Capítulo 18

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Narrador

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El telón de terciopelo rojo cayó lentamente, marcando el final del recital. El teatro estalló en aplausos y gritos de emoción. Anna, sorprendida, miró de reojo a Jack, notando cómo sus ojos seguían fijos en el escenario incluso cuando las luces se atenuaron. Jack Overland no era alguien fácil de impresionar, pero ahora parecía atrapado en un torbellino de emociones.

"Elsa besando a otro chico frente a su prometido... Esto es lo más divertido que he visto en semanas", pensó Anna, divertida por la ironía de la situación. "Y no soy tonta, vi cómo se miraron durante toda la actuación", añadió para sí misma, observando la confusión en el rostro de Jack, quien intentaba mantener la calma.

—Jack, ¿quieres ir a felicitarla? Estoy segura de que le encantará verte. Además, tienes que reunirte con tu hermana, ¿no? —dijo Anna, poniéndose de pie con una sonrisa traviesa. Kristoff la siguió de cerca.

—Claro, voy con ustedes —respondió Jack, tratando de disimular su incomodidad con una sonrisa. Pero antes de caminar hacia el escenario, agregó—: Primero iré con mi hermana; mis padres están tras bambalinas. Nos vemos en un momento.

El corazón de Jack latía con fuerza. Había asistido para ver a Elsa, esperando tal vez un momento tranquilo después del recital, pero el espectáculo había tomado un giro inesperado. La conexión entre Elsa y el bailarín no había pasado desapercibida para él, y aunque sabía que solo era actuación, no podía evitar sentirse... incómodo.

Detrás del escenario, el ambiente era un contraste total con la calma del teatro. El grupo de bailarines celebraba efusivamente su éxito, con risas y abrazos por doquier. El sudor y la adrenalina del esfuerzo se mezclaban con la euforia de haber dado una actuación memorable.

Elsa observaba a sus compañeros desde un rincón, cuando Emma y Samantha se abalanzaron sobre ella, llenas de entusiasmo, abrazándola por ambos lados.

—¡Estuviste espectacular, Elsa! —exclamaron al unísono, con los ojos brillando de emoción.

Les devolvió una leve sonrisa, Elsa aun procesaba el recital y la avalancha de emociones que lo acompañó.

—Muchas gracias —respondió, su tono suave—. Ustedes también lo hicieron increíble. Me encantó haberlas ayudado en su presentación.

Aunque estaba rodeada de alegría y celebración, Elsa sentía algo en su pecho, una inquietud que no lograba disipar. El beso en escena había sido parte de la coreografía, pero el hecho de que Jack estuviera allí, viéndolo todo, había añadido peso a cada uno de sus movimientos.

En ese momento, la maestra Miroslava se acercó al grupo de bailarines, levantando los brazos para captar la atención de todos.

—¡Felicitaciones, chicos! ¡Actuaron de manera extraordinaria! Estoy muy orgullosa de cada uno de ustedes —exclamó con entusiasmo, mientras los vítores y aplausos llenaban el pequeño espacio.

Elsa intentó unirse al ánimo general, pero su mente divagaba. "¿Dónde estará Jack ahora?" La incertidumbre sobre lo que él pensaba del recital, y más importante, sobre ella, la mantenía inquieta. Sus ojos se posaron fugazmente en la puerta que llevaba al vestíbulo, consciente de que, tarde o temprano, tendría que enfrentarse a él.

De repente, cuatro adultos llegaron a la zona tras bambalinas: eran los padres de Emma y Sam, quienes las llamaron con entusiasmo. Elsa observó cómo las dos chicas corrían hacia ellos, y no pudo evitar sentir una calidez en su pecho al ver el amor con que sus familias las envolvían en abrazos.

Diferentes Sinfonías (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora