Capítulo 30: Enmalbi.

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Los primeros rayos de sol comenzaron a entrar por mi ventana. Sentía el peso de un cuerpo muerto sobre mí.

-Sam.-le susurré con suavidad. Este se encontraba durmiendo encima mía como si tratara de un enorme cojín.
Era tan mono y dormido parecía tan inocente que me daba pena despertarlo, así que lo dejé un rato más mientras pasaba mis dedos entre sus cabellos alborotados. El tiempo pasaba con lentitud y el peso de Sam comenzaba a asfixiarme.

-Vamos, gigantón...tenemos que ganar una guerra.- le dije divertida.

-Mmmm...-se quejó -cinco minutos más, por fi.-dijo sin fuerza.

-No dormilón. Venga levántate.-le dije al mismo tiempo que hacía fuerza e intentaba escapar de su peso.

-No quiero.- refunfuñó como un niño pequeño.

-Dios mira que eres pesado.-le dije retorciéndome debajo de él.

Una risa tonta surgió de mi garganta haciéndome perder las fuerzas. Sam también se rió de mí ridículo intento por escapar de él.

-Esta bien.-dijo dejándome libre. Suspiré aliviada. Me levanté de la cama y me metí al baño para ducharme con velocidad. Cuando salí Sam se había vuelto a dormir en mi cama.

Aproveché para vestirme la ropa interior.

-¡Sam!-le grité cuando acabé de vestirme. Este pegó un bote cayendo al suelo. No perdió el tiempo y se levantó veloz con los ojos abiertos como platos y con las manos apretadas a dos flechas.

-¿¡QUE?! ¿¡A QUIÉN TENGO QUE MATAR?!-

Yo, obviamente, me asusté. Me coloqué en una posición de defensa.

-Sam, tranquilo, soy yo. Soy yo.- le dije con voz temblorosa.

Sam agitó la cabeza y se despertó de su trance, soltó las flechas y se acercó a mí.

-Lo siento, no se que me ha pasado. Es que...no se en serio.-me dijo nervioso.

-Tranquilo...ya está, pero...¿de dónde has sacado las flechas?.- pregunté curiosa.

-Las he traído de mi sueño en el último momento. No se si te lo conté pero cada vez que uso mi segundo poder me provoca un gran cansancio o pierdo la cabeza por unos momentos. -

-¿Puedo verlas?- le dije.

-Claro. -dijo volviendo y cogiendo las flechas.

Eran preciosas, una flechas doradas con unos detalles negros y las puntas negras.

-¿Qué estabas soñando? -

-Con nuestra vida después de Enmalbi. Estas flechas eran un trofeo por tu valentía en asistir a Enmalbi y luchar por tu mundo. -me dijo Sam.

-Las voy a usar.-le dije cogiendo las dos flechas en la misma mano y dirigiéndome al armario.-Anda, ves a ducharte. -le dije. Abrí el armario y saqué el carcaj de flechas y mi arco negro.

-Esta bien. Te quiero, no lo olvides.- me dijo Sam abrazándome por la espalda y besándome el cuello.

Miles de escalofríos agradables recorrieron mi cuerpo. Aunque llevara...¿cuanto? pocos días con Sam...para mí es como si lo conociera de hace mucho más que tres semana y lo quiero tanto que daría mi vida por el.

-Yo también te quiero. -le dije.

Sam desapareció en el baño y yo empecé a sacar de mi enorme armario todas las piezas que componían mi armadura.

Hice la cama por encima y diposé en esta las piezas y mi armadura.
Busqué en mi armario una ropa fina y flexible que cubriera cada centímetro de mí cuerpo para así poder evitar cualquier roce desagradable.

Alma de dragón:Hielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora