Martes, 15 de junio del 2010
Esta soy yo, Constanza Noemy Valencia y esta es mi historia, la historia más rara que podrían leer. ¿Por qué? Se estarán preguntando, eso es simple; tengo quince años y mis padres me han dicho que me casó. ¿Qué padres le dicen a su hija de esa edad que está prometida en matrimonio? Solo los míos y como lo oyen, estoy prometida en matrimonio y yo no tenía ni idea. Se supone que los Vaughn y mis padres prometieron a casar a los primeros hijos y solo si ellos no eran una pareja, la promesa caería en los siguientes hijos. ¡Bingo! Esa responsabilidad ha caído en mis hombros solo porque los Vaughn no tuvieron una niña para casarla con mi hermano mayor. Y aquí me encuentro, en mi cuarto, torturándome por dentro de solo saber que me tendré que casar con él, con el hombre que ya no soporto. Quizá me gusta y probablemente lo ame, pero él nunca me ha visto de esa manera, una lástima dado que ahora pareciera que no hay marcha atrás y que traemos una soga colgada en el cuello. Les cuento esto por qué, ¿qué creen? Mis padres me contaron esto anoche, ya que hoy celebraremos nada más y nada menos que una cena en honor a los idiotas que se comprometerán.
Escucho un golpe en mi puerta antes de que sea abierta sin mi permiso.
—¿Cuál vestido usarás hoy? —pregunta mi madre mostrándome dos vestidos, uno blanco y uno beige.
—Ninguno de esos... —digo acostándome en posición fetal en mi cama. —Sé que la idea no te gusta, pero Hector es una gran persona y sé que será un gran esposo.
—¿Quién creería eso, mamá? ¿Por qué yo? —pregunto escondiendo mi cara entre mis manos, aún en la misma posición.
—Constanza, jamás pensamos que serias tú; es la tradición de las familias. A mí me prometieron a la familia de tu padre y míranos, somos felices —afirma sentándose—. Sé que serás feliz, querida, como también estoy segura de que lo amas —besa mi cabeza y me deja sola.
Después de este día mi vida jamás sería igual. Llevar en mi mano, una sortija de compromiso con un diamante gigante no fue buena idea, así que nunca la traía donde debía. Y el estar en el mismo colegio con mi prometido no lo hacía mejor, cada día era más y más insoportable, vivía peleando conmigo por ello y también por mi relación con Dante, la cual jamás se salvaba de rumores.
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¿Existe una segunda oportunidad?
Losowe«Lo acabas de decir te amaba, esa mujer que hacía eso desapareció el día que se fue de tu casa. Arruinada y destruida, en ese momento nació esta mujer; la que ves ahora». Ella y él, dirían que no estaban para nada destinados a estar juntos si no fue...