Domingo, 15 de abril del 2012
Desde muy temprano me despertaron para que me presente al gran evento; estamos en la hacienda de la Familia Valencia, donde viven mis abuelos; quienes debo decir están muy felices que me case, en especial con Vaughn.
Después de bañarme y colocarme una bata, entra mi madre con un ejército de personas, dizque «Para maquillarme y peinarme para este gran día». Jamás he sido de las mujeres que se arreglan, nunca me he maquillado; me gusto al natural, pero hoy lo tendré que usar. Tampoco es que ame la idea de utilizar vestido, habitualmente voy en pantalón; todo esto será tan nuevo para mí.
En unas horas estoy lista y alejada del escuadrón de cosmética que ha traído mi madre; me pongo el vestido y me monto en los tacones, agradezco que eso sí los sé usar, ya que las cenas de la familia obligan usar este tipo de calzado, pero no podría afirmar que sean cómodos, no los usaría con regularidad.
Salgo de la habitación junto a mi padre para terminar siendo entregada en el altar que montaron en el jardín, que se esperaría ser romántico y todo, pero solo me genera asco y desconcierto porque entre nosotros no hay ese tipo de amor. Miro a Vaughn quien no se ve tan feliz como Noah ha dicho, debo decir que parece que ha chupado un limón antes de que mi padre me entregara en su mano. Igual lo entiendo, él acaba de cumplir dieciocho y yo tengo diecisiete, ¿quién casa a sus hijos tan jóvenes? Claro, las familias con dinero así saben que los herederos nacerán pronto. Y debo confesar que no tuve opción más que casarme, no tenía la necesidad de cancelar la boda, así que mi familia no me tomaría en cuenta.
—¿Constanza Valencia acepta usted a Hector Vaughn en matrimonio? —pregunta el juez.
«¿Por qué a mi primero?»
Miro a los invitados y después a Hector, y trago en seco procesando por varios segundos mi respuesta.
—Acepto —pronuncio la palabra con toda la seguridad que logre reunir, aunque siento que solo la hemos escuchado los que estamos cerca.
—¿Hector Vaughn acepta usted a Constanza Valencia en matrimonio? —bajo la cabeza esperando que él sí tenga la necesidad de retractarse, que lo que dijo Noah sea mentira, que él no quiera casarse conmigo, pero parece que albergue ilusiones porque lo escucho pronunciar fuerte y claro.
—Acepto —levanto la cabeza con la certeza de que, sí, mi novio me abandonó, pero acabo de casarme con la persona que amo y creo que soy correspondida como dijo mi hermano Noah.
Cuando acaba la fiesta «que no disfruté» tomamos nuestras cosas y nos vamos por la carretera con destino a mi nuevo hogar. Entramos en una residencia grande y sin color, él abre la puerta principal y me deja entrar para recorrerla. La casa es grande y muy fea; sé que usar esa palabra es mucho, pero parece la casa de los Locos Addams y no me juzguen, adoro a esa familia, pero esta casa es oscura; tiene piso alfombrado en negro y las paredes en madera negra también, lo único que tiene color son los muebles y también son monótonos, colores neutros; gris, blanco y café predominan en los conjuntos. Observo el vestíbulo mientras camino siguiéndolo de cerca, pasamos por el salón hasta llegar a un pasillo que nos dirige hasta la escalera.
—Como ves, esta es la casa para ti —espeta en mi oído con un tono de voz más grave y profundo—. ¡Acompáñame! —sigo sus pasos caminando detrás de él y subiendo por la escalera, avanzamos al mismo tiempo por la segunda planta de la casa. Luego apunta una puerta—. Esa es mi habitación, está prohibida. Y esta es la tuya —se acerca a la puerta dejándome ver el interior, es igual que toda la casa; sin vida. Es una habitación simple y no me molesta, tiene lo necesario una cama, pero aun así siento que mi cara debe ser un poema, esta casa me desagrada.
—¿No ha... —me interrumpe.
—No vamos a dormir juntos, si es lo que quieres saber —frunzo el ceño, no es lo que iba a decir, preguntaría si no había otro color—. Ven, debemos hablar; hay ciertos puntos que vamos a aclarar.
Toma mi mano y me jala escalera abajo de nuevo, caminamos un poco y encontramos la puerta doble del estudio justo al inicio del pasillo junto al salón. Me suelta estando adentro, recorro el lugar con los ojos sin moverme del sitio en el que me ha dejado.
—Siéntate —apunta una silla frente al escritorio donde se ha sentado—. Como sabes, no somos un matrimonio normal que se enamoran y se casan; esto es solo por cumplir el trato en papel que hicieron nuestros abuelos, tienes que saber que no me interesa nada de ti y menos te veré como mi esposa, estás muy alejada del tipo de mujer que me gustan, así que sin más tengo que decirte que haremos —me explica como si fuera un adulto hablando con un niño.
—¿De qué hablas? —pregunto en un tono bajo.
—Hablo de esto, yo tengo novia y no la dejaré por ti. Para nuestros padres este matrimonio será perfecto, pero aquí en esta casa tú no eres más que la mujer que acepto casarse conmigo, no esperes amor porque no lo tendrás y tampoco tendrás ningún privilegio de los que tienen las otras esposas. No quiero que creas que solo por estar casados tienes el derecho de hacer preguntas sobre mi vida privada y menos tomarte atribuciones que no te corresponden. Así que, no me esperes a comer, tampoco me preguntes, ¿dónde y con quién estoy? Porque ya lo sabes. No quiero que me hables de amor porque de ti como dije no me interesa nada —escudriña mi rostro—. ¿Quieres decirme algo?
—Quiero pedirte algo... Si estaré tan sola como dices, ¿puedo traer a Hannah? Prometo que ella no dirá nada de todo esto —me mira y sus ojos me producen miedo, jamás había querido arrancar de alguien y menos de él—, por favor —pronuncio con voz débil y bajando la cabeza con temor.
«Parece que tendré que hacerlo bastante»
—Si lo pides así, está bien, pero si me entero de que algo de esto lo saben nuestros padres se va —asiento rápido—. Retírate, no quiero verte.
Así es como comienza mi tan soñado matrimonio, ahora nombrado un calvario. Las cosas jamás estuvieron como las quise, ni mis planes más locos habrían funcionado. Esto será horrible y mi personalidad no está hecha para mandar, solo para acatar.
Miércoles, 05 de marzo del 2014
—¿Estás segura de esto? —asiento—. Si sacas tus papeles de esta universidad no podrás volver atrás —vuelvo a asentir—. Entonces, vamos.
—Pediré el traslado, será más fácil que acepten esto y así nadie tendrá registro del lugar donde fueron a parar los documentos —pronuncio.
—¿Crees que sea capaz de buscarte?
—No lo sé Dante, pero prefiero no arriesgarme a nada, aparte no tengo mucho dinero como para dejar mucho rastro.
«De algo estoy segura, él no me buscará mucho; no soy importante»
Minutos más tarde...
—¿Qué te dijeron?
—Aceptaron, los papeles serán enviados a la nueva universidad y al hacerlo así, el ingreso aquí quedará eliminado, no quedará rastro de mí en esta escuela, como con tus documentos. Lograremos empezar de cero, ya lo verás —me acerco al auto decidida a irme.
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¿Existe una segunda oportunidad?
Diversos«Lo acabas de decir te amaba, esa mujer que hacía eso desapareció el día que se fue de tu casa. Arruinada y destruida, en ese momento nació esta mujer; la que ves ahora». Ella y él, dirían que no estaban para nada destinados a estar juntos si no fue...