Capítulo 10

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Narrador

. . .

Mientras toda la conversación entre la pareja ocurría, Astrid esperaba a Rapunzel afuera de la academia. Su amiga platinada la había dejado sola, sin ninguna explicación, para fugase con un chico que decía ser su "prometido.

Después de diez minutos, Rapunzel llegó aparcando un lujoso auto McLaren dorado a un lado de ella.

—Hola, Astrid, ¿dónde está Elsa? —preguntó, mirando hacia la entrada.

—Dijo que nos alcanzaría en el restaurante. Tenemos que hablar con Mérida sobre lo que acaba de pasar —exclamó Astrid, abriendo rápidamente la puerta y entrando al auto.

—Calma, ¿qué acaba de pasar? ¿Cómo que nos alcanzará allá? Ella aceptó que fuéramos las tres juntas al restaurante —respondió Rapunzel, encendiendo el motor.

—Me siento tan poderosa en este momento —se río Astrid—. No puedo creer que esa chica me haya dejado por un hombre.

—Espera, espera, ¿un chico pasó por Elsa? —la observó por el espejo retrovisor mientras conducía.

—No solo un "chico". Querrás decir... "SU CHICO" —hizo gestos de comillas con las manos.

Al escuchar eso, Rapunzel frenó bruscamente. Si no hubiera estado en una zona vacía, seguramente habrían chocado con algún otro auto.

—¡¿SU CHICO?! ¡¿LO CONOCES?! —gritó, girándose hacia Astrid, quien estaba asustada por el repentino movimiento.

—¡CASI NOS MATAS! —gritó de vuelta, tomando aire.

—Perdón, es que me tomó por sorpresa. Nunca nos dijo que tenía novio —murmuró, volviendo su atención al volante.

—No estoy muy segura de llamarlo "novio". Te daré más detalles cuando estemos con Mérida. Si te los digo ahora, definitivamente chocaremos contra algo —respondió, recargándose en el asiento.

. . .

Llegaron al restaurante Firelake un rato después. Rapunzel entregó las llaves al chico encargado del valet parking, quien estaba anonadado por el hermoso auto que conducía.

—Mérida hizo la reservación. Supongo que debe estar esperándonos —comentó Astrid mientras caminaban hacia la entrada.

Hablaron con la hostess, una chica alta con piel bronceada y cabello negro, quien las llevó a una mesa junto a un enorme ventanal con vista a la calle principal, donde Mérida las esperaba.

—La hostess es muy linda, ¿cierto? Tenía planeado pedirle su número cuando salgamos de aquí —dijo Mérida coquetamente, después de que la chica se fue.

—Sí, es muy linda, pero no te entiendo, Mérida. Te gustan ambos bandos y aún no consigues pareja —se río Astrid.

—Oye, que sea bisexual no me asegura tener más parejas —hizo una mueca—. Y... por cierto, ¿dónde está Elsa? ¿No iba a venir con ustedes? —preguntó, bebiendo agua de su vaso.

—Astrid iba a contarnos sobre el chico de Elsa —respondió Rapunzel.

Mérida, al escuchar eso, comenzó a toser, casi atragantándose con el agua.

—¡¿COMO?! ¡¿CHICO?! —gritó, atrayendo las miradas de algunas personas cercanas. Ella solo se sintió avergonzada.

De repente, un mesero llegó a la mesa de las tres chicas para entregarles la carta del lugar.

Diferentes Sinfonías (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora