Amigas, es una palabra que hace tiempo Mai no pronunciaba, desde que murió su abuela, su vida se ha convertido en un completo y absoluto caos, se ha envuelto en miles de cosas.
Dejó la institución en la cual estudiaba y con ella sus antiguos amigos, que aunque no era muchos, ella los quería como si fueran sus hermanos, de hecho, a varios de ellos había llevado a su casa a comer los deliciosos pasteles que su abuelita preparaba con mucho cariño.
Las tardes de charla.
Las pijamadas con sus amigas, en las cuales hablaban de sus crush, se volvían locas. Y Mai no era la excepción ella hablaba mucho de su crush.
Daniel.
El era un chico alto, elegante he atlético. El típico chico lindo de su colegio, todas las chicas babeaban por el, y la verdad no es poca cosa, ese chico con su cabello rubio hasta unos centímetros más arriba de su oreja, su nariz perfectamente perfilada, su cara parecía una escultura, una obra de arte, su cutis era perfecto sin ninguna mancha, a excepción de su sexy lunar arriba de su labio superior, ese lunar que Mai quiso besar tantas veces, pero gracias a su incontrolable pena no pudo hacerlo, ella ni siquiera podía estar frente a el, así fuera dos metros los que los separaban no podía evitar ponerse nerviosa y casi muda, solo lo detallaba mientras él le hablaba y ella prácticamente estaba en un trance mientras lo veía y sonreía, quien diría que mucho antes de eso ellos eran como mejores amigos.
Los recuerdos invaden la mente de Mai y lágrimas empiezan a brotar de sus ojos, llega a su habitación, se tumba en la cama como si fuera una muñeca de trapo y empieza a mirar el techo y se funde en sus pensamientos.
«Todo ha sido un completo desastre desde la muerte de mi abuela, es como si el universo conspirara contra mi para hacerme pagar quien sabe que, perdí tantas cosas, perdí a mi abuela, perdí a mis amigos, a un posible novio, perdí mi virginidad, perdí la felicidad, perdí la libertad, perdí la cordura, perdí muchas cosas ¿Por qué? ¿Por qué la vida se empeña en quitarme cosas?, puede que ahora tenga estabilidad financiera, una casa enorme... Que digo casa, mansión, pero esto yo nunca lo pedí».
Comienzan a salir lágrimas de impotencia de los ojos de Mai.
«Solo quiero... No, necesito amigos, alguien que esté ahí para mí, que me de consejos, que me trate bien, que me de abrazos, que me consuele cuando esté triste, yo solo quiero sentir el amor, el calor de un abrazo, desde que me mudé no he recibido ni un solo abrazo sincero sin que se quieran pasar conmigo, la única persona que me daba abrazos era mi padrastro, ese hombre que maté hace unas horas, y él solo lo hacía porque quería sentir mi cuerpo contra el suyo».
Una furia emana de ella, y solo quiere salir corriendo de ahí.
«Odio en lo que se ha convertido mi vida en estos 6 meses desde que me mude de casa de mi vecina».
Un sonido de toques leves a la puerta inunda la habitación en completo silencio, Mai se asusta y se sobresalta recordando los toques leves que daba aquel hombre antes de entrar en su habitación, ella oye como se abre la puerta y atemorizada se coloca en posición fetal en el espaldar de la cama y susurra: «por favor no me hagas nada» su cuerpo se tensa y se oye una voz femenina.
— Mai ¿Estas bien? ¿Te duele mucho la cabeza? ¿Quieres que llame un doctor? – dice Paola mientras en sus manos sostiene una bandeja con dos frascos de pastillas y un vaso de agua, al no escuchar respuesta de Mai, Paola se preocupa y coloca la bandeja en la mesita de noche junto a la cama y se sienta en la orilla – Mai ¿Que tienes? Me estas preocupando – Paola le pone una mano en el hombro a Mai y eso provoca que ella salga del trance en el que se había metido.
— ¡No me toques! – grita y así hace que Paola de un pequeño brinco en la cama.
— ¿Que pasa? ¿Acaso hice algo malo? – pregunta Paola con un gesto confundido.

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Maquillaje
OverigMai era una chica que tenía una vida tranquila, querida por todo el mundo y mimada por su madre, pero lo que ella no sabía era que un día de compras como cualquier otro sería el día que cambiaría su vida drásticamente