Esta noche promete.

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Llamenme floja, pero luego de bailar dos o tres canciones con Heiner me encontraba exhausta.

Nunca he sido de las personas que pueden durar horas bailando; pero al parecer mis dos amigas sí. Desde hace aproximadamente dos horas estoy viendo como Nicole está bailando con un chico alto y de pelo cobrizo en la pista. Y no hablemos de Coraline, ella cambia de pareja cada 30 o 15 minutos, es imposible no reírse ante el espectáculo que está armando junto a una chica que se le unió para bailar.

Ella no parece ser del tipo extrovertida, pero cualquiera con un par de tragos en su sistema puede volverse hasta un cantante; eso lo digo por Melany, quien se ha encargado de no perderse en ningún momento, no solo ha llamado mi atención, sino la de muchas personas.

¿Quien diría que en una fiesta por la compra de una casa habria hasta un karaoke?. Extraño ¿cierto?. Bueno, en mi defensa, ninguno de mis amigos son normales.

Melany estaba cantando a todo pulmón en el karaoke la canción de Selena Gómez "Como la flor". Al parecer mi amiga consiguió un club de fans, porque al rededor de la pequeña tarima habían unos cuantos chicos mirándola cantar; debo admitir que a pesar de las veces que desafinaba y su voz no era la más melodiosa de el mundo, no sonaba del todo mal, había escuchado peores.

— ¡Eso Melany! – la alenté a pesar de ser consciente que ella no me escuchaba.

El chico a mi lado seguía cada uno de mis movimientos con esa mirada tan misteriosa que tenía.

— Oye, no me mires así. Es incómodo – espeté, él pareció comprender y volteó su vista hacia otro lado.

— Lo siento, a veces no puedo evitarlo.

Parecía sincero, así que era mi hora de mirarlo descaradamente.

Lo observe de pies a cabeza, no era un chico muy alto, y tenía algunos rasgos maduros, tal vez era un par de años mayor que yo, su piel era muy blanca, casi pálida, tenía la ojeras un poco asomadas, tal vez no tuvo una buena noche, tenía unos ojos grises preciosos, pero lo suficientemente profundos como para eclipsar cualquier pensamiento de huida.

Al parecer mi mirada lo puso un poco nervioso, porque humedeció sus labios y mi atención se fue a ellos. Eran finos, pero algo en ellos decía el que eran suaves, y de repente me dió ganas de comprobar si eso era cierto.

Cálmate niña, pareces puberta.

Lo soy.

Osea, tengo 19 años, y aún mis hormonas piden cosas... Creo que con eso me di a entender.

— Lindos labios – dije sin antes pensar.

— ¿Quieres probarlos? – me dió una mirada socarrona.

Oh no, esa era mi tarea. Espera, ¿dijo lo que creo que dijo?.

Me está seduciendo.

Y como no, me voy a dejar.

Mierda. ¿Que tenía este alcohol?.

Nada, tu misma te lo serviste. Todo es culpa de tus hormonas. Controlalas.

Me exigió mi conciencia. Pero ¿quien soy yo para hacerle caso?.

Una sonrisa coqueta se asomó en mis labios, y su vista se dirigió a los míos.

— Tu también tienes lindos labios – ok, eso ya es coqueteo.

— ¿Quieres probarlos? – le devolví el comentario y el sonrió dándome a entender una cosa.

Sí quiere besarme.

Oh por Dios, no pensé que llegaría tan lejos con esto.

Un extraño nerviosismo me invadió y mi corazón comenzo a palpitar fuerte en mi pecho.

Creo que necesito otro trago.

Lo vi acercarse lentamente a mi, y sentí mi confianza desvanecerse.

¿Donde está el alcohol cuando lo necesitas?.

Sus labios se abrieron en anticipación, sus ojos se cerraron, y con una de sus manos me agarró de la cintura para atraerme más a él.

Es encerio, necesito una botella ¡urgente!.

Su mano firme se entrelazo en mi cabello y finalmente nuestros labios tímidos se encontraron. El toque de sus labios con lo mios envió una pequeña corriente por todo mi cuerpo.

Y en ese momento lo recordé.

Recordé los dulces besos de Carlos y su mano en mi cintura lo hizo un recuerdo latente.

Y pasó.

Profundice el beso de una manera más desesperada. Me aferre a su cabello, y mis labios se movieron en perfecta sincronía con los de él, haciendo que la sensación se vuelva cálida y agradable.

Sus labios eran suaves y me sentí como en el cielo. Pero tan pronto me separé de él en busca de aire, y vi sus ojos grises en lugar de los azules de Carlos, me sentí la persona más malvada de el mundo. De alguna manera lo había usado, y eso me hizo sentir terrible.

Lo empujé lejos de mi cuerpo, para susurrarle un -lo siento- y salir corriendo lo más rápido que pude de allí. Su expresión desconcertada me dejó pensativa, pero aún así no quise regresar.

— Por Dios, ¿que hize? – murmure para mi misma, luego de haber cerrado la puerta de el baño.

Me senté en el suelo del baño mientras frotaba mis labios de una manera desenfrenada. Tal vez tratando de borrar la agradable sensación que sentí al besar a Heiner. Tal vez fue porque recordé a Carlos, que por eso me gustó tanto, o fue por él.

No lo sé, pero me siento terrible.

Salí de el baño y me encontré a una fila de chicas esperando para entrar. En la fila pude reconocer a una chica, era Nicole.

— Niqui – le dije en forma de saludo.

Ella se extendió a mi para rodear sus brazos al rededor de mi cuello.

— Alguien ha tenido una noche salvaje – hizo un gesto sugestivo y con eso recordé que no me retoque el labial.

Genial, ahora todo el mundo sabrá que me besuquee con alguien.

— Solo, olvídalo – le dije haciendo un gesto – ya debemos irnos ¿donde está Coraline?.

Nicole apuntó con su debo índice hacia la pista de baile, pude visualizar a Coraline bailando hasta abajo, y la veían muchos chicos que se encontraban alrededor de ella.

Ok, creo que iré a sacar a mi mejor amiga de allá.

Caminé con pasos firmes hasta donde se encontraba Coraline, con Nicole agarrada de la mano, quien no daba pasos tan firmes.

— Coraline – dije para llamar su atención, ella dejó de moverse para fijar su vista en mi – ya nos tenemos que ir – la agarré con mi mano libre y ella hizo un pequeño intento de llevar la contraria.

— No puedo manejar ¿no ves mi estado? – dijo, señalandose a si misma.

— Por algo yo estoy en perfectas condiciones, no he tomado tanto como tu, así que puedo manejar – finalize y la cogí de la mano para llevarmela.

Dejamos a ese montón de chicos atrás con ganas de ver a Coraline bailando. Pero luego recordé otra cosa.

— Chicas, vamos a buscar a Melany – señale a la chica que aún sostenía el micrófono cantando.

— Está buena la música – dice Nicole en un tono burlón.

Rodé los ojos y camine hacia donde estaba Melany, ella me vió y sin protestar finalizó la canción y se bajó del escenario para seguirme con pasos tambaleantes.

Esta noche promete.

Llevaré a tres señoritas borrachas a sus casas.

¿Qué podría pasar?.

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