Capítulo 6

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—Ahora, no interrumpas y escucha. —asentí con la cabeza.— El área está rodeada por un laberinto. Hace un año estamos buscando una salida, si es que existe. Les llamamos corredores a los chicos que salen todos los días a buscar la escapatoria. Yo soy un corredor, y Minho, el larcho que conociste hoy, también es uno. Esos muros nos protegen de los "Penitentes". Son unas criaturas viscosas, con púas y todo tipo de armas filosas. —se escuchó un ruido estruendoso.— ¿Escuchas eso? Es el Laberinto cambiando, todas las noches lo hace, mediante un patrón que estamos estudiando. ¿Ahora entiendes por qué era complicado? —asentí con la cabeza otra vez.— Por eso nunca, jamás, debes cruzar esos muros. ¿Entendido? Está prohibido a menos que seas un corredor. —explicó.

Estaba sorprendida, confundida y tenía miedo por el hecho de que nos encontrábamos encerrados dentro de un Laberinto.

—Bueno, te dejo para que pienses en todo esto. —se agachó y quedó a mi altura.— ¿Necesitas un beso de buenas noches o quieres que me vaya? —bromeó.

—¿En serio, Newt? Acabas de decirme que estamos encerrados en un maldito Laberinto y que hay unas criaturas que podrían matarnos. —espeté y me miró esperando una respuesta.— Segunda opción, vete.

—¿Segura?

—Sí, seg-

No pude terminar de contestarle porque me dio un beso en la frente, se paró y se alejó, dirigiéndose hacia la cocina.

—Idiota. —susurré.

Me aseguré de que nadie me viera, y me dirigí hacia la Finca. Entré y me encontré con un chico bajito, estaba anotando cosas en una libreta y no se dio cuenta de mi presencia. Toqué su hombro.

—Disculpa. —me miró y se le cayó la libreta de las manos.— ¿Puedo ver a Ben?

—S-sí. E-está e-en l-la úl-última habitación al fondo. —tartamudeó. Junté la libreta y se la di. La tomó con manos temblorosas.

—Gracias, nos vemos...

—C-Clint.

—Nos vemos, Clint. –me despedí sonriendo y me dirigí hacia la habitación que me indicó. Pobre, se nota que no le va hablar con chicas. Quizás nunca habló con una y soy la primera. O simplemente no lo recuerda.

Encontré la puerta y la abrí lentamente. La habitación era pequeña, pero suficientemente grande para una sola persona, tenía una cama, una mesita, dos sillas y una pequeña ventana. Ben estaba durmiendo plácidamente. Sería una lástima que alguien lo despertara, pero tengo que contarle todo. Me senté en la cama.

—Ben, Ben despierta, Ben. —sacudí a mi hermano. No veía mucho por la oscuridad pero me di cuenta de que tenía unos cortes en la cara y algunos moretones. Abrió un ojo lentamente.

—¿_____?¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejó entrar? —interrogó confundido.

—Wow, si hubiera sabido que no querías verme, no habría venido. —me paré y caminé hacia la puerta.

—¡No, no te vayas! Ven, acuéstate. —susurró. Se hizo a un lado y me dejó un espacio en la cama. Volví y me tumbé junto a él. Me abrazó y me acurruqué en su torso.

—Newt me contó un poco de este infierno en el que estamos. —murmuré rompiendo el silencio.

—¿Qué te dijo? —curioseó. Le conté todo lo que me dijo Newt, él asentía y me miraba sorprendido.— Wow. Mucho wow.

—Sí. Ya quiero saber todo, me lo va a contar mañana. —confesé emocionada. Le di un beso en la mejilla y me separé.— Creo que me voy yendo, así te dejo descansar.

—¿Te puedes quedar aquí?¿Dormir conmigo? No quiero que duermas sola con tantos chicos cerca. —dijo. Con estas pocas horas que pasé junto a Ben, recordé que era muy sobreprotector.

—Claro que sí. —me acomodé en la cama junto a él, lo abracé devuelta y al rato me quedé dormida.

(...) 


Me hallaba en una gran habitación blanca. Había una cama, una mesita con sillas, un ropero y una puerta. Todo blanco.

¿Dónde estoy?

La puerta se abrió, dejando ver a una chica de pelo castaño y de unos 14 años, y a un hombre morocho de unos 30 años.

—Quiero ir con mi hermano. —se quejó la castaña.

—No. No lo verás más. Cuando comiencen las pruebas del Laberinto te borraremos la memoria y no lo recordarás. —espetó el hombre, sabiendo que eso iba a lastimar a la adolescente. La dejó en la habitación y se fue.

—¡No! ¡No por favor! ¡Es mi hermano! ¡Quiero recordarlo! ¡Por favor! —rogó gritando.

La chica gritaba, lloraba y pateaba la puerta. No lograba verle la cara.

La puerta volvió a abrirse y una mujer rubia entró, intentando tranquilizar a la muchacha.

—Shh... tranquila. —le limpió las lágrimas.— Voy a hablar con los encargados para que te dejen recordar a tu hermano.

La chica miró a la mujer y escuché como lentamente dejaba de llorar.

—¿En serio? ¿Harías eso por mí? —preguntó la castaña y la mujer acarició su rostro con suavidad, casi podía sentir su mano en mi mejilla, como si me lo estuviera haciendo a mí. 

—Haría todo por ti preciosa. 


Me desperté transpirando.

¿Quién era esa chica?

¿Quién era esa mujer?

¿Qué era ese lugar?

Las preguntas explotaban en mi cabeza.

Miré a mi alrededor. Por la ventana entraba luz, eso me indicó que ya era de día.

Ben seguía durmiendo profundamente. Ben. Es mi hermano.

Entonces lo recordé. Yo era la chica del sueño.

«The Beginning» Newt y tú (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora