Jonathan Crane

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—Porqué soy tu padre, por eso.

—¿Y qué? —cuestionó una pequeña pelinegra, idéntica a Jonathan, mirando con enojo a su padre, no quería irse de la casa en la que creció con su madre.

—¡No me grites Sáhara!

—¡Te gritaré lo que quiera! ¡Da, da, da! ¡No me mudare a esa estúpida casa!

—¡Eso es todo! ¡Te mudaras conmigo a la casa! ¡Eso te gustará y es el fin!

—¡Te odio, te odio! ¡Ojalá hubieses muerto tú y no mamá!

—¡Te odio igual pequeña mierda! ¡Tú y tu madre arruinaron todo, mi vida, y yo sólo la quiero devuelta! —gritó Jonathan y Sáhara dejó de mirarlo con enojo, reemplazando el odio con dolor, sus ojos se habían cristalizado y el tono rojizo desaparecía de sus mejillas. —oh no, no, lo siento Saha, lo siento cariño. —dijo acercándose intentando abrazar al menor.

—¡ALÉJATE DE MÍ!

—Cariño, ven. —dijo Rachel estirando sus brazos, Rachel Dawes, la hermana de su ex novia y la madre de Sáhara, Diane Dawes brazaba a Sáhara, su hija, hija de su hermana y él.

Jonathan miró la escena, acercándose a su bolso, sacó un líquido extraño y su máscara.

—¿En serio? ¿Vas a beber?

—Tienes razón. —dijo tomando su bolso, poniéndolo sobre su hombro. —tienes toda la jodida razón, Rachel Dawes, quédate con Sáhara.

—¿A dónde vas? ¿Vas a abandonar a Sáhara? —Jonathan no respondió, sólo tiró el líquido extraño en el piso y ajustó el bolso a su hombro, mientras que en su otra mano, su máscara.

Una vez más, Jonathan Crane había discutido con su hija, unas horas después del funeral de Diane.

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