El campeón de campeones

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Un rato antes de que comenzara la tercera prueba, cuando los campeones ya estaban en su tienda pero el público aún no había comenzado a llegar, Elena aprovechó la falta de vigilancia para colarse en la tienda a desear suerte a su novio y a su amigo.

Sin embargo, el primer rostro con el que se encontró no fue el de ninguno de ellos, sino el de Zinaida Kuznetsova, que la miró de arriba abajo.

-¿Qué estás buscando? –Inquirió la campeona de Durmstrang, enarcando las cejas.

-Venía a ver a Alec y James –respondió Elena, de manera educada pero firme, puesto que no estaxba dispuesta a ceder bajo ningún concepto.

Pero, para sorpresa de la pelirroja, la otra chica se apartó sin decir palabra, y ella prácticamente corrió a abrazar a Alec, unos pasos más allá.

-Bonne chance! –Deseó-. Lo harás muy bien, pero prométeme que tendrás cuidado.

-¿No lo tengo siempre?

-No –rió Elena-, por eso te lo pido.

-Touché.

Elena miró al que había sido su compañero de aventuras durante tantos años en Beauxbatons, y volvió a abrazarle con cariño.

-Sobre todo, cuando estés ahí, confía en tus posibilidades, yo sé que las tienes y que lo harás bien.

El chico asintió.

-Lo haré. Y te prometo que si gano, tú y yo nos vamos de mariscada.

-Te tomo la palabra... Y aunque no, de todos modos tenemos que irnos de cena este verano y hablar tranquilamente de este curso disparatado, ¿sí?

-Me parece correcto. De todos modos espero que, si salgo vivo de este laberinto, vengas a verme.

-Bien sûr! –Exclamó Elena, con una sonrisa alentadora que verdaderamente infundía confianza-. En cuanto salgas del laberinto iré a ver qué tal –puntualizó.

La francesa dio un beso en la mejilla a su amigo y a continuación se volvió hacia James, que la observaba sentado en una silla de madera.

Cuando vio que lo observaba, el chico se esforzó en fabricar una sonrisa que, por otro lado, no podía engañar a su novia, y ambos lo sabían.

Elena se sentó en su regazo, y pasó las manos por su cuello mientras él la sujetaba por la cintura.

-¿Qué tal? –Preguntó suavemente.

James se encogió de hombros.

-Nervioso es lo más suave que se me ocurre, pero por otra parte me alivia saber que esta prueba es ya la última, y que después no tendré que volver a preocuparme por el torneo.

Ella asintió y sonrió.

-Lo harás muy bien, ya verás –aseguró-, sobre todo porque voy a estar animándote en todo momento.

-Más te vale, pelirroja –sonrió el chico, esta vez sinceramente.

Elena iba a decir algo más, pero vio en su reloj de pulsera que la hora se le estaba echando encima, así que simplemente le besó y, tras desearle suerte de nuevo, se fue. Mientras salía, dedicó una sonrisa a Zinaida y musitó:

-Buena suerte a ti también.

La de Durmstrang lo agradeció con un asentimiento, pero Elena ya estaba saliendo de la tienda, que quedó de nuevo sumida en el silencio.

Se había anunciado a todos los estudiantes que la prueba definitiva del torneo tendría lugar a las nueve ne punto, aunque todos sabían que probablemente se retrasaría, como siempre pasaba. Aún así, todo el mundo quería un buen sitio para ver qué ocurría, y a las ocho y media las gradas ya llevaban un rato completamente llenas.

Ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora