Navidad

11.9K 482 239
                                    

Elena se despertó temprano la mañana del veinticinco de diciembre, y, con el entusiasmo de una niña, comprobó que aquella noche la nieve al fin había cuajado y una capa de nieve de unos cuarenta centímetros cubría todo cuanto abarcaba a ver desde su ventana.

Ella siempre había adorado la nieve, y no había habido navidad en que su hermano y ella hubieran faltado a la tradición Williams de organizar una gigantesca batalla de bolas de nieve en la que toda la familia se veía involucrada. Sonriendo inconscientemente al evocar esos recuerdos, Elena se bajó de la cama esquivando la pila de regalos que ya abriría después y fue a despertar a sus dos amigas a base de cosquillas, como Alaric y ella llevaban toda una vida haciendo con sus padres, a pesar de las protestas de estos, que muy en el fondo también adoraban la costumbre.

-¡Pero qué haces! -Exclamó Rose, con el pelo aún más revuelto de lo que solía estarlo, las mejillas arreboladas y los ojos entrecerrados.

-¡¡Feliz Navidad!! -Gritó Elena, emocionada, y saltó, al más puro estilo Catwoman, hasta la cama de Dominique, donde repitió el procedimiento.

La otra pelirroja reaccionó mejor que su prima, reconociendo el modo en que su hermano Louis y ella llevaban toda una vida despertando a Victoire cuando estaban de vacaciones en su casa de Shell Cottage o en La Madriguera.

-¡Feliz Navidad! -Exclamó Dominique, estirándose como un gatito y saltando rápidamente hacia la ventana para comprobar cuanta nieve había-. ¡Ya era hora de que nevase en condiciones! Oh, mirad esto chicas,  ¡debe haber casi medio metro!

Elena no tardó en unirse a ella con el mismo entusiasmo infantil.

-¡Y que lo digas Nique! Luego podríamos hacer una pelea de bolas de nieve, ¿no te parece? Sería fantástico -comentó, con ojos soñadores.

Dominique asintió, y Elena empezó a saltar por toda la habitación mientras canturreaba villancicos en francés.

-Mírala -Rose sacudió la cabeza con una media sonrisa-, cualquiera diría que fue ella la que se acostó más tarde anoche… Menuda energía matutina, por Dios.

Efectivamente, Elena no había llegado a su habitación hasta bien pasadas las cuatro de la madrugada, y solamente había vuelto porque Andrew y Jaime ya regresaban del Baile, y no la apetecía encontrárselos allí. Para entonces, hacía rato que Dominique había regresado de su cita, y Rose también llevaba un rato en la cama. Aún así, el par de dos la oyeron entrar y juraron interrogarla al día siguiente.

-Uy, es verdad, ¡si Elenita tiene un montón de cosas que contarnos! -Se entusiasmó Dominique.

Elena quitó importancia a eso con un gesto, y volvió a acomodarse en su cama.

-Luego, luego -dijo, jadeando aún llena de entusiasmo navideño-, ¡pero primero hay que abrir los regalos!

Y dicho esto, se abalanzó sobre la pila de regalos a los pies de su cama.

Como buena amante de la navidad que era, todos los años Elena dedicaba mucho tiempo a preparar con mimo cada uno de los regalos que hacía a todo el mundo. Y ese año en particular se sentía feliz de haberlo hecho así, ya que todos los regalos que obtuvo fueron magníficos.

El primer paquete que llamó su atención, por los delicados motivos y el original lazo que parecía un arco iris, resultó ser el de James, y al abrirlo Elena se encontró con una cámara Canon en modelo mágico. Elena  sonrió al verla y la dejó con sumo cuidado sobre su mesita, mientras pensaba en si él habría abierto ya el regalo que ella le había hecho: unas buenísimas entradas para que pudiera ir a ver a Matthew Sheldon, su cantante favorito, en el concierto que daría en Londres. En realidad, las entradas llevaban tiempo agotadas, pero Elena sabía como ingeniárselas.

Ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora