Jueves, 21 de noviembre del 2019
Miro la puerta por la que ha salido junto a su asistente, son pocas las veces en las que ella reacciona así, tanto como para cambiar su tono de piel a uno pálido, y esta es una de ellas. Y por mucho que cueste creerlo, ella no le teme a nada, sin embargo, se ve que esto le perturba.
—No me gusta para nada su reacción —afirma Gael sin despegar la vista de la puerta, que se mantiene cerrada.
—A mí tampoco —habla Noah—, y haré algo que no hago nunca —enarco una ceja mientras veo de lo que habla; abre el sistema de cámaras en su computador y agranda específicamente las cámaras de la sala tres.
—Solo podrás ver, Noah —le recuerda Gael acercándose a su hermano.
—No, ahora tienen micrófonos las salas de reuniones para guardar las sesiones, y lo bueno es que no están integrados a las cámaras —finaliza.
—¿Nos escucharán? —niega.
Gael y yo, que nunca compartimos opiniones, nos miramos y acercamos nuestras sillas en complicidad; nos sentamos uno a cada lado de Noah, quien agranda la pantalla, dejándonos ver la sala en donde está un hombre de una altura similar a la de nosotros, tiene barba y su piel es trigueña, eso es todo lo que noto por la cámara.
La puerta se abre dejándonos ver a mi esposa quien se ve taciturna, se pasea por la sala hasta llegar a la ventana con la espalda erguida, la cabeza levantada y manos en los bolsillos de su vestido.
—Esperaremos a Dante —dice parándose frente a la ventana y saltándose el saludo, cosa que no es común de ella.
—¿Crees que llegue? —pregunta el señor que Casandra llamó Jonathan.
—Lo hará —afirma.
El intercambio de palabras es breve y se siente la tensión a través de la pantalla, pero aun así se mantienen callados, por lo que son tres minutos exactos. No se miran, ni se hablan, ni nada; parece que los apagaron en una posición específica. Miro a sus hermanos quienes tienen la misma cara de confusión y sus ojos azules los delatan, por la cámara veo que aparece Dante con la misma postura que los otros dos, pero este se acerca al señor y estrecha su mano como si de amigos se tratara.
—¿Qué haces aquí? —espeta ella con frialdad y cansada de esperar.
—Sabes qué hago aquí, Noemy —habla el hombre con mucha familiaridad mientras le sostiene la mirada. Dante, por otro lado, repasa la habitación en un giro rápido de 360 grados.
—¿Nos escuchan? —pregunta el mejor amigo de mi esposa y Noah se tensa a mi lado.
—No, las cámaras no tienen audio, puedes estar tranquilo; solo nos ven —manifiesta ella, sosteniéndole la mirada al hombre—. ¡Explícate! —exclama, acercándose a la mesa y sentándose en una silla.
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¿Existe una segunda oportunidad?
De Todo«Lo acabas de decir te amaba, esa mujer que hacía eso desapareció el día que se fue de tu casa. Arruinada y destruida, en ese momento nació esta mujer; la que ves ahora». Ella y él, dirían que no estaban para nada destinados a estar juntos si no fue...