Capítulo 19: Nuestro veneno.

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La sangre ardía bajo mi piel.
Los sonidos comenzaban a llegarme de nuevo a mi oidos, poco a poco iba despareciendo un pitido odioso.
Por mis pulmones comenzó a entrar aire con mas intensidad y fuerza que antes.
La sensibilidad volvió en mí.
Abrí los ojos como platos y arquee mi espalda. Cogí aire con la boca y observé con miedo donde me encontraba.

Estaba en una sala de paredes marrones y un poco hechas pedazos por su antigüedad. Ilumanada por una única y cutre bombilla amarilla que se balanceaba de un lado al otro como si estuviera dentro de un barco.

Me encontraba tumbada sobre una mesa de madera y a ella estaba esposada de manos y tobillos.
Forcejee con demasiada poca fuerza como para poder reventar alguna de las esposas y mi poder por el momento no daba señal de existir.

-¿¡Hola?!- grité un poco desesperada ya que ahora que estaba despierta sentía todo el dolor acumulado en mis extremidades.- ¿¡HOLA?!- volví ha gritar.

Las cadenas se tensaban y se desentensaban a cada momento que tiraba de ellas.

Respiré hondo y me relajé para recuperar la poca fuerza que aún mantenía en mí.

La habitación era antigua, sin ventanas. Eso me impedía saber más o menos que hora era.
Me acordaba del rescate que planee para mi dragón.
Articus, el cual seguro que estaría aún destrozado por las torturas que recibió.

Grité de frustración e ira. Odiaba estar atrapada...y más en un lugar desconocido.

Golpee mi cabeza contra la dura madera y observé el techo.
Este estaba cubierto de los mismos espejos que el lugar donde maté al oscuro dragón y su jinete.

Vestía con apenas un top, dejando mi abdomen descubierto y unos vaqueros largos bastante ceñidos.

Observé mi abdomen a través de los espejos del techo.
Las costillas se marcaban como nunca antes.
Mi piel estaba tres o cuatro tonos más blancos de lo que solia estar y mis ojos era mucho más claros , o eso era lo que llegaba a distinguir.

-Uriel ya esta despierta debo entrar. Se lo que es , por lo que esta pasando. Dejame entrar.- la voz de Sam tenía tono de enfado.

-No Sam. Tu no sabes nada. No voy a dejarte entrar. -

Después de eso se escuchó un fuerte golpe en mi pared , cerca de la puerta.

-¡¡Sam!!- grité. El chillido de los zapatos me hizo suponer que derrapo para volver frente mi puerta.

-Uriel, dejame entrar.- exigió Sam. Aunque estuesemos los dos en una situación muy difícil él queria verme.

-No Sam...no puedes entrar.- insistió Uriel que parecía que era quien vigilaba mi puerta.

Grité otra vez.
Pero esta vez fue por miedo a lo que había debajo de mi mesa.

Esa cosa pasó su blanquisima mano por encima de la mesa tapandome la boca con fuerza.
Yo forcejee por liberarme...pero era lo más tonto que había intentado.

-Sam. O vuelves más tarde o volverás a ser expulsado. -escuché decir a Uri desde el otro lado de la puerta.

El gruñido de Sam me aclaró que aceptó dejarme.
Uriel suspiró y sus pasos se encaminaron hacia la derecha...o eso era lo que había llegado a oir.

-Callate ya..- me susurró una voz femenina desde debajo de la mesa.
No tuve que esperar mucho para verle el rostro.

Su pelo era pelirojo brillante y sus ojos mucho más amarillos que los de Sam.

La recordé igual de rápido que cuando se parte un cristal en mil.

-¿¡Pero tu estabas muerta?!- le susurré fuertemente.

Alma de dragón:Hielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora