Jim Gordon

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—Detective Gordon, tengo una notificación del caso que seguíamos hace años.

—Gracias señorita Bolton. —murmuró Jim mirando la foto del pequeño rubio que aparentemente era su hijo.

—Jim. —dijo Harvey llegando. —tengo información sobre el pequeño.

—¿En serio?

—¡Detective Gordon! —gritó la pelirroja. —¡Le estoy diciendo que...

—Sí, sí te oímos ahora cállate y sal. —dijo Harvey señalando a la pelirroja quien gruñendo aceptó saliendo del lugar.

—¿Qué pasó?

—El niño, es rubio y es lindo, no creo que sea tú hijo.

—Diane era preciosa, tal vez sea eso.

—Umh, bueno, el niño tiene seis años y mide 1.43, pesa veinte kilos y es alérgico a la vainilla sin batir.

—¿Qué?

—Raro ¿No? En fin, se parece un poco a ti, sólo que tiene la nariz de Diane ¿Por qué se separaron?

—Le llevaba a Diane siete años, se embarazó y por miedo a arruinar mi reputación la dejé.

—Qué maldito eres.

—¿Crees qué no lo sé?

—¿Ella tenía dieciocho años y tu veinticinco cuándo eso pasó?

—Sí.

—¿La dejaste a su suerte con un bebé? Que marica Jim.

—Me arrepentí y la busqué.

—Bien, ella no te necesita.

—¿Disculpa?

—Diane Versace es la dueña de la empresa Versace.

—¿En serio?

—¿No lo habías pensado?

—No sabía que ese era su apellido.

—Pues lo es.

—¿Diane se convirtió en empresaria?

—Parece ser que sí, Jim. 

—Quiero toda la información de ese niño, Harvey. 

—Lo sé Jim, pero... 

—¿Pero? ¿Acaso dijiste pero? 

—Jim ¿Estás seguro? 

—Más que nunca, hoy recuperaré a mi hijo.

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