Epilogo: La boda.

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Dos.
El número de Samuel.
Dos...

¿Por qué él?

Habían pasado DOS semanas desde que Sam me salvó, desde que Sam descansa en el fondo del océano, desde que la vida para mí perdió todo el sentido...

Todos acabamos bastante mal...por ejemplo, yo acabé ciega del ojo derecho, ya que la última flecha liberada en Enmalbi fue a parar al ojo derecho de Articus intentando protegerme.

Me acosté en la cama de mi habitación con cansancio después de pasar el otro día llorando por él, por Sam.

Los guerreros habíamos abandona Cair y esperaríamos a las órdenes de nuestro lider supremo, Kragno. Él sabra cuando llegará el momento exacto para atacar de nuevo a esos oscuros y ganar esta guerra.

Pero para ello pasarían años...

Recuerdo que cuando llegué a mi tierra natal lo primero que hice fue ir a mi antigua casa y pasar estas dos semanas como una total amargada tirada en la cama. Mi madre decidió que ya era hora de que me independizara y empezara una nueva vida lejos de ellos.

Claramente era un molestia.

Le conté lo que realmente sucedió..., intentado hacerle comprender mi estado. Lo comprendía pero me insistió con la idea de volar lejos de ella. Ya no era su niñita y tenia que crecer por mi cuenta, y era verdad.

Lo acepté y lo agradecí en parte.
Cogi todas las cosas que más amaba, el dinero que me pertenecía y me largué.

Tenía el dinero suficiente como para poder alquilar un apartamento, pero mi hermana no me dejó.

Ella también fue expulsada de casa con la excusa de ya ser mayorcita y se trasladó a casa de Jake, un precioso chalé lejos de la civilización donde habían una vistas preciosas de nuestro lujoso mar.

-¿Por qué no reclamas la herencia de Sam? - me preguntó Jake mientras el manejaba un todo terreno negro con Leire, también ciega del ojo izquierdo, de copiloto.

-No lo sé, Jake...yo solo he sido su amiga y puede que algo más por muy poco tiempo. No creo que sus padres cedan su dinero a mi. No lo creo.- dije.

-Yo puedo hablar con ellos. Son buenas personas y yo soy una persona de la que se fían mucho...además, si ellos saben que Sam llegó a amar se quedarán tranquilos. ¿Sabes? Sam siempre fue una piedra al que no dejaba que se le acercase nadie, y menos chicas. Pero ese día que te vió lo supe hasta yo de que ese muro invisible de su alrededor se había derrumbado.-

Me quedé mirando el horizonte por un largo rato. El viento me golpeaba con suavidad, refrescándome.

-Es verdad Reneé...y por intentarlo no perdemos nada.- dijo Leire.

-No sé...voy a parece una interesada.-

-Que no...yo me encargo.-dijo Jake.

Me instalaron en una habitación preciosa, la de invitados. Pero no llegaba a dormir. Me pasé apenas cuatro días para cuando Jake consiguió lo que quería y, en su propia casa, me entregó un sobre con la herencia de Sam.

-Jake...¿Qué les has dicho?- pregunté nerviosa al ver la cantidad de dinero que había en el sobre.

-Lo que era necesario. Con eso podrás vivir tranquila y podrás comprar cualquier cosa que necesites. No lo abuses y ya esta.- dijo Jake.

-Es que...no puedo.- las manos me empezaron a temblar con el sobre entre ellas. -Jake aún no lo he aceptado. No he aceptado haberlo perdido. No puedo.- las cristalinas lágrimas se desbordaban por mis ojos con facilidad.

Alma de dragón:Hielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora