Tal vez fue el destino, o simple casualidad.

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Veo a una sonriente Míriam parada frente a nosotras, luciendo absolutamente hermosa.

— Pasen – nos dijo sin dejar de sonreír y apartándose del camino para dejarnos entrar.

— Te ves muy linda, Miri – le digo con una sonrisa genuina y ella me da un abrazo.

— Estoy emocionada de que estén aquí – Nos mira a las tres y saluda a Coraline y a Nicole también con un abrazo – Estoy feliz de verlas de nuevo.

Míriam conoce a Coraline y Nicole des hace un par de meses, pero aún así se llevan muy bien. Ella fue la que me dijo que las invitara.

— Muy linda tu casa – dice Nicole viendo al rededor.

Por lo visto un siesta era lo que necesitaba para que el alcohol en su organismo fuera perdiendo efecto.

— Gracias... – hace una pequeña pausa en condición – Espera, eso es ¿Vodka?.

— Que buen olfato – decide hablar Coraline.

— ¿Fueron a una fiesta antes de esta y no me invitaron? – bromeó Míriam.

— A veces cuando está nerviosa toma – señale y ella pareció entender todo.

— Oh... Ya veo. Pero ¿nerviosa por qué?.

— No lo sé, eso es lo que me ha preguntado – Coraline se encoge de hombros y Nicole da una risilla nerviosa.

— Es que pensé que habría muchas personas – se sonrojo levemente y siguió – a veces me da pena socializar, depende el lugar donde esté.

— Ah, ok. En realidad sí hay varias personas, solo que están en el jardín trasero – señala una puerta grande que está abierta y da la vista hacia el jardín – Aquí solo está una parte.

— Yo quiero ir al jardín – dije un poco emocionada.

— Vayamos entonces – hace una pausa – Y ¿Nicole?.

— ¿Si?.

— No tienes porque preocuparte, eres una gran chica, se te hará fácil socializar – ella le da una sonrisa de boca cerrada a Nicole quien la ve y le sonríe de vuelta.

— Gracias.

— No hay de que.

Pasamos al jardín trasero, y Míriam no mentía al decir que hacía más personas. El jardín trasero era gigantesco y tenía a muchos jóvenes bailando al ritmo de la música. Veo hacia abajo y efectivamente, la grama era artificial.

Bien jugando, Míriam.

La veo de reojo y ella hace lo mismo, me da un pequeña sonrisa para luego girarse a nosotras y decirnos algo.

— Bien chicas, las dejó aquí. Suerte, voy a atender a algunos invitados que están en la sala. Si gustan tomar algo, allí hay una mesa con todo tipo de licor, son libres de tomar lo que quieran.

Finalizó y caminó entre nosotras para adentrarse en la casa, no sin antes darnos una pequeña sonrisa a todas.

Me doy la media vuelta para adentrarme en el jardín seguida de una penosa Nicole y una cascarrabias Coraline.

Vamos a la mesa en la que están la bebidas y de camino siento la sensación de ser vigilada.

No, otra vez no. Por favor.

Empiezo a ver hacia todas las direcciones posibles y no veo a nadie en específico.

La mayoría están bailando, o platicando. Algunos solo bebiendo sentados en los muebles de jardín que se encuentran aquí.

El sol cae, y la luz es poca, por lo tanto alguien activa unas luces de colores, parecidas a las de los clubes. El sonido de la música, más las luces y el olor a alcohol me hace sentir como en uno, así que poco a poco con un par de tragos en el organismo me voy dejando llevar por la música, y muevo mis caderas al ritmo hasta llegar a la pista de baile.

Sí. Sorprendentemente la nueva casa de Míriam tiene una pista de baile.

Se pudiera pensar que la compró pensando en hacer varias fiestas, y reuniones especiales.

Siento nuevamente una mirada sobre mi, pero decido ignorarla.

Alguien me toca el hombro por detrás y yo doy un pequeño brinco ante el toque.

— ¡Mai! – me saluda una un poco tomada Melany – ¿como estás? Linda fiesta ¿no?.

Le doy una sonrisa y ve el vaso que sostiene. Lo que sea que está tomando ya lleva varios tragos de eso.

— Melany, todo bien ¿y tú? – hago un pequeño gesto con la mano – se ve que la éstas disfrutando – digo refiriéndome a la bebida en su mano.

– Ella me da una mirada cautelosa, como si estuviera buscando algo en mi rostro, y procede a hablar – ¿me estás juzgando? – frunce el entrecejo y yo muevo la cabeza de un lado al otro para darle a entender la negativa a su pregunta – Ehmm, la verdad sí la disfruto, ¿quieres un poco? – me ofrece de su vaso.

— No, gracias. Estoy tratando de no beber mucho. Tal vez sea la única que quede en condiciones para manejar al final de la fiesta – señalo a Coraline que ha estado tomando vaso tras vaso de alcohol.

— Ouuu, si no te molesta ¿tal vez me puedas llevar a mi casa al final de la noche? – se encoge de hombros en una manera inocente.

— Si no te me pierdes, sí.

Ella se me abalanza para darme un abrazo y el olor de perfume mezclado con ginebra llegó a mis fosas nasales, y justo cuando abrí los ojos por el golpe del olor vi unos ojos muy familiares observandome.

Dejé de abrazar a Melany, no sin antes susurrarle un - ya vuelvo - y empezar mi caminata hacia el dueño de esa mirada tan pesada.

— Hola otra vez, chico de el mall – lo saludé lo más cordial que pude y el siguió mirándome, solo que esta vez la diversión era obvia en su mirada – al parecer el mundo es más pequeño de lo que creí.

El poco alcohol en mi organismo hacía efecto, así que mi lado más extrovertido salió a la luz.

— Sé que soy preciosa, no hace falta que me mires así – lo apunté mientras le di una sonrisa ladeada.

Para mi sorpresa él habló. Pero no como yo esperaba, sino de una manera más directa.

— Exactamente, eres preciosa. Por eso no es fácil quitarte la vista de encima – de dió una sonrisa coqueta y yo me quedé helada en mi sitio – no me digas que te quedaste sin palabras – bromeó.

— Simplemente me agarraste desprevenida – me crucé de brazos y el me extendió una mano.

— ¿Me concedes esta pieza? – hizo una pequeña reverencia, yo sonreí y rode los ojos.

Vamos, es guapo. Y por lo visto le gustas.

Mi conciencia no tardó en aparecer, y yo seguí su concejo.

Le di mi mano, la cual el tomó y me llevó a la pista de baile.

En ese momento estaba sonando alguna canción lenta, y en esa pista de baile, esa noche, en esa fiesta pasó algo. Algo que no estaba segura de si era bueno o malo, solo lo disfruté y me dejé llevar por el momento.

Tal vez fue el destino, o fue simple casualidad.

Pero de lo que estoy segura es que hace tiempo no me sentia así.

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