Maratón 1|3
Capítulo 19.
Estaba acostada, James estaba duchándose y yo miraba hacia el techo. Sonreí al recordar la cara furiosa de Abbie al salir de la habitación, yo tuve que disimular que recién iba a entrar a la habitación y ella me fulminó con la mirada, esos ojos negros realmente intimidaban. Entré a la habitación de James y él estaba con el ceño fruncido, me acerqué a él y pasé mi dedo por su frente. "No, que te vas a arrugar" le dije y él me respondió "¿Y así arrugado no me veo bien?" Eso me causó gracia, "No sé, supongo. Ahora te ves bien estirado." Luego de eso me fui a bañar y él me dio una nalgada, me reí interiormente.
-Hoy es... ¿viernes? ¿Jueves? -Sacudió la cabeza.- ¿Miércoles...? Bueno, no importa. -Me reí de él.- Hey, no te rías de mí.
-Trataré. -Golpeé al lado mío de la cama y él se acercó, tenía el pelo mojado y unas gotitas caían en su pecho desnudo. Mordí mi labio al tenerlo tan cerca.
-¿Te gusta lo que ves? -Me pilló mirándolo, yo me sonrojé y lo miré a los ojos para apartar mi mirada de su pecho.
-Sí. -Le respondí descarada y mordí mi labio inferior.- Me encanta lo que veo.
Me besó los labios y acarició mi cintura.
-Te haría el amor toda la noche, pero mañana tengo que levantarme a las cinco.
-¿A las cinco?
-Tengo que ir fuera de la ciudad, es un viaje de dos horas. -Asentí.
-Descansa. -Él me besó los labios y al terminar mordió mi labio inferior.
-Tú también. -James se iba a acomodar y se quejó.
-¿Qué pasa?
-Mi espalda.
-Date la vuelta. -Me miró confundido.- Ponte boca abajo, te haré un masaje. -Él me hizo caso y me senté en su trasero, su lindo trasero. Comencé a masajearle los hombros.- Estás muy tenso. -James gimió.
-Hace mucho que no me hacían un masaje. -Besé sus hombros.- Me gustas.
-¿Te gusto yo o te gusta el masaje? -Él se rio.
-Captas bien las indirectas. -Me reí.- Las dos cosas, aunque tú más. -Seguí masajeándole y se me ocurrió una idea para liberar totalmente su tensión.
-Date la vuelta.
-¿Para?
-Solo hazlo. -Me coloqué a su lado para que él pudiera moverse y se puso mirando hacia arriba. Me senté en sus muslos, cerca de las rodillas.
-¿Qué harás, pequeña traviesa? -Le sonreí ante el apodo.
-Tú relájate, ya podrás dormir.
Me acomodé y con mis manos bajé su bóxer, él levantó sus caderas para que pudiera bajarlo bien, él me sonrió cuando liberé su miembro. Lo tomé con una mano y comencé a masajearlo, arriba, abajo, arriba, abajo. Él gimió y echó su cabeza hacia atrás. Con mi mano libre tomé sus pelotas y las masajeé, sentí como se tensaba y luego relajaba. Bajé mi boca hasta su entrepierna y besé su punta, una mano afirmándolo y otra apoyada en un costado de la cama. Mordí su punta y un líquido salió de él. Comencé a chuparlo lentamente mientras con mi mano le seguía masajeando. James no paraba de gemir, y yo sonreía para mis adentros. Pasé mi lengua a través de su longitud ahora más grande y dura, levantada y apuntando hacia arriba. Metí todo lo que pude en mi boca, hasta que sentí que su punta tocaba el final de mi boca, me debería haber dado arcada, pero no. Lo lamí unos minutos mientras él gemía y jadeaba. Él comenzó a tensarse, decía palabras que realmente no entendía, estaba perdido en el placer y eso me hacía sentir brillante y erótica. Con sus manos él no paraba de empujarme hacia él, y más de una vez levantó sus caderas a mi boca, queriendo follármela, pero aquí era yo la que mandaba el proceso. Sentí un flujo en mi boca, se estaba corriendo, comencé a succionarlo más rápido y él empujaba mi cabeza aún más hacia él. Estoy segura que si él estuviese de pie y yo arrodillada ante él, me estaría follando la boca a más no poder. Tragué todo, él se relajó de nuevo y supe que ya había terminado. Besé su punta y luego lamí mis labios para que no quedara rastro en mi boca. Me senté más arriba de él así podría llegar hasta sus labios. Lo besé y el movió sus caderas y apretó mi trasero, sentía su miembro en mi entrada y gemí.
-Debes descansar. -Le susurré en el oído.
-Pero tú no has disfrutado.
-Otro día será, disfruté sabiendo que disfrutabas. -Le besé el cuello y me acosté a su lado, él se subió su bóxer y yo me acomodé en su pecho.
-Eres increíble. Si tuviera que clasificarte del 1 al 10, te pondría un 100.
-¿Un 100?
-Un 100.
(...)
Ha pasado una semana, hoy es viernes y James tiene una cena de empresarios. Él quiere que vaya, pero yo siento que no pertenezco a ese lugar. Yo soy solo una niñera y antes fui su empleada. No estoy en su categoría. Mi celular volvió a sonar, estábamos hablando, pero él tuvo que cortar para atender a alguien.
-Hola.
-Hola, ¿Entonces vas a ir?
-James... -Alargué su nombre.- Me sentiré extraña.
-Escucha, ____. Tú eres mucho mejor que toda esa manga de señoras, ¿Sabes por qué? Porque ellas son solo las esposas o novias de esos empresarios o los hijos de ellos, pero ellas no hacen nada, nada por las empresas.
-Yo soy igual. -Le interrumpí.
-No, porque tú, a diferencia de ellas, no quieres ser una mantenida. -Me dejó sin palabras.- Tú trabajas por tu cuenta, y aunque no beneficie en nada a mis empresas, no te hace menos que estas mujeres, porque ellas tampoco hacen nada por sus empresas. ¿Sabes qué hacen ellas todo el día?
-¿No?
-Van de spa en spa, de tienda en tienda, de amigas en amigas, de reuniones con té y galletas dietéticas, y eso es todo, esa es su rutina. No son productivas, no como tú. Así que no quiero volverte a escuchar que no encajas en mi vida. -Recalcó la palabra "mi".
-Sí.
-Así que vas a ir a esa reunión conmigo, y los vas a dejar a todos con la boca abierta cuando vean que eres mi novia, y eres mucho mejor que sus esposas.
-Sí. -Dije más positiva, empezaba a creerme el cuento.- Iré por un vestido al centro comercial.
-No, hoy irán de Dolce & Gabbana. Te llevarán sus mejores vestidos y elegirán uno.
-¿Dolce & Gabbana? -Dije entrecortadamente.
-Sí, ellos. A diseñado vestidos para...
-Sí, sí sé. -Era increíble.- Solo que es algo difícil de creer. ¡Usaré un vestido hecho por Dolce & Gabbana! -Le dijé con mucha excitación en mi voz. Él rio.
-Bien, lo mejor para la mejor. -Sentí su sonrisa.- Bueno, tengo una reunión ahora, cariño. Nos vemos en la noche.
-Sí. Adiós.
Sonreí inmensamente y bajé a la cocina, Camille ya tendría el almuerzo listo. Fui a buscar a Clarisse, quien jugaba en la habitación con muchos juguetes de Ali, la hermana de James. Ella se puso de pie y arregló su falda, ella era muy elegante para vestirse, se vestía a la moda, y como no. Si Rose era la esposa de un conocido millonario.
Eran alrededor de las tres de la tarde cuando el timbre sonó, fui a ver y habían unas señoras y unos señores.
-Hola.
-Buenas tardes, somos de Dolce & Gabbana, James Maslow nos dijo que ____ Dawson necesitaba un vestido.
-Sí, esa soy yo. -Dije sin creer que tendría un vestido de Dolce & Gabbana.- Pasen.
-Bien, ¿Dónde estaría cómodo?
-Eh... En el segundo piso, mi habitación.
-Sí, ¡Vamos! -Gritó la señora a unas personas que venían con muchas maletas grandes y pequeñas, subimos y ellos instalaron todo en la habitación de James.
-Bien, estos son todos los mejores vestidos que tenemos. James nos dio tus medidas aproximadas así que aquí tienes mucha variedad. -El hombre que hablaba abrió unas maletas grandes y sacó muchos vestidos forrados de ellas, parecía como un closet movedizo.
-Wow. -Eran muchos y eran hermosos.
-Puedes probarte el que quieras, tienes hasta las nueve para estar lista. -Seis horas, seis horas para probarme todos estos vestidos. Era el paraíso.
-Oh, tienes que escoger tus zapatos. -Y aparecieron montones de pares, era... Sí, realmente era el paraíso.