Nublado aliento emanaba de mis labios en cada paso. El frío comenzaba a instalarse en mis huesos y la oscuridad poco ayudaba.
Dejé mi cigarrillo caer al suelo soltando la última blanquísima bocanada y caminé en dirección a la puerta principal.
A estas horas el Instituto Tate portaba un ambiente tenebroso que sólo sería capaz de atravesar para recuperar o más bien, eliminar un error que jamás volvería a cometer.
Ingresé fácilmente con ayuda de un clip de cabello, había aprendido a usarlo desde muy chica en situaciones de las que prefiero no hablar.
Corrí hasta la oficina del prefecto Haddad y busqué por todas partes: archivos, carpetas, cajones y nada, mi teléfono celular se había esfumado.
Aún recordaba el momento en que lo había decomisado. Lucía furioso, no hice más que revisar la hora, sin embargo gritó que no le prestaba la atención que él merecía.
-¿Buscas esto?
Giro con las manos en alto sorprendida.
-No estoy haciendo nada.
Dije con la esperanza de parecer creíble pero una graciosa risilla me tranquilizó. No era ningún profesor o custodio, la risilla era disipada por un muchacho alto y delgado, cercano a mi edad y además poseía en alto mi teléfono celular como muestra de su anterior afirmación.
-¿Qué haces con mi móvil?
Pregunté entendiendo poco.
-Esa no es la pregunta, intrusa, sino: ¿Qué haces en la oficina del prefecto Haddad a esta hora de la noche?
Levanté ambas cejas ridiculizando lo obvio.
-Lo mismo podría decir.
Sentencié cruzando los brazos sobre mi pecho.
Metiendo las manos, incluido mi teléfono, en los bolsillos de su pantalón concluyó:
-Buen punto.
-¿Quién eres?
-¿No me conoces?
Pareció asombrado.
-No lo sé. Dímelo tú.
Bufó elevando uno de los extremos de sus labios formando una burlona sonrisa.
Avanzó hasta mí, justo a unos centímetros de mi rostro acusándome.
-¿Acostumbras rebuscar en las cosas de los demás?
Entorné la vista empujando de él ligeramente hacia atrás.
-¿De qué hablas? Estoy buscando algo que es mío así que dame mi celular y estamos en paz.
Abrió un poco los labios para aparentemente decir algo, mas se retractó y sacó mi móvil de sus bolsillos para terminar diciendo sencillamente:
-Vale.
Lo tomé apresurada sin siquiera agradecer. Salí agitada, extraña, pero feliz por recuperarlo.
¿Quién es? Su rostro no se me hace familiar. ¿Por qué estaría hasta tan tarde en el Instituto?
Respiré suavemente con alivio apretando mi móvil a mi pecho de regreso a casa.
…
El sonido del timbre anunció el fin de la primera clase y con él Lucas aprovechó para acercarse.
-¡Chantal acaba de enviarme la invitación de su fiesta! ¡¿No es increíble?!
Me giro hacia mi mejor amigo, quien sostiene en alto su móvil como prueba de lo que dice con la gran sonrisa que lo caracteriza.
-Oh… Olvidaba lo de tu cel... lo siento.
Comenta ligeramente arrepentido a lo que respondo sacando mi móvil.
-¡¿Qué has hecho, bruja?!
Abre los ojos expectante y río.
-Algo de lo que no estoy orgullosa, pero sí satisfecha.
-¡Te has colado en el despacho de Haddad, no lo puedo creer!
-Shh… Baja la voz, si me descubren puede irme mal.
-Tranquila, sabes que soy una tumba, pero cuéntamelo todo, bitch.
-El caso es que…
Dejo la frase en el aire en cuanto mi iris ocular hace contacto con Aiden, el muchacho que recién entra por la puerta principal del salón.
-¿Llegando tarde otra vez, Aiden?
-No es tu asunto, Melissa.
Aiden evade la pregunta de una compañera y se dirige a su puesto. Lleva puesta una camisa blanca, característica de su vestuario habitual, unos jeans azul claro ligeramente gastados y lleva perfectamente bien peinado su castaño cabello hacia atrás.
Es el hijo del director Hermone. Llega tarde cada día de este mundo y también es el primero en irse a casa cada tarde. Es el típico idiota oportunista que las trae babeando a todas, incluida a mí.
-¡Hey! ¿Estás sorda?
-Perdón, Lucas, sólo pensaba.
-Sí, claro. En como tocarle la garganta por dentro a Aiden ¿no?
-¡Lucas!
-Señorita Sampson, sería tan amable de acompañarme a mi oficina, ¿por favor?
La voz del señor Haddad se hace escuchar a nuestro lado y débilmente exaltada asiento.
…
-Ayer estuvo aquí muy tarde, Sampson.
Trago grueso y me acomodo en el lugar.
-Si lo que quería era su teléfono, sólo debió decirme, podía habérselo regresado sin problemas.
-Lo siento, jamás me imaginé que fuese tan grave. Prometo no volver a hacerlo, de verdad, pero por favor no me expulse, mi padre me mataría.
-No puedo dejar pasar por alto esto, señorita, es mi deber informarle a sus padres.
-Sí, sí por supuesto, entiendo, sólo… no me expulse.
-Veré que puedo hacer. Primero desafía mi autoridad y luego profana mis cosas sin permiso alguno. Buscaré un castigo adecuado para usted.
…
Salgo furiosa de su oficina, buscando toparme con aquel muchacho de anoche, de seguro le había contado ¿Quién más podría hacerlo?
-¿Vi, qué pasó? ¿Qué te dijo?
-Sabe que estuve aquí, no me expulsará pero seguro encuentra algún maldito castigo horrible para torturarme.
-Vi, estás furiosa, estás caminando muy rápido. ¿Qué pasa? Sabías que esto podía pasar.
-Fue él, Lucas, estoy segura de que fue él.
-¿Él? ¿Quién es él?
Justo dándole respuesta a su pregunta, aparece de la nada en la entrada del colegio.
-¡Tú!
Grito en medio del pasillo y todos los presentes voltean a mirar entre murmullos.
-¡Maldito Idiota!
Balbuceo para mí misma y camino en su dirección.
Me mira extrañado cuando llego hasta él. Levanto mi brazo y estampo mis cinco dedos en su cara a lo que la muchedumbre responde en unísono suspiro.
El chico confuso arruga las cejas sin entender pero permanezco firme y sigo mi camino fuera del Instituto con una rabia interna que comenzaba a apoderarse de todos mis sentidos y pensamientos.
…
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Lluvia [FINALIZADA]
RomanceNunca sabes lo que la lluvia puede traer, como puede comportarse, si calmada y agradable o agresiva y tormentosa. Nunca sabes lo que puede pasar mañana, la muerte, la vida, la felicidad o quizás con un poco de suerte, te encuentre la lluvia.