Capitulo 12.

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— No duras aquí ni una semana. En cuanto empieces a renovarlo, sentirás el impulso de salir corriendo.

Amelia se puso tensa.

— No lo creo. Llevo tiempo pensando en esto. Si hubiera querido abandonar el proyecto, podía haber vendido este sitio una docena de veces con bastante beneficio.

James la observo con atención.

— Y a quién pensabas encargarle la restauración?

La joven frunció el ceño. Habían llegado a la parte más comprometida.

— Esperaba que tú me ayudariás.

— Yo?

— Sí. Gasté la mayor parte de mis ahorros en la casa porque no quería meterme en una hipoteca. Necesitaré dinero para montar la tienda, así que confío en no gastar mucho en la renovación.

— Y qué tiene eso que ver conmigo?

Pero sabía lo que ella iba a pedirle. La joven adoptó su tono más dulce.

— Vamos James, tú te pagaste la universidad trabajando en la construcción.

— Lo que no significa que esté deseando volver a ese trabajo.

— No, pero no creía que me negarías un poco de ayuda.

— Un poco? —replicó el—. Esto requiere una renovación importante.

— Y tú siempre has hecho un trabajo magnífico.

— Hace años que no toco un martillo.

— Una persona no olvida nunca esas cosas.

— Me casó dentro de dos semanas, no tendré tiempo para....

— Ni siquiera te molestes en sacar ese argumento. Tu secretaria me ha dicho que estás pensando en tomarte vacaciones en cuanto pase la reunión de la Junta Directiva. Si me ayudas, tendrás la cabeza ocupada y estarás menos nervioso.

— No estoy nervioso.

— Pero lo estarás —le aseguro ella—. Qué mejor modo de ocupar tu mente que trabajar con las manos?

— Se me ocurren un montón de cosas que preferiría hacer con mis manos.

Su comentario cayó en la estancia como un rayo eléctrico. Y aunque Amelia sabía que había sido completamente inocente, sus ojos cayeron de inmediato sobre los dedos de él y un estremecimiento recorrió su espina dorsal.

No pudo evitar recordar la noche que llegó a Chicago y encontró a Anne entre sus brazos. En aquel momento se sintió atraída por la gentileza y pasión que mostraba él.

Cuando levantó la vista, vio que él la observaba con atención.

— Te satisface? —preguntó ella con brusquedad.

— Quién?

— Anne. Te satisface físicamente?

— De verdad crees que deberíamos hablar de eso?

Te Quiero para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora