Cada latido de mi corazón.

60 3 0
                                    

El fin de semana fue toda una experiencia, Anna y Lucia se habían quedado a dormir en mi habitación, por supuesto hubo discusiones de por medio, pues al parecer aunque Anna pareciera tranquila, no se había tomado la noticia tan bien que digamos... Sinceramente no le había agradado para nada pero se animó de inmediato cuando supo que aún no teníamos una relación y expreso con emoción que aún tenía oportunidad, comentario que hizo que Lucia la echará de la habitación e incluso de la casa.

— ¿Cómo estuvo el fin de semana sin mamá?

Mi madre y yo nos encontrábamos en el auto rumbó al hospital, pues Jeremías le había llamado diciéndole que era importante volver a retomar mi tratamiento y que tenía una noticia que darnos, mi madre no tuvo que insistir porque accedí al instante. Ya tenía una razón por la cuál seguir yendo.

— Pues comimos pizza, Anna nos visito.

— Eso explica el por qué cuando llegue Lucia estaba en casa.

— Si. La paso todo el fin de semana con nosotros.

— Me alegra mucho. Siempre que ella está contigo eres más alegre.

— ¡No es verdad!

— Claro que sí. Sonríes todo el tiempo.

— Solo son ideas tuyas.

— Incluso tus abuelos se dieron cuenta. No me sorprendería si dijeras que tú y ella son algo más que amigas.

La mire fijamente sin poder creer lo que había dicho. Mi madre y mi padre no toleraban hablar de aquel tema, siempre que hablábamos sobre ello terminaba en una discusión o mi padre dejándome de hablar durante semanas. Era un tema que no solíamos tocar por lo mismo, es por eso que me había sorprendido tanto su comentario. ¿Debería arriesgarme a decírselo?

— Pues si fuera así seguramente estaría en problemas.

— ¿Por qué?

La mire como si fuera obvio, pero ella en ningún momento desvío su mirada para verme, sin embargo se miraba tranquila e incluso mantenía una pequeña sonrisa.

— ¿Enserio quieres hacer esto?

— No veo cuál sea el problema. Es una charla que debemos tener.

— Sabes como terminan estas "charlas"

— Puede que está vez sea diferente.

— ¿Que pudo haber cambiado?. Jamás han aceptado lo que soy.

— ¿Y que eres?.

— Una persona.

— Vamos Cris, se un poco más valiente.

— ¿Cómo hacerlo si jamás me han dado la confianza de poder hablar sobre este tema con ustedes?

— Pero está vez solo somos tú y yo. Sin tu padre de por medio.

Desvíe mi mirada de ella y guarde silencio por largos minutos en los que estuve pensando en si admitir que me gusta una mujer sea buena idea.

El que no arriesga no gana.

— ¿Recuerdas la vez en la que me sorprendiste besando a una niña?

— Si. En ese momento eras una niña y no sabías lo que hacías.

— Era consciente de ello. En ese momento no entendía que me pasaba, conforme iba creciendo me entendía cada vez menos y no tenía una madre o un padre para guiarme o darme un consejo.

Antes de ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora