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No pasaron tres días hasta que el asesino volvió a atacar a un chico del colegio.
Otro asesinato sin razón y sin culpable.
Estaba descontrolado, sediento de sangre. Jamás había presenciado o vivido una experiencia igual.
La situación comenzaba a tornarse gris y la gente empezó a sentirse insegura, a experimentar una sensación nueva y nada agradable, el miedo.
El verdadero miedo inundó a Lindau.
Una muerte en esas condiciones ya era rara, dos seria demasiada casualidad y por el tiempo entre asesinatos estábamos seguros de que el siguiente sería muy pronto.
Las salidas de casa me fueron limitadas por los esposos Sampson, claro que yo siempre sabía como salirme con la mía.
Mis conversaciones con David a pesar de la situación que estábamos viviendo eran totalmente aisladas a los asesinatos. Ese era un tema gastado a toda hora en mi casa, escuela, tiendas, cafeterías, nadie hablaba de otra cosa pero David lograba que me olvidase de cada comentario inseguro o espeluznante noticia, al verle el mundo, mi mundo, desaparecía, haciéndolo suyo.
Actuábamos como si nada pasara, las conversaciones dolorosas a cerca de Lucas habían quedado atrás, necesitaba recordarle feliz, con vida, y aunque a veces no lo lograse ahí estaba David para sacarme una sonrisa, para darme la alegría que tanto echaba de menos, la que al parecer, sólo con él había tenido.
-¿Sabes qué es lo que más me gusta de ti?
Le comenté mirando al techo sobre la cama de su habitación. Él sonrió y giró a mi encuentro su cabeza sobre la almohada.
-¿Qué?
-Que no sufres, no le das importancia a los sucesos dolorosos o inexplicables, no gastas tu tiempo en cosas que no dependen de ti o son inevitables, irreparables.
-Pensé que te gustaban más mis ojos.
-Hablo enserio, ¿cómo lo haces? ¿Cómo eres capaz de apartarlo todo?
-No lo sé, supongo que he aprendido a hacerlo después de todas las cosas horribles que he vivido. Ya sabes que le atribuyo o atribuía poca estima a todo lo que pase antes de mi muerte.
- Pensé que sabría hacerlo llegado el momento, toda esa mierda de que la muerte es parte inseparable de la vida me exaspera. No debí suponer sin antes vivirlo.
- No te juzgues. Tenias razón en otra cosa, no podemos vivir temiendo, el día que llegue nuestra hora será inevitable arrepentirse de no haber aprovechado el tiempo.
- Eso sí, Lucas aprovechó bastante.
Sonreí girándome para abrazarlo.
-¿La extrañas?
-¿A quién?
-Ya sabes, a Karla.
-Siempre lo haré, Lluvia.
Por alguna razón el recuerdo de Karla no me hacía sentir celos, simplemente la envidiaba fervientemente, adoraría ser amada de esa forma por alguien como David.
Lucas… Lucas viviría por siempre en cada risa alocada que presenciara, y sobre todo, en cada comentario sin permiso a vergüenza que se usara en esta y otras vidas. Así era y así merecía ser recordado. La muerte importaba, pero su vida tenía más peso.

...

Al dejar a David todos mis miedos se apoderaban de mi cuerpo. Ni siquiera sabía cómo era capaz de regresar a casa sola. David siempre insistió en acompañarme, pero no me arriesgaría a que mi padre pudiera verme con él, podría prohibirme verle y eso es algo que jamás dejaría de hacer.
Crucé el marco de mi ventana con la dificultad característica de todos los días, tomé una respiración profunda y me dejé caer sobre el frío suelo de mi habitación.
Estaba exhausta, cansada de mentir, de fingir ser quien no soy.
Deseé ser libre, olvidar mi vida hasta ahora pero solo logré atisbar el ‘yo’ que jamás sería y tanto añoraba ser.
Lágrimas de frustración rondaron mis ojos.
Me sentía muy similar a cuando niña, demasiado encerrada...
Mi padre solía obligarme a permanecer en un cuarto pequeño y oscuro que ahora utilizamos como trastero. Me encerraba por horas. Tenía hambre, frío y terror a estar sin luz. Era su castigo, su juego. Podía escuchar a mi madre llorar y suplicar por mí tras la puerta y eso solo aumentaba mi rabia. No sé ni cuantas veces juré vengarme, lo odié, lo odié tanto que un día el miedo desapareció, el respeto incluso.
Aprendí a salir con un clip de cabello. Tomó tiempo adiestrarme cuando me encerraba por fuera.
Disfrutaba viéndome, escuchándome así... Lo sé, lo veía en sus ojos...
Ni siquiera era una niña tan indisciplinada, lo sé a pesar de que no recuerde casi nada de mi pasado…
Siempre hizo lo que quiso, siempre puso sus deseos por encima de todo.
Apreté en un puño la mano para golpear el suelo bajo mi cuerpo una y otra vez
- ¿Lluvia?
Escuché la voz preocupada de mi madre.
- Ahora salgo.
Pronuncie con voz nasal.
- Hay noticias de Lucas.

...

- ¿Qué paso? ¿Ya saben quién fue?
- Llamaron hace un momento. Creen que pudo ser un tal Rick... No entendí mucho pero parece ser que eran pareja. ¿Tú le conoces?
Arrugue mis cejas en confusión
- ¿Sabes algo de eso? La policía dijo que era importante cualquier detalle.
- No, mamá, iré a descansar.
Respondí sin más cerrando la puerta
Lucas no tenía pareja, al menos no que yo supiera... Pero sí conocí a Rick...
Era un guardia de una de las discotecas q frecuentábamos, un gay que mantenía en secreto sus gustos...
La última vez que estuvieron juntos Lucas descubrió que era un maltratador y se alejó según sabia yo.
¿Lo seguiría viendo a escondidas?
¿Qué relación tenía con el otro chico asesinado?
Francis ni siquiera era gay.
No entendía nada.
Era sólo una sospecha, pero ¿cómo habían llegado a ella?

Lluvia [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora