Cap.58

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Samantha Adams


-Tío Ed –lo saludo en cuanto entra a mi habitación

-Dice tu madre que está la cena –me dice acercándose --¿Qué haces?

-Tarea –murmuro terminando y mostrándosela --¿la revisas?

-A ver –la toma y en cuanto empieza a leer frunce el ceño –se supone que estos temas empiezan a darlo en cursos más avanzados que el tuyo –me mira

-No es mía –hablo bajito y él se inclina en cuanto le hago seña de que es un secreto –me darán cien por ella

-¿Cien? –abre la boca sorprendido y luego echa a reírse –cinco por ejercicio –siguió riéndose –está muy bien

-¿Eso crees?

-A este paso tendrás mucho dinero para tu empresa cuando tengas mayoría de edad –me sonrió –sigue ahorrando y no lo malgastes, no lo gastes mejor dicho, de ser posible –parecía emocionado –voy a comprarte una caja fuerte pequeña para que puedas guardarlo todo y no se te pierda –se irguió mirando el lugar –podríamos ocultarla en el armarío y hacer doble fondo para que no se vea –empezó a divagar y volvió a mirarme –pero me tienes que comprar mi mansión en el bosque cuando seas rica –me señaló con seriedad

-Tu mansión, claro –asentí

-Voy a ayudarte en tu negocio –se rió sentándose en la cama y empezando a verlos –si alguna vez hay ejercicios muy difíciles que no sepas como se hacen, me dices y te explico –siguió hablando mientras leía –pero eso solo aplica en números, ya sabes...

-Es tu fuerte –dije lo que tanto él dice

-Exacto

-Los primeros cinco están bien –pasó a la siguiente hoja

*****

-Papá –murmuró mamá –Sam te está hablando

-Iré a dormir –el abuelo se puso de pie y no tardó en marcharse

Levanté la mirada y mordí mi labio con fuerza para evitar que temblara mientras veía como el abuelo se iba a paso rápido

-Sam –Maicol atrajo mi atención en cuanto notó que me echaría a llorar –mamá me dijo que te exoneraron los exámenes y por eso hoy no te quedaste en el instituto –empezó a hablar

Asentí y volví a dejar mi vista en mi plato, no había comido gran cosa, solo lo probé, suspiré poniéndome de pie y yéndome a mi habitación sin decir palabra alguna

*****

-¿Cómo estás? –Le pregunté a la tía Sarah viendo cómo se tomaba tres pastillas --¿eso no te enferma luego?

-No tengo idea –soltó una risita

Fruncí el ceño viendo como sus ojos daban la ilusión de que eran totalmente negros

-Pero por si las dudas, tú nunca lo hagas –dejó su cabeza caer hacia atrás

-¿Dónde está el tío Leo?

-No tengo idea –suspiró –creo que hace unos cinco días que no lo veo –hizo un ademán

-No estás bien –dije finalmente

-Nadie lo está, cielo –se puso de pie –iré a dormir –pasó a mi lado alborotando mi cabello

Pero se detuvo justo en la puerta

-¿Sam? –Se giró hacia mí y me sonrió un poco –te amo, cielo

-También te amo –contesté viendo como pestañeaba un par de veces y miraba su entorno confundida

La Infancia de la TenienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora