Icebergs (parte 1)

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No puedo creer que con unas simples palabras él provocara ese efecto en mi, muy pocas cosas veces en mi vida alguien a logrado esto.

Él me miro a los ojos, y juro que por un momento sentí el mundo detenerse.

— Mai, venías a hablar conmigo acerca de el clan, no venías a seducirme, pero si ese era tu plan... Creeme que lo estas logrando – terminó de hablar y ya no podía más, así que voltee rápidamente como si no le hubiera dado gran importancia a el asunto.

— No digas tonterías Carlos – dije sin una pequeña pizca de gracia – dime ¿que quieres hablar conmigo?.

— No – dice y yo rápidamente frunzo el ceño, al notar eso agregó –: aquí no podemos hablar de eso, tiene que ser en un lugar... – hace una pequeña pausa y juro que en un momento pude ver un rayo de picardía – más privado.

Un guiño por parte de él acompañó sus palabras y yo hago lo posible por no mostrar el efecto que hizo en mi esa mirada.

Empiezo a carcajear como si mi vida dependiera de ello y Carlos me ve de una manera extraña.

— ¿Que? – termino por decir – ¿nunca habías visto a alguien reírse?.

— Si – el hizo una pausa que sentí como si fueran horas – pero esa risa no fue normal, es como si escondiera algo... No se – me mira fijamente y sonríe de una manera casi siniestra – ¿estas nerviosa Mai?.

Mis ojos se abrieron a más no poder y mi expresión le causó gracia a él, porque al ver mi cara de asombro, él se echó a reír.

— Tus expresiones son muy graciosas, linda – dijo entre risas, pero lo suficientemente claro para que yo lo entendiera.

Siendo sincera, me sentí extrañamente a salvo en ese instante con él.

Cielos... Tenía una sonrisa muy hermosa y su pelo se veía tan suave que querías tocarlo.

— Hey, tenemos un asunto serio de que hablar – se detuvo en seco – se me estaba olvidando, vamos... A un lugar más a solas.

Me agarró de la mano y yo lo seguí, fuimos a un lugar que parecía otro mundo. Honestamente nunca había ido a un  lugar así, pero en las películas, series y novelas que acostumbra a ver con mi abuela los había visto, así que no había duda, eso era una discoteca.

Había muchas personas en el lugar, un bullicio impresionante, todos saltaban de un lugar a otro bailando.

Incluso vi a un par de parejitas metiéndose la lengua hasta la garganta. Me pareció absolutamente repugnante, pero a medida que avanzabamos había más privacidad, por lo tanto más parejitas en lo suyo, y algunas que otras pienso y estoy segura de que estaban haciendo otra cosa.

Carlos no me soltaba la muñeca, tenía un agarre fuerte y firme, la verdad lo único que me molestaba era que si le preguntaba algo él no me respondía. Pero tal vez es que no me escucha, la música está ensordecedora, así que no me sorprendería.

— Carlos – dije para tratar de llamar su atención, nuevamente.

— Hmm – musito.

— ¿Si me escuchabas hace rato cuando te preguntaba a dónde íbamos? – pregunté y mi voz salió más inocente de lo que pensé.

Tal vez estar en un lugar así me hizo darme cuenta internamente de que soy más inocente de lo que pienso.

Carlos me soltó la muñeca y en una maniobra rápida me agarró de las dos muñecas y las colocó por encima de mi cabeza inmovilizandome.

Me acorraló contra la pared y acercó su rostro al mío.

Sentí como mi corazón aceleró su marcha y no lo culpo él estaba demasiado cerca.

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