Aclaraciones

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Elena cerró de golpe el mapa del merodeador y se levantó de un salto de su cama, donde había estado observándolo meticulosamente. En la cama de al lado, Rose levantó los ojos del libro de Historia de la Magia, y Dominique, haciendo sus deberes en el escritorio, se giró para mirarla con curiosidad. Era miércoles a última hora, y las cosas habían coincidido de modo que ninguna tenía clase en la última hora, suerte que no compartían Albus y Scorpius, quienes estaban en clase de Estudios Muggles.

-¿Tanya y Nikolai? –Adivinó Rose.

Elena asintió mientras es calzaba las deportivas.

-Nikolai está esperando en las mazmorras, y Tanya acaba de salir de la Torre Ravenclaw en esa dirección.

Por algún extraño motivo que estaban decididos a revelar aquel día, los nombres de Tanya y Nikolai habían estado ocultos bajo unos pseudónimos muy raros siempre que estaban dentro de la mazmorra o se dirigían a ella, pero en el momento en que habían visto quiénes eran, habían vuelto a aparecer siempre con los mismos nombres en el mapa.

-Tenemos que ir allí cuanto antes –decretó Dominique, y sus amigas asintieron.

-Sí, ellos están en esto tanto como nosotras, pero están en clase –objetó Rose.

Elena la miró enarcando una ceja al tiempo que echaba mano de su varita.

-¿Y se supone que eso es un problema? Por favor, Rose, eso es lo más sencillo. Mira, tú ahora vas a la clase de Estudios Muggles de una carrera, le dices al profesor Winthrope que te manda la directora McGonagall porque necesita hablar con Albus y Scorpius y arreglado. Seguro que a ti te creerá.

-Pero, pero...

-Venga Rosie. No va a pasar nada, y al fin y al cabo antes de que sea de noche tendremos que habérselo contado ya a la directora, así que... -La animó Dominique.

Rose vació, pero finalmente asintió.

-De acuerdo.

-Estupendo –dijo Elena-, date prisa entonces. Nos vemos abajo.

-Vaya, vaya, así que la señorita Jordan ha decidido cogerse el día libre hoy –comentó Phileas Shanatan después de pasar lista.

Nadie dijo nada, y el profesor de pociones se levantó y comenzó a pasear de un lado a otro de la clase.

-Bien, he decidido que hoy vamos a hacer algo un poco distinto a lo que solemos –continuó Shanatan, parándose en el centro de la clase-, no vaya a ser que se pierda la magia y decidan ustedes abandonarme como la señorita Jordan. Mi anciano corazón no podría resistir eso...

-No sufra, profesor Shanatan –le interrumpió Jaime, totalmente serio, llevándose una mano al pecho-, yo a usted jamás podría dejarle, entre nosotros hay un vínculo.

-Muy entrañable, señor Travers, pero creo que precisamente al momento en que usted y yo nos separemos sobreviviré perfectamente. De hecho, creo que lo celebraré con una buena ronda de pasteles.

Hubo una risita general, y el rubio hizo rodar los ojos y mandó un beso al profesor, quien esta vez lo ignoró.

-Bueno, como decía antes de que Travers me interrumpiera para expresarme su cariño (que por cierto, si lo que busca es que le ponga un excelente, con un buen jamón iría usted más encaminado), el trabajo de hoy va a ser un poco distinto, y van a necesitar recurrir a la creatividad. Yo sé que a muchos de ustedes les cuesta eso de pensar solitos, así que procuraré ser comprensivo, pero hagan un esfuerzo, ¿sí? Como cuando veían Barrio Sésamo y resolvían esos abrumadores retos de la Rana Gustavo.

Ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora