Me encontraba en una situación muy difícil, pero tenía que salir de ello, me sería difícil, pero lo tengo que hacer, por el bien de muchas personas, tengo que entrar a el clan de Los Icebergs para ayudar a los demás y destruir el clan desde adentro.
No sé de donde agarré fuerzas he hize la misma maniobra que ella, con rapidez me incorporé y mi cabeza dolió, toqué la parte trasera de mi cabeza que para mí sorpresa estaba húmeda, vi mi mano, y aunque por la poca luz que había no podía ver el color carmesí en mis manos, pude notar que estaban manchadas de sangre por el color oscuro en ellas y el olor metálico que emanaban.
Genial, estoy sangrando. ¿Algo más que quieras agregar destino?.
Me sentí estúpida hablándole al destino, pero creo que el golpe en la cabeza me afectó o tal vez de un momento a otro empeze a creer en él. Con el rabillo del ojo pude ver que la mujer se empezaba a incorporar nuevamente.
¿Es enserio?.
Me coloque en posición de ataque y arremetí contra ella, la golpee tanto como pude. Incluso en un momento sentí que empezó a sangrar, pensé en las marcas que esto le dejaría y me arrepentí internamente.
— Lo siento – musite y al parecer ella me escuchó porque hizo un ademán con la mano de que había algo en su bolsillo.
Ella tenía un pantalón con varios bolsillos, era como una tela fuerte pero a la vez cómoda, visualize una cuerda, muy parecida a la que tenía el chico que me habia golpeado con la katana, y ahí lo entendí, supe que tenía que amarrarla y todo acabaría, entonces deslice mi mano por el bolsillo de ella, pero sin bajar la guardia ni un solo segundo, o sería mi fin – tal vez exageré con eso último, pero en mi defensa esa mujer era muy ágil y fuerte – tenía que hacer esto rápido o se acabaría mi tiempo. Faltaban 3 minutos para que acabara el tiempo estipulado, así que me apresure a amarrarla, no fue tan difícil ya que ella estaba muy débil y no podía hacer mucho para luchar.
Me levanté de allí dejando a la chica tendida en el suelo, no sin antes decirle que lo sentía – nuevamente – y ella me respondió en un siseo casi inaudible.
Toqué la puerta y alguien que estaba esperando detrás la abrió poco a poco, y eso ayudó a que mis ojos se acostumbraran a la luz y pudiera ver con claridad.
Dentro había un hombre sentado en una silla giratoria, y a su lado estaba Carlos, quien en cuanto me vió colocó una sonrisa de oreja a oreja, pero poco a poco su cara de felicidad fue transformándose en una de preocupación.
Cielos... ¿Tan mal me veo?.
Dijo mi conciencia.
Mi entrecejo se fruncio en una total muestra de confusión, y al parecer él lo notó y relajó un poco su rostro. Gesticulé con mi boca un "estoy bien" haciendo que él me diera una mirada cálida.
El hombre al lado de Carlos me miró con detenimiento de arriba a abajo y me sentí analizada. Supuse que era El Iceberg y no me equivoqué al escuchar por su propia boca que ese era su alías.
— Supongo que tu eres Mai, ¿cierto? – yo abrí mi boca para afirmar lo que había dicho, pero antes de que yo pudiera siquiera emitir algún sonido el respondió a su propia pregunta – por supuesto que si lo eres, Falcón a hablado mucho de tí. Yo soy Iceberg.
¿Falcón? Ese debe de ser el alias de Carlos.
Me límite a asentir y él me dió una mirada de aprobación.
— Eres bienvenida a el clan de Los Icebergs – sonreí más para mi misma que para él – ¿cual quieres que sea tu alías?.
Supongo que esto será muy tonto, pero al principio quería ser La Reina de Hielo pero desde que Carlos aquel día me dijo que conmigo combinaría algo como: Flor Roja eso quedó en mi mente dando vueltas y al final me agradó ese alías.
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Maquillaje
RandomMai era una chica que tenía una vida tranquila, querida por todo el mundo y mimada por su madre, pero lo que ella no sabía era que un día de compras como cualquier otro sería el día que cambiaría su vida drásticamente