Samantha Adams
Observo a Sabrina reír por algo que le dijo Sebas
-Aquí está tu helado –papá se sentó a mi lado tendiéndomelo –chocolate con mermelada de frambuesa y chispitas de chocolate, justo como lo pediste
-Gracias papi –me apresuré a tomarlo
Lo observé sonreírme con diversión mientras yo devoraba mi helado
-Está muy rico ¿quieres? –pregunté
-No, cielo, yo ya me comí el mío –amplió su sonrisa –cuéntame ¿Cómo estás? Tu madre me dijo que no te agradó la idea de hablar con un extraño –suspiró --¿Por qué no quieres ir? –cuestionó
-Porque no –me encogí de hombros
-Esa no es una respuesta, dame una razón lógica del porqué no quieres ir
-No le voy a contar eso a un extraño –me enfurruñé
-Pero tampoco quieres contarme a mí o tu mami, no podemos ayudarte si no hablas Sam –suspiró –y es lo que queremos, ayudarte, pero debes darnos la oportunidad de hacerlo
-No quiero ayuda, puedo sola –empecé a molestarme
-Sé que puedes sola, Sam, pero no es malo aceptar la ayuda de los demás
-Tú siempre me estás diciendo que me estás educando para que no necesite a nadie y pueda hacer todo lo que quiera yo sola –me defendí --¿Por qué entonces no aceptan que no quiero ayuda ahora? No necesito ayuda en esto, puedo sola
-Es una decisión ya tomada Sam, nada de lo que digas me hará cambiar de opinión –suspiró con fuerza –creo que no soy un buen padre después de todo
Iba a hablar pero se puso de pie y fue con mamá quién hablaba con Sarah y observaban a todos con ojo de halcón
-No le digan así –escuché la voz temblorosa de Sebas
Me paré en cuanto vi que ya no estaban solos y que había dos niños con él y Sabri
Son más grandes que nosotros, tendrán la edad de Maicol, tal vez más
Me puse de pie dirigiéndome a ellos con rapidez
-¿Qué sucede? –cuestioné cuando llegué con ellos
-Sam –observé con el ceño fruncido como Sebas se escondía detrás de mí
-Mira cómo va a esconderse tras una falda el nenita –los niños se rieron
-¿Te burlas de mi hermano? –empecé a enfadarme
-Sami –Sabrina me agarró del brazo cuando iba a avanzar en sus direcciones –déjalos, no te desgastes con idiotas
-Por lo menos yo no parezco un puto esqueleto –se rió uno de los niños
-Dime algo niña ¿Dónde están tus cejas y tu cabello?
-¿Cómo le dijiste? –gruñí viendo los ojos de Sabri llenarse de lagrimas
-Sam, le dijo calva –me susurró Sebas tembloroso
-C-a-l-v-a –me lo deletreó
-Calvo te voy a dejar, calvo y descerebrado –me le lancé encima tirándole con fuerza del pelo y dándole con mis puños y mis pies en el lugar que sea que encontraba
-Josh, quítamela, quítamela –gritó sacudiéndose
-¿Qué no te educaron en tu casa? –Grité arrastrándolo --¿no sabes cuándo mantener tu fea boca cerrada?
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La Infancia de la Teniente
Teen FictionTercera parte de La Nerd Militar... "La mejor manera de manejar el dolor es sostener la mano de quién más quieres y darle un apretón, para saber que está ahí y que no se va a ir, que va a seguir contigo" prometí siempre sostener tu mano, prometí sie...