CAPÍTULO 21

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SIN LA MASCARA

Mariana...

¿que voy hacer? - me levanto desesperada por la frustración – chicas estaba bien cuando éramos solo las tres, ahora tengo a mi ex en el hospital y a mi novio que me pone nerviosa por un sobre.

Mariana poniéndote así no lograrás nada, además no podemos hacer nada, solo te queda aguantarlo en el trabajo – se acomoda en el sofá – y no te engañes con Julián que hasta el ciego puede ver lo enamorada que estas, al igual que él así que déjate de pensar tonterías.

Puedo pedir el día libre por enfermedad – me agarro del sofá – no quiero verlo.

Hoy, mañana o en dos semanas igual lo vas a tener que ver – se sienta Pamela a mi lado – mejor temprano que tarde, además estas comprometida, no creo que te diga nada que no sea profesional.

Eso no tiene nada que ver Pamela, lo conozco hace muchos años y si comprometida – me levanto y camino de un lado al otro – pero eso quiere decir que será incomodo o peor que se entere Julián.

Mariana si no sientes nada por él, no tiene nada de malo trabajar con un ex – se me acerca Pamela – además es mejor que se lo cuentes tú misma a Julián antes que él lo vea en el hospital.

Entonces cuando vamos a ir a conocer tu nueva casa – se acerca a nosotras Andrea -eso lo más interesante que tus problemas.

Les parece el fin de semana – me siento con las manos en la cara – más bien porque no son buenas amigas y me acompañan a la guardia de esta noche.

Estas loca – se levanta Andrea negando con la cabeza – tengo planeado coger hasta la mañana con nuestro sexi residente.

Miro haciendo puchero a Pamela, pero no me mira, los nervios me ganan.

Pame por favor – junto mis manitos rogándole – no me dejes sola en la guerra.

Lo siento Mari, ya hice planes – la miro con resentimiento.

Como tienen el corazón para dejarme en esta situación – le levanto y me voy a mi habitación – cierren la puerta la salir que me quedaré tratando de no matarme.

Respira Mariana – me doy ánimos, estoy afuera media hora tratando de entrar, pero no tengo agallas – eres una profesional que trabaja en este hospital, el es parte de tu pasado y como dijo Pamela es normal trabajar con un ex – respiro nuevamente, pero nada.

A este paso entraras a firmar cuando acabe tu turno – salto del susto volteando enseguida hacia la persona que me habló – ¿café?

¿Qué haces acá? – grito asustada con la mano en el pecho – casi me matas del susto.

Salí a comprar café y te vi hace quince minutos que no puedes entrar – recibo él café con desconfianza – no esta envenenado.

Le doy un sorbo y no soy capaz de mirarlo, menos de formular palabras para responderlo.

¿Por qué no entras? – toma un sorbo sin deja de mirarme – sabes no te mataré.

No es por ti – doy otro sorbo largo tratando de disimilar que no me afecta – ayer perdí a un paciente por primera vez y no me siento capaz de entrar.

Me mira tratando de adivinar si estoy mintiendo, me mira a los ojos, esquivo su mirada hacia mi café.

Tarde o temprano te tenía que pasar – comienza a caminar, lo sigo – para algunos es menos doloroso, pero siempre lo recordarás.

¿Quién fue el primero para ti? – pregunto cuando llego a su lado – ¿fue muy doloroso?

El tuyo no fue él más doloroso te lo aseguro, no importa si lo conocías, si era niño o adulto – se detiene antes de llegar a la puerta – fue mi abuelita la primera.

MARCAS SIN TINTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora