Con los pelos de punta

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-Entonces... ¿al final pedimos los centros de mesa blancos con dorado pálido o los rojos? –Preguntó Victoire, mordiéndose indecisa el labio inferior mientras contemplaba ambas propuestas.

-Confío plenamente en ti y en tu gusto, mi amor –respondió Teddy, repantigado en el sofá y completamente absorbido por un partido de baloncesto muggle que echaban en la tele.

-¡Teddy! –Lo riñó ella, mirándole mal-. Falta menos de lo que piensas para que nos casemos y todavía quedan muchas cosas por atar, ¿me quieres hacer un poco de caso?

-Toda mi atención es para ti siempre, ya lo sabes. Pero espera cinco minutos, que van empate.

Victoire no supo entonces si reír o llorar. Por una parte tenía ganas de pegar a su prometido en la cabeza repetidamente, y si no cogía una de las sillas del salón y lo hacía era porque eran un regalo de su abuela materna y les tenía mucho cariño. Pero no podía negar que no amaría a Teddy como lo hacía sin aquella parte de su personalidad que tanto la gustaba aunque nunca lo admitiría.

La rubia decidió aplicar, pues, un método aprendido de su tía Hermione y que funcionaba a las mil maravillas. Dejó las fotos sobre la mesa con delicadeza y se levantó. Con una deslumbrante sonrisa, cogió el mando que Teddy tenía apoyado en uno de los brazos del sofá y apagó la tele. Antes de que el chico protestara, Victoire se sentó junto a él y le dio un beso.

-¿Tengo ahora tu atención? –Preguntó con suavidad.

-Pero el partido... -Intentó protestar el chico, cuyo cabello cambió de azul eléctrico a negro.

La chica volvió a besarle, esta vez con más intensidad, al tiempo que introducía sus manos por la camiseta de él.

-Que le den al baloncesto –concluyó Teddy, al  tiempo que la agarraba por la cintura para colocarla encima de él.

-Ese es mi chico –sonrió Victoire, y volvió a besarlo.

Sin embargo, cuando la cosa empezaba a ponerse verdaderamente interesante, al menos según Teddy, su prometida se apartó de él y se estiró para coger las fotos que había estado observando anteriormente.

-Entonces... ¿cuáles dices  que te gustan más?

El metamorfomago suspiró, resignándose a que tendría que elegir entre los centros de mesa, y apoyó la cabeza en el hombro de su novia para ver mejor.

-Déjame adivinar –dijo, tras haber observado un momento ambas opciones-: tu madre propuso las rojas y las otras fueron cosa de Ginny.

-Bingo –rió Victoire-. Y bien, ¿qué te parecen?

-Bueno, yo creo que esta  vez Ginny tiene razón y deberíamos elegir el blanco y dorado.

-Justifica tu respuesta.

-Ya te me pareces a McGonagall –dijo Teddy con una gran sonrisa, para después darla un beso en la mejilla-. Pues a ver, en primer lugar porque me gusta bastante más como queda, es más discreto y en general creo que va mejor con la decoración. Y en segundo lugar porque si cogemos las rojas no van a destacar nada entre el pelo de la mitad de los invitados.

-Matrícula de honor, Teddy Lupin.

-¿Y eso no merece ningún premio, profesora Weasley?

-Mm, no es mala idea... Pero luego prométeme que nos sentaremos a revisar la lista de invitados que han confirmado su asistencia.

Teddy resopló.

-¿De verdad es eso necesario? ¡Si sabes perfectamente quién va a venir y quién no!

Ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora