Jueves, 28 de noviembre del 2019
Al día siguiente, me levanto temprano y como cada día, hago mi rutina completa antes de salir de casa. Ayer, en mi salida con Cas, me compré un vestido solo para estrenar hoy en el día de la firma de mi divorcio. Tengo que admitir que una parte de mi grita de emoción al saber que podré decidir por una vez mi vida romántica, y otra se siente realmente triste porque le habría encantado que lo que sea que teníamos con Vaughn funcionará.
Dejo de pensar en mi fracaso amoroso al notar que ya estoy lista dentro del vestido, uno rojo y entallado, el cual se acopla como un guante a mis curvas, tiene hombros descubiertos y mangas francesas, el largo es hasta tres centímetros por debajo de la rodilla. En mis pies, tengo, como es debido, unos tacones de punta aguja con correa en el tobillo en color negro. Me maquillo centrándome en la boca, es un maquillaje básico; rímel, delineador y labial. Y al acabar salgo de mi habitación.
Bajo la escalera para tomar el abrigo negro que dejé listo para hoy y salgo de casa como alma que lleva el diablo, directo al único lugar donde podré solicitar ayuda para el asunto que iré a tratar.
Ingreso al bufete, bajo la atenta mirada de todos los que trabajan aquí, y creo que debe de ser porque al fin piso este lugar en esta semana. Camino directo a la oficina de mi mejor amigo, con el que no puedo estar enojada mucho tiempo; golpeo y espero.
—Pase —su grito se hace presente en el pasillo.
—Permiso —digo, abriendo la puerta—, necesito tu ayuda —él me mira de pies a cabeza y sonríe.
—¿A quién seducirás? —pregunta, manteniendo una sonrisa en la cara que prueba lo mucho que me conoce—. Porque si es a mí, ya lo lograste —me guiña un ojo y yo niego.
—No seduciré a nadie, no apropósito —confieso, mordiéndome el labio—. Y yendo al punto que me convoca aquí, necesito tu ayuda legal, necesito un abogado —me escudriña hasta el último pensamiento que he tenido—, tengo que ir a discutir mi divorcio.
—¿Esto es de verdad? —asiento—. Creí que nunca pasaría.
—Pero pasó. Que Vaughn se enterara de que me acosté con Tristán no le cayó muy en gracia, al contrario, solicitó inmediatamente nuestro divorcio —me encojo de hombros.
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¿Existe una segunda oportunidad?
Acak«Lo acabas de decir te amaba, esa mujer que hacía eso desapareció el día que se fue de tu casa. Arruinada y destruida, en ese momento nació esta mujer; la que ves ahora». Ella y él, dirían que no estaban para nada destinados a estar juntos si no fue...