Capítulo 15: Autocontrol.

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-¡¡Reneé que vamos hacer contigo!!-gritó Uriel. -¡¡Si no te controlas nos acabarás matando a todos!!-

Estaba sentada en una de las mesas de la fila delantera.
Uriel me reñia sin parar por lo que había sucedido mientras que Cristofer y Leo estaba cruzados de brazos detrás de ella.

-Yo...yo...yo no sabía...- tartamudee.

-¿¡Qué no sabias?! ¡Es tu segundo poder! ¡¡Te advertimos de que es mucho más peligroso que el primero!!-gritó.

- Bueno...ya nos encargamos nosotros. - comenzó Leo cogiendo de hombros a Uriel.

Esta le lanzó una mirada poco amistosa.

-Si, ya veo como te encargas de las cosas y que poco consigues.-dijo Uriel mirándolo.

Leo no dijo nada.

Uriel me miró.

- No vas a irte de rositas.-dijo cojiendo sus libretas y se marchó.
Después hubo un odioso minuto de silencio.

-Bien Cristofer y yo vamos a darte una clase de autocontrol.-dijo Leo.
Alcé la vista y le miré.

-¿Puedo ir a ver a mis amigos? - pregunté.

Cristofer y Leo se miraron y por un segundo dudaron, pero al final asintieron.

-Tienes quince minutos. Cuando acabe tu tiempo te quiero ver en la sala de concentración.- advirtió Leo.

Yo aproveché el tiempo a tope. El resto de los guerreros ahora estaban en el pavellón entrenando los poderes con Megan y Benjamin.

Corrí las dos puerta de distancia que había entre la clase y la enfermería.

Abrí la puerta y encendí las luces principales para observar mejor todo lo que yo había causado.

Habian 11 camas. Cuatro en una pared y siete en la otra. Todas colocadas una lado de la otra, separando a chicos de chicas.

A la primera zona que me diriji fue a la de las chicas...donde todas mis amigas estaban inconscientes.

Aún no sabía cual era mi poder, pero se notaba que era peligroso.
A la primera que observé a Julia.

Su aspecto era frágil y debil. Mi poder había hecho que su cantidad... que las cantidades de sangre de todos habían disminuido.

Las muñecas,  colocadas a cada lado del torso, se le marcaban como nunca.
Los ojos los tenía ligeramente hundidos y los labios blancos.

Me acerqué a ella.

-Lo siento- le susurré.

De su codo sobresalía el tubo del suero, del suero que solo a ella le proporcionaría una cura más rápida.
Agua. Su bolsa estaba llena de simple agua.

Luego me diriji a Estela. Estaba peor que Julia, ya que esta era la que más cerca de mi estaba cuando sucedió eso.

A ella le había reducido la masa corporal. Los huesos que asomaban del cuello y clavicula se marcaban.
Su pelo rizado parecía un único nudo. Y sus ojos se hundían como los de Julia.

Su bolsa estaba llena de lava. Si si ...lava.
Una lava al rojo vivo que la simple bolsa de plástico mantenía en su interior y lo introducía en las venas de Estela.

Miré sus brazos. Las venas de esta se marcaban de un color rojo.
Literalmente todo su cuerpo se cubría de venas hinchadas y rojas que se alimentaban de la lava.

-Lo siento. - le susurré.

Luego me diriji a Graciela. Esta tenía un aspecto más terrorífico. Su cuerpo , al igual que la de las demas, había disminuido su masa, marcando alguno de sus huesos.

Alma de dragón:Hielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora