Me quedé mirándolo unos segundos, él quería hablar. Asentí lentamente y mordí el interior de mi mejilla. Él soltó un suspiro que no parecía que estuviese aguantando.
-Bien, vamos a mi habitación. -Yo asentí y le seguí el paso desde atrás.- Siéntate.
Me senté en un cómodo sillón de cuero y lo miré, viendo cada movimiento que él hacía. Se acercó a mí y Dios, mentiría si dijera que no se me pararon todos los pelos al tenerlo tan cerca. Él se había sentado a mi lado y ahora me miraba desde apenas dos o tres centímetros de mi rostro.
-Perdón. -Fue lo único que dijo. ¿Ah?
-Eh...
-Yo, lo siento no debí... -Suspiró frustrado.- Estaba borracho y... -Ah, era sobre esto.
-Señor Maslow...
-No, shhh. Yo quiero hablar. -Asentí.- Me emborraché, quería estar en tu cama, hacerte el amor toda la noche y lo único que conseguí fue que tú me quisieras lejos, yo... Te pegué. -Lo dijo con gran culpa.- Yo me sobrepasé y... Te necesito, _____.
Lo miré unos segundos analizando su pequeño discurso. ¿Él realmente me estaba pidiendo perdón? Reí mentalmente. No, señor. Si él quería tenerme en su cama, ya sabía que había que hacer.
-Ya sabes el trato. -Le dije tranquila. Él gruñó.
-Olvida el trato, _____. ¿Por qué tan encaprichada con ella?
-Ese no es el punto. -James rodó los ojos.
-Está bien, está bien. -Me miró tratando de entrar en mi mente.- Te diré quién es Victoria.
-¿De verdad? -Sentí que mis ojos se iluminaban.
-Sí. -Yo asentí y él se acercó a mí para besarme.
-Hey, hey. Primero Victoria.
-Ella puede esperar. -Y sin más me besó los labios posesivamente. Dios como había extrañado la boca de este terco y misterioso empresario.
Nuestra ropa desapareció rápido y sus besos me recorrían todo el cuerpo. Todavía estábamos en aquel sillón, yo recostada y él por encima recorriéndome completa. Su miembro me rosaba la entrada y mis caderas actuaron por sí solas moviéndose hacia él invitándolo. James gimió en mi oído y luego mordió el lóbulo de mi oreja.
-Quiero que grites. -Me hablaba ronco.
-Van a escucharnos.
-Que lo hagan. -Gruñó.- Que se enteren como te hago mía.
Y grité tal como él me lo pidió apenas entró en mí. Fue un gemido alto, y de inmediato me avergoncé. Él se rio y me besó los labios mientras seguía embistiendo.
-Sí, nena. Grita. -Y siguió más fuerte y rápido.
Mis jadeos y gemidos se escuchaban por toda la habitación y tal vez parte del segundo piso. Me apreté contra él y me deje liberar, él gruñó y luego dio un grito profundo liberándose. Me tomó en sus brazos y se sentó en el sillón conmigo a horcajadas, me froté contra él.
-¿Más? -Me preguntó con una sonrisa en su cara. Me tomó de las caderas y me puso sobre él mientras me llenaba.
-Sí... -Gemí despacio solo para que él escuche. Empecé a moverme lento.
-Más rápido.
-No... Así lento. -Seguí con mis movimientos y él no podía evitar gemir. Poco a poco fui aumentando mi velocidad hasta que comencé una rápida cabalgada. Ya estaba cansada de saltar sobre él, mis piernas dolían.
-¿Te cansaste? -Asentí y él me tomó en sus brazos y me levantó, me puso de rodillas sobre el sillón y mis brazos se apoyaron arriba en el respaldo. Me frotó la nalga y luego le dio una palmada, gemí.- No te olvides de gritar.
Y se metió en mí, grité fuerte mientras él se movía contra mí. Una de mis manos la llevé a mi clítoris y comencé a acariciarme. Oh, así iba a llegar más rápido que nunca. James gruñó al darse cuenta de mi acto. Me embistió fuerte.
-Vamos, córrete. -Me habló tan cerca del oído como pudo.- ¡Córrete!
-Sí, sí... -Gemí ante la sensación de placer. No bastó mucho para que mi cuerpo llegara al clímax. Él se retiró de mí y me ayudo a poner de pie.
-Algún día te follaré este culo. -Me apretó una nalga.- Vamos a la cama. -Le seguí y él corrió las frazadas hacia atrás y me tomó de la cintura, me senté ahí y me acomodé. Me tapó y se dio la vuelta para acostarse de su lado.
-Es tu turno. -Le dije, él me miró confundido.- Victoria.
-______... -Gruñó y se puso de pie, hice todos mis más grandes esfuerzos para no mirar hacia abajo.- Entiende que yo no hago tratos. -Mi boca se abrió ligera, ¿Me estafó?
-¿No me lo dirás? -Dije sin poder creerlo.
-No. No tengo por qué decirlo.
-¡Hicimos un trato! -Me sentí utilizada, más de lo que en parte ya era. Tal vez esa tal Victoria tenía razón "Escucha, a él jamás le interesan las mujeres. ¿Captas? Solo te utiliza." Una que otra lágrima comenzó a salir.
-Yo no hago tratos, Dawson. -Lo miré con mis ojos aguados. Presentía el por qué no me lo quería decir. Si mis sospechas eran ciertas... Quizás piense que no volveré a acostarme con él.
-¡Entonces no debiste haberme sobornado para acostarme contigo! -Le grité furiosa. Era un maldito, solo me utilizó.- Olvídate de lo nuestro, James.
Dicho esto me levanté rápido, tomé mis prendas y me las puse tan rápido como pude. Él me miraba desde su cama, ni siquiera se levantó a decir perdón o algo por el estilo. Cuando abrí la puerta me volteé hacia él.
-Pensé que eras hombre de palabra. Dejaste mucho que pensar.
Salí y di un golpe fuerte, Camille salió de su habitación y se acercó a mí rápido. Al ver mis lágrimas frunció el ceño y gruñó. Me abracé en ella y terminé de llorar.
-¿Qué te hizo? -Me preguntó una vez que estuvimos en mi habitación.
-Me sobornó y me utilizó. -Dije entre sollozos.
-Es un... ____ tienes que olvidarlo. Te lo digo como tu mejor amiga, ¿Sí?
-Sí... ¿Por qué estás aquí en la noche y no mañana?
-Oh, porque hice un trato con James de que si llegaba hoy en la noche, me dejaba salir el sábado por la noche del próximo fin de semana.
-Él no hace tratos, Camille. -Sollocé otra vez.
-_____, olvídate de él de una vez por todas. Solo te hace daño, te utiliza, y aunque duela tienes que escucharlo y aceptarlo. No creo que te quiera, _____. -Eso dolió.- Si lo hiciera no se comportaría contigo de la forma en que lo hace.