𝑽𝒊𝒅𝒂 𝒅𝒐𝒎𝒆́𝒔𝒕𝒊𝒄𝒂

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Una puerta se abre, y una sombra aparece delante de ella.

—Estoy en casa —anuncia el sujeto entrando a la casa, cierra la puerta por detrás y se dirige a dejar sus pertenencias en la mesa más próxima—. Parece que otra vez le he ganado.

Sonic sonríe con ternura mientras se despereza. Su mirada se dirige hasta el techo de su hogar, un hogar que comparte con alguien muy especial.

—¿Qué debería preparar? —se pregunta mientras lleva su mano por encima de su frente. Una reluciente sortija con una joya blanca brilla con la luz del ambiente. Su mano desciende hasta su mentón y luego su mirada se fija en ella.

¿Cuántos años habían pasado desde ese acontecimiento?

¿Uno, dos o tres?

Sonic no tenía idea del tiempo que había transcurrido desde que se casó con su esposo. De hecho, no es que aquello no fuera importante para él, pero su felicidad era mucha que no la reflejaba contando el tiempo de convivencia. Se casaron en primavera, cuando los árboles volvían a la vida, las flores se mostraban bellas y era la estación más querida. Con esa metáfora, Sonic se enmarcó en su nueva aventura.

A renacer como una primavera.

Dejó de lado todo lo que alguna vez le provocó dolor, abandonó sus viejas heridas para darle la bienvenida a nuevas experiencias que estaba seguro, al lado de Infinite solo iba a ser bellas y hermosas. Con el chacal tuvo todo lo que alguna vez deseo, pero que se le fue privado debido al que dirán. Infinite era el esposo adecuado para él, atento, amoroso, leal y sobre todo cumplía su palabra tal cual la daba.

Sonic se incorpora para comenzar a preparar la cena. Conocía la rutina de su amado y estaba seguro de que llegaría un poco más tarde de lo habitual porque de lo contrario ya estaría siendo atacado por unos fuertes y calurosos abrazos que eran difíciles de quitar.

Se fue directo a la cocina a comenzar a preparar la comida, porque no había nada que Infinite adorará más que un buen plato de comida caliente al lado de Sonic. Tomo algunos vegetales para comenzar a cortarlos. Algo más porque Infinite se enamoró de él fue por la manera en que preparaba los alimentos. Siempre lo definió como alguien que entregaba su amor y gusto por complacer el paladar de sus invitados.

Su platillo era simple, vegetales salteados con pimienta y sal; arroz blanco y pollo a la plancha. Para beber, adoraba el refresco pero sin azúcar, y su esposo también se acostumbró a ello.

Sonic preparaba los cubiertos y la vajilla a utilizar, cuando escucha que la puerta principal se abre.

—Estoy en casa —menciona el chacal entrando a su casa.

—¡Bienvenido! —contesta Sonic mientras se encamina a recibir a su amado, lo abraza y le da un beso en los labios—. ¿Cómo te fue?

Infinite se le acaricia con el pulgar la mejilla.

—Lamento la demora, salieron algunos inconvenientes —le explica mientras se adentra y deja sus cosas—. ¿Todo bien?

—Lo supuse... todo está bien incluso te he preparado la cena. Lávate las manos y ven enseguida —le pide con una sonrisa.

—Ya voy mi vida —le contesta el chacal mientras se va a lavar las manos.

Sonic le guiña el ojo y vuelve a la cocina. La cena es su momento más especial. Ambos se sientan a comer mientras cuentan todo lo que han hecho durante el día. Y al finalizar Infinite le ayuda a recoger los platillos.

[…]

Fuera de todo contexto sicalíptico y cargado de morbosidad, sus actividades diarias se reflejaban llenas de respeto y amor. Infinite procedía de una familia con mucha moral de por medio, sus actos no denotaban una segunda intención a menos que la ocasión la ameritara y propiamente él no era alguien que tuviera segundas intenciones escondidas con los demás.

Pero desde que se casó con Sonic, existía una actividad que adoraba hacer junto a él y no porque fuera algo netamente morboso, sino que era como su mayor expresión de confianza. Cepillaba las púas húmedas de su esposo mientras las enjabona con ese champú con aroma a flores orientales que tanto le gustaba.

Infinite adoraba el aroma de Sonic, le recordaba los jardines orientales que visitaba junto a su familia cuando era tan solo un niño. Ambos tomaron como una rutina ducharse juntos después de la cena. Sonic adoraba sentir las caricias de su esposo sobre sus extensas púas azules y de igual manera le gustaba peinar la cabellera más larga que había visto. Aunque ambos habían intimado muchas veces, cuando estaban de esa forma no existía el concepto de lujuria ni morbosidad, únicamente era ayudar al otro con su aseo personal en respeto y admiración.

—El fin de semana iremos a visitar a mis padres —le menciona el chacal mientras le lava las púas con abundante agua tibia, luego toma un poco de acondicionador para aplicarlo en ellas—. Dijeron que tienen una sorpresa para ti.

Sonic se remueve lleno de satisfacción cuando los dedos de Infinite acaricia las hebras de sus púas.

—¡Genial! ¡Estoy ansioso por usar nuevamente un Montsuki! —festeja Sonic mientras ronronea ante las caricias—. ¿Puedo tener uno en colores alegres?

El chacal se ríe ante ese comentario.

—Nunca creí que algo como eso te agradaría. Mis anteriores parejas detestaban de dónde provenía, era como una ley anticuada que los ofendía —le dice volviendo a peinar sus púas.

—Pero para mí no es anticuado, me gusta tu familia Infinite —le aclara Sonic—. Me gustaste por mostrarme muchas cosas que no conocía —confiesa con un poco de pena.

El chacal le da un ligero beso en la cabeza.

—Te amo Sonic, eres lo mejor que me ha pasado —dice con amor mientras termina de asearlo.

Sonic solo puede sonreír.

—También lo eres para mí —le contesta entre susurros.

[…]

Infinite ya se encontraba arropado en la cama, estaba sentado mientras leía un poco de poesía.

—Deberías descansar —le sugiere Sonic dejándose caer a su costado—. Después de todo, el dormir te cae mejor que leer poesía.

El chacal deja de lado el libro y se acerca al rostro del erizo.

—Te preocupas demasiado Sonic, ya no soy un niño —le susurra.

Sonic coloca sus manos alrededor del cuello del chico, lo atrae más hasta él dejándolo a pocos centímetros de sus labios y suspirando sobre ellos.

—Es lo que hace un esposo —menciona cerrando el espacio entre ellos— y tienes que aceptarlo.

El chacal le corresponde tan pronto como Sonic termina de aferrarse a él, sus manos se dirigen a su cintura. Sonic le obliga a posicionarse sobre él sin romper el beso.

—¿Sonic? —le dice dejando de besarlo y mostrándose confundido al ver que el erizo se sonroja.

Sonic lleva una de sus manos hasta el pecho de su esposo.

—P-Podemos... —susurra con pena y desviando su mirada—. Hace mucho que tú y yo no...

Infinite capta lo que quiere. Su mano acaricia el rostro de su esposo y le sujeta del mentón.

—No tienes por qué avergonzarte de pedirlo Sonic —le susurra besándolo de nuevo.

Otra cosa que ambos tomaron como rutina, era entregarse sin medida.

Flufftober: Infinonic 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora