Capitulo 15.

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Tendió la mano para apartar un mechón de pelo de su frente. La piel de él era cálida y su cabello, suave como la seda.

El hombre se removió levemente y ella se quedó inmóvil. Pero, al ver que no se despertaba, se volvió más atrevida y tocó su sien, su mejilla y el ángulo de su mandíbula.

Era un hombre hermoso. Tanto por dentro como por fuera. No quería que se casara con Anne. No porque ella fuera mala persona. No, su prometida estaba pasando todas las pruebas con honores. Amelia no podía culparle por haberla elegido, pero no podía evitar desear que hubiera seguido soltero. O que hubiera elegido a otra persona.

Alguien como ella.

Aquel pensamiento cruzó por su mente y trato de apartarlo.

Ella no quería casarse con él.

Pero, por mucho que se lo repitiera, la idea siguió presente en su mente. No pudo evitar imaginar como sería su vida al lado de él, pasando juntos todo su tiempo libre y teniendo pleno derecho a tocarlo.

Una oleada de calor la envolvió. Cómo sería que James la besara y abrazara todas las noches?

No, podía permitirse pensar en el de aquel modo. Era su amigo.

Pero le resultaba imposible ignorar las sensaciones que inundaban su cuerpo. El deseo era más fuerte que nada de lo que había experimentado nunca. Debido a ello, le resultaba cada vez más difícil recordar lo que estaba bien y lo que estaba mal. Por mucho que deseara evitar complicaciones y confrontaciones, la verdad era que deseaba a James para sí misma.

Las manos empezaron a temblarle y se apartó. Una vez más y probablemente lo despertaría y lo atacaría.

Retrocedió un paso, decida a ser buena y hacer lo correcto, pero una mano la sujeto por la muñeca.

— Por qué te paras ahora? —James con los ojos brillantes y oscuros por la pasión.

— Yo...

No se le ocurrió ninguna explicación para sus acciones.

Cuando él la trajo hacia así, se dejó llevar de buena gana. Pronto el respaldo del sofá demostró no ser ninguna barrera y ella cayó sobre el cuerpo de él con las piernas unidas entre las del hombre y los senos apretados contra su pecho.

Su beso fue largo y lento, lleno de deseo, las manos de él acariciaron sus hombros y bajaron por su espalda antes de asentarse sobre sus caderas y apretar el cuerpo de ella contra su erección.

Amelia dio un respingo y se soltó para mirarlo a los ojos.

— En que estás pensando? —susurró con voz ronca.

— En ti.
Un calor delicioso embargó el cuerpo de ella.

— No deberíamos hacer esto —musito.

— No —repuso él—. No deberíamos.

La besó de nuevo, con ansia, con pasión, moviendo el cuerpo para poder apretarla con más firmeza sobre los cojines. Cubrió las piernas de ella con una de las suyas y llevó una mano a sus pechos.

Amelia temblaba; sus manos exploraron con avidez el cuerpo de James en un intento por satisfacer su necesidad de tocarlo. Levantó la camisa de él y extendió los dedos por el calor de su pecho, absorbiendo la calidad de su piel y la fuerza de su físico.

— Amelia, Amelia —le susurró el al oído antes de mordisquearle el cuello.

La joven dio un respingo y un rayo de pasión atravesó su cuerpo. No protestó cuando él introdujo los dedos bajo su ropa y le tomó los pechos, haciendo que sus pezones se endurecieran.

Te Quiero para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora