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◸───────────────◹
┊"Capítulo 15"
┊Billy x Cory
┊1984
◺───────────────◿

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Hᴀᴡᴋɪɴs, Iɴᴅɪᴀɴᴀ.

Tallo mis ojos con pesar cuando un palpable dolor recorre mi cerebro, las yemas de mis dedos acarician suavemente las hebras de mi cabellera hasta que logro mirar al panorama de forma borrosa. Paso la lengua entre mis labios resecos y abrigo mi cuerpo con las mantas al observar el desconocido lugar. Varios flashbacks de la noche anterior pasan por mente cuando reniego en vergüenza, aún llevaba aquel disfraz que me hizo cometer un sin fin de tonterías y definitivamente era algo que me estaba atormentando. El sonido de unas pisadas hacen eco en la soledad de un domingo por la mañana. La puerta de la habitación está abierta y con curiosidad espero a la persona que se asomará en breves segundos para darme una explicación.

Steve sonríe al verme, tiene un perfecto peinado que logra caracterizarlo y entre sus manos lleva una bandeja con jugo, además de frutas. Sus ojos brillan al observarme hasta caminar con torpeza y dejar lo que trajo al costado de la cama. – Ya despertarte. – menciona rascándose la parte de atrás de su cabeza. – Pensé que tendrías hambre.

– Supones bien. – alego tomando unas frutas. – Gracias. – Puedo notar que la habitación es hermosa y ni que decir de lo demás, estaba casi segura que esto era un lujo. Mi atención se vuelve a dirigir hacia él. – ¿Cómo llegué aquí?

– Digamos que te pusiste muy ebria...

Un sonrojo de vergüenza me cachetea la cara, Steve sonríe ante mi expresión. – Fue lo primero que recordé pero el hecho de que alguien lo diga sigue siendo algo tan embarazoso. – replico entrecerrando los ojos. – A lo que voy es... ¿por qué a tu casa? Digo, supongo que es la de tus padres, ¿o me equivoco?

– Cuando fui a tu casa no había nadie, tampoco insistí pero pensé que lo mejor sería traerte aquí.

– Es muy noble de tu parte, Steve, pero si Nancy se entera puede pensar cosas que no son. – un recorrido de incomodidad se hace presente al terminar mi oración, su mirada melancólica decide esquivarme. Pongo una mano sobre su hombro hasta que logra prestarme atención. – ¿Qué pasa?

– Hemos terminado. – murmura con cansancio. – Pero no me duele, ¿sabes? – le doy una mirada compresiva, el tono de su voz se hace ligeramente agudo y espero hasta que vuelve hablar. – Creo que... creo que el duelo lo he vivido durante mi relación. – se encoge de hombros desinteresadamente. – Estoy bien.

 𝐃𝐔𝐋𝐂𝐄 𝐏𝐄𝐑𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍 | 𝖻𝗂𝗅𝗅𝗒 𝗁𝖺𝗋𝗀𝗋𝗈𝗏𝖾  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora