Capítulo 10

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—Quiero ser corredora. —afirmé.

—¿Segura? —cuestionó con una ceja levantada. 

—Si, Nick. Ya lo decidí, no me hagas dudar.

—Entonces mañana empiezas. —decretó con una media sonrisa.— Tengo que hablar con Newt, para que te designe un compañero. 

—Okey, cualquier compañero. Pero que no sea él. Por favor. —pedí.

—En serio, ¿qué te pasa? —preguntó, cansado de que yo negara que algo me pasaba.— Te vi escapar de Newt, eso no es normal.

—Nada. —intenté evitar el tema. 

—¡Shuck! ¡Cuéntame! —gritó levantando las manos exasperado. 

—¡No! No te quiero contar. 

—Vamos, soy tu amigo. Puedes contarme lo que sea. —aseguró y suspiré rendida.

—Newtmedijoquesientealgopormí. —hablé rápidamente, me sentía Ben cuando me dijo que habían rumores sobre Newt y yo.

—Okey. No entendí nada. ¿Newt te dijo que siente algo por Minho? —preguntó confundido y reí.

—No, idiota. Por mí. Me dijo que siente que me conoce de antes, que soñó con mis ojos.

—Eso es raro. Muy raro. —comentó mirando al suelo. Miré su cuello y noté que tenía una fina cuerda que lo rodeaba, un collar.— ¿Y se puede saber porqué escapaste? 

—No sabía como reaccionar. —respondí encogiéndome de hombros. 

—Y decidiste ser corredora. —concluyó él sin entenderme.

—Ya lo había decidido, pero se lo conté a Newt y se volvió loco. Me dijo que no quería que entre al Laberinto porque tenía miedo de que me pase algo. —expliqué.

—Aww. Ternurita. Te quiere. —dijo y giré mis ojos.— ¿Pero te digo la verdad? Nunca había visto a Newt tan idiota. 

—¿Sabes qué? No me importa. Voy a ser corredora aunque él no quiera. —informé.— No me puede decir que hacer. Lo odio.

—No, no lo odias. Lo quieres.

—Lo odio.

—Lo quieres.

—Lo odio. Y si dices que lo quiero otra vez te corto a tu amiguito.

—Okey, okey, tranquila... Lo quieres. —murmuró rápidamente. Nick abrió la puerta del baño y salió corriendo. 

Gallina.

Salí de la Finca y fui a la cocina, no pensaba vengarme de Nick. Había unos pocos chicos levantados, la mayoría estaba durmiendo.

Me senté en una mesa vacía y me recosté en la silla. Luego puse la cabeza arriba de la mesa, dentro de mis brazos. Tenía hambre, pero no me quería levantar. Vi cómo Minho se dirigía hacia mí, con dos bandejas de comida. 

—Hola, Minho. —saludé, feliz porque sabía que una de las bandejas era para mí.

—¿Que tal, novata? No tuvimos tiempo para hablar, así que lo haremos ahora. —decretó y me pasó una bandeja.

—Gracias, me ahorraste el esfuerzo de levantarme a buscar la comida. —sonrió.

—Perezosa. —comentó agarrando su tenedor.— Oye, ¿qué le pasa a Newt? Hoy fue a buscarte para mostrarte los penitentes y estaba feliz. Ahora está insoportable. Cuando Newt está triste y enojado al mismo tiempo, es súper insoportable. —me rasqué la nuca.

—No lo sé. —mentí. Tomé una manzana y la mordí.

—Mientes. De todas maneras, no es necesario que me lo cuentes, ya me lo imagino. La cagó, ¿verdad? —preguntó con tristeza.

—¿Qué? No, no lo hizo. —aclaré jugando con el pedazo de panqueque que se encontraba en mi plato.— Simplemente lo ignoré y salí corriendo.

—Ayer practicó como decirte que siente algo por ti. —respondió, haciéndome sentir peor.— Eres una idiota.

—¿Puedes parar? En serio. Me haces sentir como la mala de la historia.

—Eres la mala de la historia. El pobre se pasó practicando y lo único que haces es salir corriendo. —dijo mordiendo su manzana. Me levanté enfadada y me dirigí a uno de los muros. Ignoré los llamados de Minho. Estaba enojada. Enojada con Minho por hacerme sentir mal, con Newt por confesarme cosas que no debería estar sintiendo, y especialmente, enojada conmigo misma, por ser tan infantil e idiota. 

No sé porqué lo hice, pero entré al Laberinto, rompiendo la regla más importante de este lugar, una de las que más me remarcó Newt. Y corrí. Recordando el camino. Derecha. Izquierda. Izquierda. Derecha. Izquierda. Izquierda. Derecha. Derecha. Corrí unos doscientos metros y volví. Hice el mismo recorrido de antes y cuando me faltaban algunos pasillos para llegar, me choqué con alguien.

—¡_____! ¡¿Que garlopa estabas pensando?! ¡Casi me da un infarto! ¡No puedes entrar al laberinto! ¡Shuck! —me retó Newt, gritándome. Me tomó de los hombros, me atrajo hacia él y me abrazó.— Maldita sea, _____. Nunca más lo hagas. Pensé que te ibas a perder y no te íbamos a encontrar jamás. Me imaginé un montón de cosas posibles que te podrían haber pasado. Y creí que no te volvería a ver.

—Lo siento, Newt. No creí que te ibas a preocupar tanto.

—¿No escuchaste nada de lo que te dije hoy? Hiciste este lugar algo más feliz para mí. —seguía abrazándome. Pero yo no le respondía el abrazo.

—Newt. Creo que deberíamos volver. —dije incómoda.

—Abrázame. No me hagas esto _____. Si soy tan feo o despreciable me lo tienes que decir. Dime que no me quieres. Pero no me dejes así. —murmuró en mi oído. Suspiré y lo abracé.

—Lo siento, rubio. En serio. Reaccioné como una idiota. Lo siento. Pero es que recién te conozco. —lo solté y me separé. Tenía los ojos llorosos, pero no le caía ninguna lágrima.— Primero quiero conocerte mejor, ¿de acuerdo? —asintió. Comencé a correr hacia la salida y vi un montón de habitantes acumulados en la puerta. Cuando llegué se hicieron a un lado y me dejaron pasar. Corrí al bosque y me senté debajo de un árbol. Miré a mi alrededor. Estaba rodeada de árboles y había hojas en el piso. Puse mi atención en un árbol bastante grande que había a mi izquierda. Un destello plateado subió por el tronco. Me paré y lo seguí con la mirada, pero se me escapó y no lo pude ver más. Me recosté en el árbol. ¿Qué era eso? Nunca había visto algo así. Froté mis ojos y bostecé, minutos después, me dormí.

Devuelta en esta habitación. La chica de antes, ahora se veía un poco más grande. Estaba acostada en su cama, leyendo un libro que no pude distinguir. Se escucharon unos golpes en la puerta y una llave pasó por debajo de esta. La chica, bueno, yo tomé la llave y abrí la puerta. Me acerqué a ella y la toqué esperando que me viera, pero cuando abrí los ojos estaba en su cuerpo, era como estar viviendo mi pasado devuelta. Salí de la habitación y me encontré con un chico rubio. Newt. ¿Que hacía en mi sueño? Me tiré encima suyo, lo abracé y comencé a llorar.

—¿Es verdad que te vas mañana? —susurré en su hombro.

—Si. —respondió y comencé a llorar más fuerte.— No llores, _____. Tranquila. Nos volveremos a ver.

—P-pero n-no t-te voy a r-recordar. —tartamudeé intentando calmarme y respirar profundo.

—Yo sí. Nunca me olvidaría de tus ojos. Y menos de tus labios. —y me besó.

«The Beginning» Newt y tú (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora