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— ¿Qué pasó mi Thommy?, ¿te regañó tu noviecita anoche? — Era de esperarse que el primero en hacerle burla sería Charlie, pues aunque la pareja hubiera querido mantener la discusión pasada en silencio, fue obvio que toda la familia los escuchó.

— Déjalo Charlie, tú déjalos que arreglen sus asuntos. — Decía Luda regañando a su hijo más grande mientras servía la comida para el desayuno.

Heather estaba en silencio, pues ya había sido suficiente para ella con la discusión de anoche como para decir más al respecto, incluso le daba pena por Thomas, pues seguía siendo criticado todavía más por su familia, cosa que nunca fue su objetivo.

— Thomas, déjame servirte. — Ella se ofreció a atenderlo, esta vez él no se opuso, un buen paso para ellos dos, pues incluso comenzaba poco a poco a devolverle la mirada. — Usted siéntese, Luda. Yo me encargo de servir.

— Gracias hija, eres muy amable.

La comida logró ser más tranquila que otras veces y ella creía que se debía al hecho de que ya no era tan notoria la tensión entre ambos.

En cuanto todos se levantaron, la rutina comenzó; esa rutina se trataba de Monty desperdiciando el tiempo en la sala, Hoyt paseando en la carretera en busca de presas, Thomas cuidando la casa y haciendo las tareas pesadas, con Heather cada cierto tiempo la chica acompañaba a la anciana a atender la tienda y otras veces la joven se quedaba a limpiar el hogar, hoy les tocaba atender la tienda.

Mientras Heather conducía, Luda le contaba sus experiencias y anécdotas, platicar con su "hija" era una forma en la cual aquella mujer se desahogaba. Al llegar todo era lo mismo, cargaban cajas, acomodaban productos y vigilaban que nadie saliera de ahí sin pagar.

Todo era una rutina a la cual la joven comenzaba a acostumbrarse, el único detalle el cual ella no estaba dispuesta a soportar era el maltrato tanto psicológico como físico de aquellos hombres.

Se encontraba limpiando la mesa de la caja cuando la puerta se abrió bruscamente, grande fue su sorpresa pues el que entró al lugar fue nadie más que Thomas, con su mismo atuendo sucio y manchado de sangre seca. Lo sorprendente para ella fue el hecho de que él saliera de la casa de nuevo y que llegara hasta acá ya que desde lo ocurrido ya no salía.

— ¿Thomas, qué sucede? — Ella se acercó y el mencionado miraba detenidamente el lugar buscando algo o alguien. — Buscas a tu madre, ella fue al baño.

— OH, ahí estás mijo. — Luda llegó a donde ellos estaban, llamando su atención. — Le dije que viniera a la tienda porque tenía algunas cajas y muebles que quería mover, no quería que tú hicieras muchas fuerzas y te lastimaras, querida, así que le hablé para que nos ayudara.

Heather miraba a la anciana y luego al hijo muy seguidamente, pues este sólo estaba quieto como si pareciera esperar la más mínima orden para actuar y tal como lo pensó; así fue, Luda dio una señal de que la acompañara y él rápido la siguió hasta la bodega de la tienda, la joven sólo miraba cómo se alejaban y después continuó con lo suyo.

Thomas pasaba y se iba cargando varias cajas al mismo tiempo, se veían muy pesadas pero parecía problema alguno para aquel enorme hombre. Durante las veces que pasaba frente a Heather, ella no podía evitar ver como usaba todo su gran cuerpo para levantar muebles como si fueran almohadas, embobada por la forma en que mostraba su fuerza, una fuerza que lo hacía ver atractivo, pero igual intimidate. Ella disimulaba, pues aquel chico no es tonto aunque quien se había dando cuenta de lo sucedido fue la madre.

— Heather, sólo por si estás distraída recuerda que tienes que limpiar las ventanas, llevas limpiando esa mesa como por 20 minutos. — Luda intentaba aguantarse la risa, pues era tierno para ella ver aquella escena.

Get Out Alive | Thomas HewittDonde viven las historias. Descúbrelo ahora