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— Por favor ayúdela Doctor, no deje que le pase algo, ella es mi única hija — Rogaba Luda desesperada, implorando para que el anciano doctor ayudará a la joven la cual cada segundo que pasaba se perdía más su esperanza de vida.

— Por favor señora, manténgase a una distancia, no queremos empeorar la situación así que por favor vaya a la sala de espera.

Dicha sala estaba completamente sola, a excepción de Luda y Thomas.

— Cariño mantente quieto, verás que todo saldrá bien, te lo prometo — este último no paraba de temblar por el terror que le causaba saber que tal vez hoy, sería la última noche de Heather con vida...

Hace 6 horas.

La mañana era calmada, no había mucho que destacar a pesar del muy claro clima invernal, las nevadas se habían detenido por un rato, no era usual que nevara pero sucedía. Charlie acostumbraba a vigilar en ciertos puntos por los que la gente pasaba más y la tienda de Luda estaba siendo cada vez menos transcurrida.

Heather por su lado había puesto todo su tiempo para decorar la residencia Hewitt, después de todo sería su primera navidad con los Hewitt, su primera navidad con Thomas. Heather tampoco perdió tiempo pues logró coleccionar una gran variedad de pinturas, varias de ellas las mantenía ocultas a los Hewitt, tal vez tenía sus razones por la cual no mostrarlas.

Las calles desoladas del condado de Travis solo daban a entender la muy obvia preocupación de la gente, pues desde que la policía advirtió de una supuesta pandilla rondando la zona, la gente dejó de pasar por dichas carreteras. La familia esto no le preocupaba, es claro que alguien terminaría apareciendo tarde o temprano.

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— Hermanito suéltame, mamá dile algo — Renegaba la pequeña niña de 10 años.

— Conan, déjala en paz, no quiero batallar con ustedes, mucho menos cuando estoy manejando — Dijo la madre portando firmeza.

— Te dije que tuvimos que pasar por la otra carretera, así ya hubiéramos llegado, en serio no aguanto estos dos niños — Dijo el tercer hijo y el más mayor Dan, su edad rondaba los 15 años — ¿Aparte no te da miedo eso que dicen por aquí?

— No quiero escucharlos quejarse, ustedes quisieron ir a ese festival, así que tienen que aguantar el camino — La mujer de encontraba realmente cansada por el viaje, sus ojeras eran muy notables — En cuanto tu padre se despierte me tomare una siesta y no quiero ningún quejido entre ustedes tres — Advirtió por última vez.

La carretera estaba oscura y la humedad en el viento sofocante, se era difícil saber que estaba enfrente de no ser por las luces del coche, por lo cual no se les fue raro creer que habían cometido una infracción, la sirena de una patrulla sonó desde la lejanía, poniendo en alerta a la madre, que ingenua eligió estacionarse a una orilla.

— Hey levántate — Dijo mientras daba golpecitos al hombro de su marido — Nos paró la patrulla, quédate despierto — Aquel señor estaba aturdido, apenas podía abrir los ojos.

La presencia de un oficial se fue acercando a la familia cada vez más, ellos no tenían ni idea de lo que se esperaba, solo pensaban en que excusa poner para intentar salvarse de la multa.

— Buenas noches oficial — Habló la madre con neutralidad.

— Muy buenas noches señorita — Saludó con cordialidad — ¿Usted sabe lo que acaba de hacer?

— Si le soy sincera, realmente no sé qué infracción cometí — Ella analizó al hombre, dándose cuenta que estaban tratando con un alguacil.

— Con que no sabe, bueno le iluminare la mente, usted señorita superó el límite de velocidad, se que estamos en una carretera y que no hay nadie a la redonda, pero sigue siendo contra las reglas.

Get Out Alive | Thomas HewittDonde viven las historias. Descúbrelo ahora