5

3 1 0
                                    

-¿Y ese cambio de opinión tan repentino, intrusa?
Se encoje de hombros medio sonriendo.
-No me gusta el mal rollo con nadie, David, no te creas especial. Simplemente me gustaría empezar de nuevo. Hagamos como que nos conocimos aquí. ¿Vale?
-Vale.
Contesto sin pensar. ¿Realmente quería llevarme bien con esta chica?
-¡Cuéntame! ¿Has sido de por aquí siempre o…?
-No, llevo casi un año en Lindau, pero soy de Berlín.
-Ah… qué bien, chico de la capital. Entonces, ¿qué fue lo que te trajo hasta acá?
Imágenes no deseadas invaden mi mente torturándome. No quería recordar por qué estaba allí, por qué tuve que huir tan apresurado de Berlín hacia algún lugar alejado de todo y de todos… Dolía recordar, así que recuperando mi habitual rostro desinteresado y serio, giro sobre mis talones y desaparezco entre la gente.
La pude escuchar gritar mi nombre unas veces, pero no retrocedí. No deseaba estar más allí, necesitaba irme… seguir olvidando.



Lluvia

Dormí unas pocas horas hasta que el despertador sonó acústicamente en mis maltratados oídos desde la noche anterior. Hurgué mis ojos para darle un pequeño vistazo a la habitación, ni siquiera sabía la hora en la que me había escabullido por la ventana, pero estaba segura de que no había sido en una muy alejada a la actual.
El sonido de millones de gotas cayendo sobre el asfalto captó mi atención. ¡Otra vez lloviendo! El maldito clima de este lugar me estresaba, apenas ayer fue el único día de la semana sin nublados y ni siquiera pude disfrutarlo.
Mi sábado fue tan aburrido como siempre. Terminaba de leer el último capítulo de uno de mis libros y reposaba tranquilamente sobre el colchón.
-¡Vi!
Se escucha el grito a la puerta de mi cuarto.
-Tu madre me ha dejado pasar, dice que desde ayer estás encerrada y muy enojada. ¿Qué ha pasado?
Arrastro mis pies hasta la puerta y le abro.
-¿Te escapaste ayer?
Es lo primero que dice y asintiendo me siento sobre la cama y le cuento todo.



-¿Y piensas escaparte hoy también?
-No, no pienso salir hoy, no estoy de ánimo, Lucas.
-¡Uy! ¿A ti qué te ha pasado? ¿Lluvia sin querer salir de casa un sábado en la noche?
Sonrío
-No ha pasado nada, Lu, sólo necesito estar sola un rato.
-Vale, entiendo.



El lunes llegó bastante apresurado a decir verdad. Me encontraba sacudiendo unos estantes altos de la sección de fantasía cuando la voz irritante de alguien me toma por sorpresa.
-Buenas tardes, Lluvia. ¿Qué tal tu fin de semana?
Ignoro su pregunta y continúo sacudiendo.
-¿No vas a hablarme ahora? Pensé que habíamos empezado de cero en la fiesta.
Bufo y le miro.
-¿Es enserio? Me dejaste con la palabra en la boca en plena conversación, ni siquiera me importaba la pregunta o la respuesta, sólo quería hablar, conocerte y sí, empezar de cero, pero por lo visto, contigo nada de eso es posible.
-Lo siento, no pensé que te afectara tanto.
-No si no me afecta, no me gustan los maleducados.
-Tienes razón, fui grosero y no lo merecías, ¿me perdonas?
Una ligera sonrisa se escapa de mis labios.
-Está bien, te perdono, por segunda vez.
-¿Sigues con eso? No fui yo quien te delató, en las oficinas principales hay cámaras, además Haddad no es tonto, se daría cuenta de que faltaba tu celular.
-Eso no lo pensé pero, ¿qué hacías tú allí?
Vacila un poco y termina por decir.
-Darte tu celular.
Bromea y le regalo una mueca.
-Si no me lo quieres contar, dilo, pero no bromees tan malamente, hazle un favor a mis oídos.
-¿Estás diciendo que no te gustan mis bromas?
-¡Ja!
Río falsamente.
- ¿Por qué lo grabas todo?
- ¿Perdona?
- ¿Que por qué grabas todo con la cámara de tu celular?
La pregunta me sorprendió
- Ah, eso... No lo sé, supongo que no quiero olvidar nada.
Le respondí respondiéndome a mí misma.
-¿Y tú? ¿Por qué odias el color? La última vez hablaste de mi según mi ropa ¿qué hay de ti?
- El color, los cuentos para niños, la televisión, la escuela, incluso los libros crean una perspectiva equivocada de la vida. Nada es tan pintoresco como aparenta ser. No deberíamos salir tan sonrientes de casa esperando a que pase algo bueno. La vida tiene muy poco de bueno y el color solo me recuerda que seguimos viéndolos, disfrutando de cada cosa como si no fuéramos a morir algún día, como si ya no hubieran muerto tantos en nuestras nnarices.
- ¿Qué quieres decir?
- Que no es justo ni sano que finjamos que todo anda bien cuando todo no puede estar peor.
- La vida no es justa, David, mucho menos sana, pero ya estamos aquí y hay que aprender a vivir con ello, tal y como lo hacemos con las personas, aceptando sus pros y sus contras y disfrutando de todo lo positivo que podamos exprimir.
- Puede ser que tengas razón, sin embargo ya he tomado mi decisión, no puedo evitar pensar que la vida es solo un pretexto para permanecer en la muerte eterna, y yo, sinceramente, no deseo ninguna de las ddos.
- ¿Acaso eso tiene sentido? Solo te martirizarás la existencia. Aprovecha la oportunidad que te han dado, todos en el fondo deseamos vivir.
- ¿Felices? Por supuesto, pero lamento informarle Lluvia Sampson que la vida puede ser de todo menos feliz.
- ¿Crees que no existe la felicidad?
- Sí, por pequeños momentos existe, sólo que esos momentos son los que al recordar nos hacen los más miserables y tristes. ¿Qué sentido tiene lanzarse a un pozo de diversión si sabes que en algún momento llegará el fondo, oscuro, duro y sin vuelta a atrás?
- La diversión. Ese es el sentido de todas las cosas. Sentirse bien con lo que se hace sin importar el resultado. Al fin y al cabo nadie tiene la certeza de lo que pasará mañana.
David suspiró y caminó lentamente hasta la ventana cercana. Extendió sus brazos por el marco y fijó su mirada fuera del Instituto. Como si deseara escapar de allí.
- ¿Por qué necesitas crear un perfil para todo?¿Una filosofía estrecha y sin espacio a más?
-Tampoco lo sé, me gusta controlarlo todo, si va a dolerme saber que no puedo hacerlo, odio equivocarme.
-Equivocarse, el dolor, son normales ¿Por qué temerles?
-A veces equivocarse puede hacerte caer al suelo, doler como no eras capaz de imaginarlo.
-Hablas como si ya lo hubieras hecho.
Apretó los labios regresando a mi lado.
-¿Y tú?¿Te has equivocado alguna vez?
Tragué grueso al recordar el video y el contenido que ni siquiera había checado.
El dolor, el miedo, la tristeza y la alegría nos hacen sentir vivos, son cosas necesarias después de todo, pero David tenía cierta verdad en lo que decía, el dolor a veces puede ser insoportable.
La puerta se abrió distrayéndonos.
-¡Vi! Por fin te encuentro ¿Te vienes de compras? Necesito unas mascarillas faciales nuevas.
-¡Ay, Lucas! Me encantaría pero ya sabes que debo trabajar. No puedo, lo siento.
- Ve, yo me quedo aquí.
Volteo a mirarle asombrada.
-¿Hablas enserio?
-Sí, ¿por qué no?
-Si, Vi, dale, no seas mala, acepta la oferta.
Me resultaba extraño tanta amabilidad así que decidí rehusarme.
David continuó limpiando y apilando libros. Lucas se retiró algo molesto dando un portazo, a veces podía ser algo infantil.
-¡Listo! Ahora sí puedo marcharme.
Exclamé sacudiendo mis manos en unos aplausos.
-No sé qué idea loca concibió esa cabecita tuya pero simplemente quise ser amable, podías haberte marchado antes.
-¿Quieres que confíe en ti luego de todo lo que has hecho?
-Pensé que me habías perdonado.
- En efecto, pero no lo olvido.
-¿Y qué piensas?¿que actúo normal y amable solo para engañarte? Por favor, no seas tan egocéntrica.
Abrí mi boca en frustración.
-¡No lo soy!¡Qué arte tienes para molestarme eh!
Él rió a carcajadas.
-¿Qué te causa tanta gracia?
-La importancia que le das a las cosas, relájate, deja de pensarlo todo tantas veces.
Respiré aliviada. Tenía razón, le daba demasiada importancia a todas las cosas.
- Gracias.
- ¿Por?
- Por decidir quedarte y dejarme ir con Lucas.
- No es nada. No tienes por qué agradecer.
Quizás David no era tan idiota como yo creía.



Cenaba en silencio aunque sentía acuchillarme los eminentes ojos de la Sra. y el Sr. Sampson.
Antes de ingresar dentro de mi boca el último bocado unos folletos aparecen cerca de mi plato empujados hacia mí por mi padre.
-La semana que viene comienzas aquí. Será tu nueva escuela.
Un impulso por golpear la mesa y gritar desesperada es apaciguado por la mirada tierna de mi madre al otro lado de la mesa. Trago la cucharada y justo como si nada hubiese dicho me retiro del comedor sin mirar o decirle palabra alguna a mi padre.
¿Acaso él creía que podía dominarme? ¿Que haría lo que dijese porque sí?
El Sr. Sampson estaba equivocado si pensaba que lo dejaría mangonearme a su gusto.
Los padres están para guiar e instruir a sus hijos, no para imponerse y hacer su voluntad con bases déspotas e irrazonables.
Dejo escapar un suspiro de irritación aguda y me dejo caer en la cama.
-¿Otra vez enojada?
Me siento rápida observando instintivamente el lugar de donde emana esa voz tan familiar.
-¿Cómo sabes que estoy enojada?
-Te he visto suspirar de tantas formas distintas que ya me sé el significado de cada uno de ellos.
-Eres un imbécil, pero sí, estoy molesta.
Entra por la ventana en la que hablaba y se acerca a mí.
-¿Y puedo saber la razón?
-Lo mismo de siempre, mi padre.
Ríe débilmente y se sienta frente a mí en la cama.
-¿Qué haces aquí Aiden? ¿Te has aburrido de la manada de lobas necesitadas que siempre te siguen o qué?

Lluvia [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora