Voulez-vous danser avec moi?

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Margot Greengrass estaba en su dormitorio, escribiendo una carta a su tía Daphne, cuando la puerta se abrió bruscamente. Ni siquiera se molestó en girarse para ver de quién se trataba: sólo había una persona que entraría así en su habitación.

-Hola Cris -saludó, mientras seguía escribiendo-. ¿No ibas a ir a Hogsmeade a recoger tu vestido?

-Logan me está esperando, sí, pero tenía que decirte una cosa.

Margot al fin se giró y sonrió a su mejor amiga, que rápidamente se había sentado en su sillón.

-¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan seria? ¿El ravenclaw ese de tercero ha vuelto a pedirte que seas su pareja en el Baile?

Cris levantó la mano como advertencia.

-Ni se te ocurra mencionarlo, por Morgana.

Margot dejó escapar una risita al acordarse de la escena, pero se encogió de hombros y no dijo nada.

-Está bien. ¿Qué pasa?

-Es tu hermano.

-¿Henry? ¿Qué le ha pasado? -Para Margot, su hermano pequeño, que acababa de entrar en Hogwarts, era sagrado. Henry había sido seleccionado para Slytherin, pero lo cierto es que carecía de la mordacidad de la mayoría de los miembros de esa casa, y era un niño inteligente, dulce y muy creativo. Incansable. Todos los slytherin le adoraban, aunque acabara de entrar.

-No lo sé -suspiró Cris-. Es muy orgulloso, ya sabes, y no ha querido decirme nada, pero está arriba, en la Biblioteca Slytherin, medio llorando.

-¿Qué? -Casi gritó Margot-. Voy a ver qué le pasa. Nos vemos luego.

Y salió de la habitación corriendo.

Louis Weasley salía encantado de su entrenamiento de quidditch, y eso se percibía claramente en su enorme sonrisa.

Al fin le había pedido a Tanya Jordan que fuera su pareja en el Baile de Navidad, y ella había aceptado sin dudar. Tras años enamorado de ella, Louis al fin había dado un paso importante, y las cosas parecían irle bien.

Se quedó un momento en la puerta del vestuario masculino, observando el atardecer con sus ojos azules.

-Weasley -llamó una voz seca y amenazadora.

Louis apenas tuvo tiempo de ver venir a Margot Greengrass, una joven de estatura media aunque tirando a bajita, piel muy pálida y cabello negro azulado, como el ala de un cuervo, largo y liso, perfectamente ahuecado, como si acabara de salir de la peluquería, y con el flequillo recto a la altura de las cejas perfectamente arqueadas, sin hacer sombra a sus impresionantes ojos negros, sombreados con multitud de pestañas. Sí, Margot no llamaba mucho la atención al lado de su exótica amiga de aires latinos, pero ella también era muy atractiva, con sus labios carnosos y rojizos que pedían ser besados y su cuerpo curvilíneo.

Sin embargo, en aquel momento, más que atractiva o deseable, Margot llegaba al punto de dar miedo.

Sin miramientos y aunque él era mucho más alto que ella, Margot se abalanzó sobre él, aprisionándolo contra la pared del vestuario, y colocó su varita, de madera de ébano y centro de corazón de dragón, en el cuello de Louis.

-Greengrass -articuló él, sorprendido-. ¿Qué estás haciendo?

Ella apretó aún más la varita contra su cuello, apretándola con los largos y estilizados dedos hasta que sus nudillos estuvieron blancos.

-Qué coño te crees que haces tú, Weasley. Esa es la pregunta.

-No sé de qué me hablas. Déjame en paz, serpiente.

Ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora