Icebergs (parte 2)

0 0 0
                                    

La confusión llegó a mi en un acto tan repentino como frustrante, y es aquí donde me pregunto: ¿En que me he metido?.

Mi deseo por hacer que las personas malas y frívolas desaparezcan ha llegado a tal extremo que me he metido el un lío del cual podría, o no, salir viva.

Quise darme la vuelta para tocar la puerta como loca y salir corriendo en cuanto la abrieran. Pero una figura alta y corpulenta me detuvo.

Hola Dios, soy yo de nuevo.

Mi mente está hecha un caos, pero mi instinto de supervivencia me dice que corra y no me deje atrapar.

Siento la presencia de aquel hombre detrás de mi, su objetivo era atraparme, haré hasta lo imposible porque eso no pase, pero hay un problema.

Casi no puedo ver.

Cerré los ojos con fuerza como si eso me ayudara a ver en la espesa oscuridad que se encontraba en esa bodega.

Y como si los ángeles del cielo me hubiesen escuchado, la luz se empezó a notar en un pequeño destello, esto me ayudó a visualizar un poco más mi entorno. Vi a una persona que se acercaba a mi con algo que parecía una palanca de metal, por un segundo tuve miedo, pero no podía permitirme dudar en ese instante.

Hize una maniobra con mi cuerpo, di una vuelta haciendo que el hombre que se aproximaba a mi apresuradamente chocara con el otro hombre que me venía persiguiendo desde que entré a la bodega. Me reí un poco, pero en cuanto bajé la guardia el hombre con la palanca de metal aprovechó para engancharla a mis pies y jalarla para que yo cayera, y logró su cometido.

Caí a suelo estrepitosamente, no pude evitar soltar un quejido de dolor y mis musculaturas dolieron mucho, me di un pequeño golpe en la cabeza, pero fue lo suficientemente fuerte para dejarme aturdida.

Todo a mi alrededor empezó a dar vueltas y me sentí mareada y un poco confundida, me traté de incorporar tambaleandome de un lado a otro. Escuché un quejido masculino y esa fue mi señal para correr lo más rápido que pueda, estoy segura que hay más hombres escondidos por ahí, pero no logro verlos.

— Icebergs, ¡salgan! – una voz masculina demandó, y supe que efectivamente no solo eran ellos dos.

Pude ver 4 siluetas aparecer desde la oscuridad, todas de diferente contextura. A pesar de eso el Fondo de la bodega estaba cerca, más cerca de lo que pensaba, porque ellos estaban haciendo todo lo posible para hacerme tardar mucho.

Aproximadamente me faltan 10 minutos, o no lo sé. Tengo ganas de vomitar, pero probablemente eso sea por el golpe que recibí en la cabeza.

Vi a una de las siluetas aproximarse a mi, con una velocidad extremadamente rápida, casi no me dió tiempo de reaccionar. Cuando me di cuenta el hombre estaba encima de mi, y traía una cuerda – tengo una idea de para que – Carlos me había mencionado algo acerca de que me iban a atrapar. Eso no puedo dejar que pase.

El hombre cometió el error de concentrarse más en la cuerda que en mi, cosa que para mí fué beneficiosa. Aproveche para rápidamente con mis manos agarrar la cuerda que tenía en la mano y pasarla por su cuello, haciendo que él mismo se ahorcara con ella – hasta cierto punto – Era muy rápido, pero así como era rápido también era tonto.

Le di una patada en su entrepierna causando que se debilitara aún más, aproveché para quitarmelo de encima y salí corriendo, no sin antes hacerle una seña obscena con mi dedo corazón. Solo escuché como el hombre maldijo y se empezó a quejar de un monto de cosas, pero como yo estaba muy concentrada en seguir adelante y llegar lo más rápido posible al fondo de la bodega no le presté mucha atención a lo que él dijera.

MaquillajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora