Vaya suerte.

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Heiner

Un par de meses después.

¿Mi vida?.

Mi vida no ha sido la mejor de todas.

A muy temprana edad tuve que aprender a defenderme solo.

Mi padre casi nunca se encontraba en casa pues era militar, y mi madre siempre estaba enferma así que no era de gran ayuda.

Yo por otro lado era un chiquillo inquieto, con deseos de explorar o ser alguien importante. Y en cuanto cumplí 18 años mi deseo se hizo realidad.

Aunque tal vez no era tan genial como lo pensaba, me convertí en un agente especial.

— Agente Volkov – llamó mi jefe con voz firme – ¿ya la operación D'Ivoire está en marcha?.

Con la operación D'Ivoire sabía exactamente a lo que se refería.

— Sí, señor – confirme casi en automático – la he estado invitando a salir, y todas esas cosas que hacen los novios. Si todo marcha bien, me llevará hasta su madre en un par de meses.

— Perfecto.

Y con eso se retiró.

Hace mucho tiempo he perdido los sentimientos, o la sensibilidad por otra persona que no sea yo.

Lo sé, suena muy cruel. Pero así debo ser.

No debo querer.

Debo poder.

No debo sentir.

Debo pensar.

No debo amar.

Debo analizar.

Esa ha sido mi vida durante los últimos 5 años. Sin sentimientos.

Si involucro sentimientos puedo terminar mal.

El celular que tengo asignado para la misión vibra en mi bolsillo.

Es la señorita D'Ivoire.

M. D'Ivoire: Buenas tardes, chico de acento atrayente. ¿Estás muy ocupado para una llamada?.

Miré el celular por unos instantes para pensar alguna respuesta negativa ante su pregunta, pero lo suficientemente cursi para que no se moleste.

Yo: Para mi chica se supone que nunca estoy ocupado, pero estoy en una reunión imprevista y no puedo atender llamadas. ¿Quieres seguir hablando así?.

Envié el mensaje y lo revisé un par de veces.

Me siento como un puberto.

¿Para qué me asignaron esta misión tan fácil?.

Recordé la palabras de mi jefe al darme esta misión.

— Eres joven, y tienes buen físico. Será fácil para ti enamorar a la señorita D'Ivoire. Otros chicos de la agencia no tienen la misma suerte que tú.

Vaya suerte.

Aunque la señorita D'Ivoire no tiene mal físico, al contrario es demasiado guapa.

Demasiado... No Heiner, no eres un puberto.

De todas formas no me gusta hacer creer a una joven que estoy perdidamente enamorado de ella, cuando no es así.

Siento lástima por ella.

No, no puedo dejarme ablandar por nada ni nadie, menos por ella.

M. D'Ivoire: Bueno, está bien. Pero luego debes de recompensarlo ¿sí?.

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