Los primeros rayos de sol comenzaron a entrar por mi ventana. Sentía el peso de un cuerpo muerto sobre mí.
-Sam.-le susurré con suavidad. Este se encontraba durmiendo encima mía como si tratara de un enorme cojín.
Era tan mono y dormido parecía tan inocente que me daba pena despertarlo, así que lo dejé un rato más mientras pasaba mis dedos entre sus cabellos alborotados. El tiempo pasaba con lentitud y el peso de Sam comenzaba a asfixiarme.-Vamos, gigantón...tenemos que ganar una guerra.- le dije divertida.
-Mmmm...-se quejó -cinco minutos más, por fi.-dijo sin fuerza.
-No dormilón. Venga levántate.-le dije al mismo tiempo que hacía fuerza e intentaba escapar de su peso.
-No quiero.- refunfuñó como un niño pequeño.
-Dios mira que eres pesado.-le dije retorciéndome debajo de él.
Una risa tonta surgió de mi garganta haciéndome perder las fuerzas. Sam también se rió de mí ridículo intento por escapar de él.
-Esta bien.-dijo dejándome libre. Suspiré aliviada. Me levanté de la cama y me metí al baño para ducharme con velocidad. Cuando salí Sam se había vuelto a dormir en mi cama.
Aproveché para vestirme la ropa interior.
-¡Sam!-le grité cuando acabé de vestirme. Este pegó un bote cayendo al suelo. No perdió el tiempo y se levantó veloz con los ojos abiertos como platos y con las manos apretadas a dos flechas.
-¿¡QUE?! ¿¡A QUIÉN TENGO QUE MATAR?!-
Yo, obviamente, me asusté. Me coloqué en una posición de defensa.
-Sam, tranquilo, soy yo. Soy yo.- le dije con voz temblorosa.
Sam agitó la cabeza y se despertó de su trance, soltó las flechas y se acercó a mí.
-Lo siento, no se que me ha pasado. Es que...no se en serio.-me dijo nervioso.
-Tranquilo...ya está, pero...¿de dónde has sacado las flechas?.- pregunté curiosa.
-Las he traído de mi sueño en el último momento. No se si te lo conté pero cada vez que uso mi segundo poder me provoca un gran cansancio o pierdo la cabeza por unos momentos. -
-¿Puedo verlas?- le dije.
-Claro. -dijo volviendo y cogiendo las flechas.
Eran preciosas, una flechas doradas con unos detalles negros y las puntas negras.
-¿Qué estabas soñando? -
-Con nuestra vida después de Enmalbi. Estas flechas eran un trofeo por tu valentía en asistir a Enmalbi y luchar por tu mundo. -me dijo Sam.
-Las voy a usar.-le dije cogiendo las dos flechas en la misma mano y dirigiéndome al armario.-Anda, ves a ducharte. -le dije. Abrí el armario y saqué el carcaj de flechas y mi arco negro.
-Esta bien. Te quiero, no lo olvides.- me dijo Sam abrazándome por la espalda y besándome el cuello.
Miles de escalofríos agradables recorrieron mi cuerpo. Aunque llevara...¿cuanto? pocos días con Sam...para mí es como si lo conociera de hace mucho más que tres semana y lo quiero tanto que daría mi vida por el.
-Yo también te quiero. -le dije.
Sam desapareció en el baño y yo empecé a sacar de mi enorme armario todas las piezas que componían mi armadura.
Hice la cama por encima y diposé en esta las piezas y mi armadura.
Busqué en mi armario una ropa fina y flexible que cubriera cada centímetro de mí cuerpo para así poder evitar cualquier roce desagradable.
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Alma de dragón:Hielo.
FantasyEnmalbi, una nueva palabra que nos haría a todos nosotros temblar por el resto de nuestras vidas, si sobrevivíamos. Una guerra sin fin ni piedad donde se busca la aniquilación total de nosotros, los Anmakanes, guerreros de luz nacidos para mantener...