Narrador
. . .
Cuando llegaron, las dos familias los recibieron con sonrisas llenas de esperanza. Jack y Elsa intercambiaron miradas antes de sentarse. La conversación de los adultos continuaba, mientras Emma y Anna charlaban aparte. La tensión entre Jack y Elsa no era evidente a simple vista, pero cualquiera podía sentir que algo andaba mal desde su regreso del balcón.
Cada vez que sus miradas se cruzaban, la irritación de Elsa, fruto de la reciente conversación, se intensificaba.
—Bueno, ahora que estamos aquí —dijo Agnarr, el padre de Elsa, rompiendo el hielo—. Queríamos brindar por este encuentro y, sobre todo, por lo que representa para ambas familias.
Todos levantaron sus copas, pero para Elsa, cada sorbo de vino sabía a resignación.
Sus uñas color rosa pastel se clavaban en la piel de sus brazos.
No le importaba si la imagen que Jack tenía de ella se arruinaba por la actitud que estaba mostrando. Era conocida por ser amable y tranquila, pero ese hombre la había enfurecido hasta el punto de querer borrarlo de la cena... y de su vida.
No quería casarse con alguien así.
Los meseros llegaron poco después con la cena: crema de calabaza, salmón al horno, y trufas de chocolate como postre. La conversación fue formal, llena de elogios y comentarios amables sobre las trayectorias familiares.
Elsa apenas prestaba atención. Sus pensamientos volvían una y otra vez al hombre sentado frente a ella. Jack no parecía interesado en absoluto. Desde su encuentro en el pasillo y en el balcón, apenas si le había dirigido la palabra.
Él, sin embargo, la encontraba más encantadora con el paso del tiempo. Había algo intrigante en cómo su rostro, normalmente sereno, se contorsionaba de molestia. Disfrutaba ligeramente al ver que podía provocar una reacción en la siempre paciente y dulce Elsa Arendelle.
Al final de la noche, cuando todos se dispusieron a marcharse, Isabella empujó a Jack para que ayudara a su prometida a subir al coche de sus padres.
Abrió la puerta y le ofreció la mano. Elsa dudó, pero al final la aceptó. Cuando sus manos se tocaron, un escalofrío recorrió la espalda de ambos, aunque lo ignoraron lo mejor que pudieron.
—¿No sabes conducir? —preguntó Jack.
—No me importa lo suficiente como para responder —replicó Elsa en voz baja, sentándose en el coche.
Con un movimiento rápido, Jack cerró la puerta antes de que ella lo hiciera. Aún podía verla a través de la ventana abierta, así que se inclinó lentamente.
—Buenas noches, hermosa —dijo, tomándola por sorpresa.
—Espero no volver a verte —murmuró Elsa, esperando que sus padres no la oyeran.
—Lo mismo digo, preciosa —respondió Jack, rodando los ojos mientras subía la ventana. El auto de Agnarr arrancó.
. . .
Al llegar a casa, Elsa tomó el brazo de su hermana y corrió hasta su habitación.
—¡Anna, no puedo más! —exclamó, dejándose caer sobre la cama.
—¿Qué pasó? ¿Tiene que ver con él?
—No puedo casarme con ese hombre. Es egocéntrico y presumido. No sé por qué dijiste que era el tipo de chico que me gusta. ¿No puede ver que el mundo no gira a su alrededor? Fui a esa cena pensando que quizá esto podría funcionar, pero después de hablar con él... ¡No! Nunca me enamoraré de alguien tan frio y sin emociones como él.
—Elsa, respira un poco. Nunca te había visto tan enojada. Apenas se conocen, dale tiempo. Siento que lo peor ya pasó. Aun así, hablaré con nuestros padres; no te prometo un resultado favorable, pero lo intentaré —dijo Anna, abriendo la puerta—. Trata de dormir. Te quiero.
Exhalo pesadamente.
"Tal vez Anna tenía razón. Ya era muy tarde para pensar en Jack", pensó mientras se quitaba los tacones y caminaba hacia el armario. Sacó una pijama azul y, tras una rápida ducha, se vistió y peinó su cabello en una coleta lateral.
Un bostezo se escapó mientras se acurrucaba entre las sábanas.
—Quizá mañana las cosas se vean más claras —murmuró, cerrando los ojos.
. . .
Jack llegó a casa una hora más tarde que su familia. Las luces estaban apagadas, así que estacionó el auto en silencio. Aunque pensó en dormir en su departamento, prefirió quedarse en casa de sus padres. No le gustaba pasar mucho tiempo lejos de su hermana, y la comida de Petra por las mañanas era irresistible.
Se dirigió a la cocina en busca de una rebanada del pastel de chocolate que sabía que estaba en el refrigerador. Justo cuando se disponía a comer, un ruido a sus espaldas lo hizo girar.
—Emma, pensé que estabas dormida —exhaló, llevándose la mano al pecho.
—Quería ver quién hacía tanto ruido —dijo ella, sentándose a su lado con otra rebanada de pastel—. Jack, ¿puedo hablar contigo sobre algo?
—Claro. ¿De qué quieres hablar? —preguntó él, notando su expresión seria.
—Es sobre Elsa —Jack sintió un escalofrío.
—¿Qué quieres decir? —preguntó con cautela.
—Te gusta, ¿verdad? —Emma lo observó detenidamente mientras Jack se atragantaba con el pastel.
—¿Quién te dijo eso? —respondió tras recuperarse.
—Le dijiste "hermosa", Jack. Te he escuchado decir esa palabra solo una vez, y fue cuando montaste por primera vez tu auto de competencias.
—No sé si me interesa o no —Emma lo miró confundida—. Apenas nos conocemos. Solo el tiempo lo dirá.
Mientras terminaba su pastel, Emma añadió:
—Jack, Elsa es una persona increíblemente noble. Es una amiga muy importante para mí y no quiero que salga lastimada, ¿me entiendes?
Jack asintió, sintiendo el peso de la advertencia de su hermana.
—Buenas noches, Emma —dijo, levantándose de la mesa.
Ya en su habitación, dejó los zapatos a un lado y se puso un short gris. Recostado, con todo lo sucedido rondando en su cabeza, inhaló profundamente y cerró los ojos, intentando dormir.
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Diferentes Sinfonías (Jelsa)
FanfictionForzados a un matrimonio arreglado que ninguno de los dos desea, los corazones de la Prima Ballerina Elsa Arendelle y el campeón de Fórmula 1 Jackson Overland laten con diferentes sinfonías, cada uno atrapado en sus propias ambiciones y secretos. S...