Capitulo 21.

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🌡️🔥

James abrió la puerta de la casa, avanzó un paso hacia la sala y se quedó inmóvil.

En el espacio de unas horas la zona entera había cambiado de aspecto, el aire olía a pintura fresca y notó que las paredes beis habían dado paso a colores brillantes: una púrpura, una amarilla y una verde manzana. Telas exóticas africanas cubrían sus muebles y fotografías modernas habían reemplazado los paisajes que colgaban antes en las paredes.

En conjunto, el cambio debía haber resultado abrumador pero su primera reacción fue soltar una carcajada. No le cabia duda de quién era la responsable de aquellos cambios: Amelia.

— Sorpresa!
Anne salió de la cocina con los brazos abiertos.

— Hoy he estado muy ocupada, no te parece?
El hombre la miró, preguntándose por un instante quién sería aquella belleza morena de cabello rizado. Luego, donde se dio cuenta de que se trataba de su prometida, exclamó:

— Qué diablos le ha pasado a tu pelo?
Anne soltó una risita.

— Me lo he cortado, no lo ves? Te gusta?

Qué podía decir? No le disgustaba, pero era un cambio tan drástico que no estaba seguro de lo que pensaba. Lo único que sabía era que la mujer que lo miraba con entusiasmo era una desconocida.

Y no sólo por su cabello; su exuberancia le resultaba completamente extraña.

— Es bonito.

— Te acostumbrarás —río ella—. Entre tanto, qué opinas de la rededecoración? Ha sido un reto conseguir que se secara la pintura antes de que llegaras. Menos mal que has decidido trabajar la mayor parte del día en la tienda. Con el calor que ha hecho hoy y media docena de ventiladores, se ha secado en una hora.

James miró de nuevo la estancia transformada en un prisma de colores.

La decoración no era del estilo de Anne, al menos no de la Anne que él conocía. Volvió a mirarla y se fijó en su ropa: pantalones negros ajustados, botas y chaqueta de cuero.

— Has vuelto a ir de compras con Amelia? —pregunto.

Su novia sonrió.

— Lo he comprado yo solita. No es fantástico?
Se giro para que la viera bien y James se quedó sin habla. Se había acostumbrado de tal modo al estilo conservador de Anne que le costaba trabajo reconciliar lo que sabía de ella con lo que estaba viendo. Cada día pesaba, Anne se parecía más y más a...

Amelia.

Pero no era Amelia. Tal vez hubiera cambiado el cabello y la ropa, pero eso no la convertía en Amelia.

Aquella idea le produjo una sensación de vacío en el estómago. No quería una imitación de la mujer a la que había conocido toda su vida.

Quería a la mujer en persona.

En aquel momento oyó un murmullo suave de ropa y Amelia entró en la estancia. James la miró de hito en hito.
Llevaba el cabello arreglado y los tejanos y la camisa amplia bien planchados. Estaba más maquillada que nunca, pero sus sombras realzaban su belleza innata.

— He montado un cuarto oscuro en el baño, así que si la puerta permanece cerrada...
Captó al parecer la tensión en el ambiente y guardó silencio. James no conseguía apartar la vista de ella. No podía ignorar la suavidad de su piel ni el leve montículo de sus pechos empujando contra la camisa. Iba descalza y aquello le resultó muy atractivo.

— Veo que habéis estado ocupadas —dijo.

Trató de hablar con voz normal, pero dudaba haberlo conseguido. Estaba seguro de que su voz lo había traicionado, dejando claro que se sentía mucho más atraído por su amiga que por su prometida.

Te Quiero para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora