Capítulo Especial: Cuando todo va a comenzar II

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Los amores reñidos son los más queridos

(Fred Weasley II y Natalie Watson)

-Y bien, ¿dónde vamos a ir a comer? –Preguntó Natalie, dejándose guiar de la mano de Fred.

-¿No prefieres que sea una sorpresa?

Ella negó con la cabeza.

-Pues tendrás que hacerlo –sonrió el chico guiñando un ojo.

Ese gesto tan simple bastó para acelerar el corazón de Natalie, que genuinamente sonrió.

Fred se contagió del gesto, pensando en lo adorable que estaba, y la guió por las calles de Londres hasta llegar a un pequeño restaurante de aspecto acogedor.

-Hemos llegado –anunció Fred-. No es muy conocido, pero te prometo que sirven la mejor comida de la ciudad.

-Pues viniendo de ti eso son palabras mayores; todavía me acuerdo de cómo comías en Hogwarts...

-Vaya, no sabía que ya entonces causaba tanta impresión en ti que me tenías vigilado –susurró Fred en su oído mientras la cogía por la cintura.

Natalie volvió a ponerse roja.

-¡No! O sea, yo...

-Admite que te he pillado.

-¡Te digo que no! Es solo que... Bueno, resultaba llamativo.

Fred se echó a reír.

-Me lo voy a tomar como un cumplido –dijo, guiñando un ojo.

Un camarero llegó para atenderles, y enseguida les adjudicó una mesa junto a la cristalera y les llevó las cartas para que pudieran elegir.

Al final, y tras mucho discutir, terminaron eligiendo una serie de platos para compartir que no tardaron mucho en llevarles y comieron entre risas.

-Entonces cuéntame –pidió Fred tras beber un trago de su cerveza-, ¿cuánto tiempo llevabas observándome en Hogwarts?

-Te he dicho que no te observaba. Solo es posible que alguna vez... ¿Sabes? Da igual. Desde octubre de séptimo –confesó al fin, poniéndose completamente roja.

Fred sonrió divertido y se estiró para acariciar su mejilla.

-Si ya sabía yo que esa fijación que tenías por castigarme...

-En serio, ¿no podemos dejar este tema? Aunque si te castigaba era porque lo merecías.

-Bueno, eso último también pude ser cierto –sonrió el pelirrojo.

Natalie se contagió de su sonrisa y se esforzó en cambiar de tema, a lo que Fred accedió una vez había obtenido la confesión que quería.

Más tarde, cuando ya habían salido del restaurante y simplemente caminaban por un parque cercano sin ningún rumbo en particular, Fred se sentó a la sombra de un árbol y tiró de ella haciéndola caer sobre su regazo.

-¿Sabes una cosa, chica lista? –Preguntó antes de que a Natalie le diera tiempo a decir nada.

-Dime.

-En séptimo tus castigos fueron los únicos que no me salté –confesó con una sonrisa.

-Lo sé; siempre me pregunté por qué venías.

-A lo mejor porque me gustaba pasar las tardes contigo en ese plan profesora estricta tan sexy...

Natalie le dio un suave golpe en el pecho.

-No me tomes el pelo... ¿Hablas en serio?

-Por supuesto que sí. Y ya que entonces perdí el tiempo, ahora no pienso dejarte escapar.

Ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora