Cap.51

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Samantha Adams

Observo a Sabrina reír por algo que le dijo Sebas

-Aquí está tu helado –papá se sentó a mi lado tendiéndomelo –chocolate con mermelada de frambuesa y chispitas de chocolate, justo como lo pediste

-Gracias papi –me apresuré a tomarlo

Lo observé sonreírme con diversión mientras yo devoraba mi helado

-Está muy rico ¿quieres? –pregunté

-No, cielo, yo ya me comí el mío –amplió su sonrisa –cuéntame ¿Cómo estás? Tu madre me dijo que no te agradó la idea de hablar con un extraño –suspiró --¿Por qué no quieres ir? –cuestionó

-Porque no –me encogí de hombros

-Esa no es una respuesta, dame una razón lógica del porqué no quieres ir

-No le voy a contar eso a un extraño –me enfurruñé

-Pero tampoco quieres contarme a mí o tu mami, no podemos ayudarte si no hablas Sam –suspiró –y es lo que queremos, ayudarte, pero debes darnos la oportunidad de hacerlo

-No quiero ayuda, puedo sola –empecé a molestarme

-Sé que puedes sola, Sam, pero no es malo aceptar la ayuda de los demás

-Tú siempre me estás diciendo que me estás educando para que no necesite a nadie y pueda hacer todo lo que quiera yo sola –me defendí --¿Por qué entonces no aceptan que no quiero ayuda ahora? No necesito ayuda en esto, puedo sola

-Es una decisión ya tomada Sam, nada de lo que digas me hará cambiar de opinión –suspiró con fuerza –creo que no soy un buen padre después de todo

Iba a hablar pero se puso de pie y fue con mamá quién hablaba con Sarah y observaban a todos con ojo de halcón

-No le digan así –escuché la voz temblorosa de Sebas

Me paré en cuanto vi que ya no estaban solos y que había dos niños con él y Sabri

Son más grandes que nosotros, tendrán la edad de Maicol, tal vez más

Me puse de pie dirigiéndome a ellos con rapidez

-¿Qué sucede? –cuestioné cuando llegué con ellos

-Sam –observé con el ceño fruncido como Sebas se escondía detrás de mí

-Mira cómo va a esconderse tras una falda el nenita –los niños se rieron

-¿Te burlas de mi hermano? –empecé a enfadarme

-Sami –Sabrina me agarró del brazo cuando iba a avanzar en sus direcciones –déjalos, no te desgastes con idiotas

-Por lo menos yo no parezco un puto esqueleto –se rió uno de los niños

-Dime algo niña ¿Dónde están tus cejas y tu cabello?

-¿Cómo le dijiste? –gruñí viendo los ojos de Sabri llenarse de lagrimas

-Sam, le dijo calva –me susurró Sebas tembloroso

-C-a-l-v-a –me lo deletreó

-Calvo te voy a dejar, calvo y descerebrado –me le lancé encima tirándole con fuerza del pelo y dándole con mis puños y mis pies en el lugar que sea que encontraba

-Josh, quítamela, quítamela –gritó sacudiéndose

-¿Qué no te educaron en tu casa? –Grité arrastrándolo --¿no sabes cuándo mantener tu fea boca cerrada?

La Infancia de la TenienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora