Ambos me miraron, sin embargo mi mamá nego a mi petición.

- Dennis y Zoé están castigados.

- Pero mamá...

- Pero nada. Diego se está ofreciendo y él te llevará. Es mi última palabra.

Me levanté del sofá con todas las intenciones de irme de ahí sin embargo mi madre tomo mi mano y me detuvo.

- Diego vino a verte. Lo menos que le puedes ofrecer es ir a tu habitación.

- No quiero incomodar señora Clara.

Se apresuró a decir.

- No incómodas a nadie. Son novios desde hace años ya se conocen de más.

Me solté del agarre de mi madre y me encaminé hacia las escaleras.

- Ya sabes cuál es mi habitación si es que planeas subir. _ y sin esperar respuesta subí a mi habitación.

Pasaron los minutos, las horas y el jamás apareció por mi habitación. Sabía que se había marchado ya que al asomarme a la ventana su auto ya no se encontraba afuera y eso era un verdadero alivio para mí.

...

A la mañana siguiente él ya se encontraba afuera de mi hogar, esperando a que me dignara a bajar.

- El idiota está aquí.

Solté una carcajada ante el comentario de mi hermano y asentí.

- Lo sé. Pero no estoy preparada mentalmente para estar en un auto durante cuarenta minutos con él.

- Suena a qué es toda una tortura. _ sonrió y entro por completo a mi habitación_ Que la fuerza del cosmos te acompañe.

- Maldigo la hora en la que se les ocurrió robarle la tarjeta a papá.

- Al menos aún conservas la moto.

- No me sirve de nada si no puedo manejarla.

- Amanecimos optimistas _dijo con sarcasmo y se hecho a reír_ Ahora entiendo porque te mandaron a terapia.

- Jodete.

El claxon del auto de Diego volvió a sonar por segunda vez, indicándome que debía bajar.

Antes de ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora