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- Entonces... ¿Fue él?
- No lo sé, es solo una sospecha.
- Y ¿tú qué crees?
- Prefiero no pensarlo demasiado.
- Tranquila, todo estará bien.
David me abrazó y sentí que de verdad todo estaría bien, solo que mi mente no estaría en paz hasta que así fuera.
- ¿David, alguna vez has sentido que te asfixias?¿Que estás en lo más hondo de un lago... Y por más que te esfuerces la superficie se aleja?¿Que has olvidado cómo respirar?¿que todo a tu alrededor quiere dañarte?¿que nadie más que tú podrá salvarte de ser consumido? Entonces es cuando aprendes a respirar bajo el agua, cuando aceptas que sea ella quien llene tus pulmones, cuando te cansas de luchar, de aferrarte a lo que fue, y ahí es cuando la fuerza se instala en tus huesos, impidiéndote caer a toda costa, cuando decides que jamás volverás a ser débil, para que nadie nunca más te lastime. ¿Acaso te has sentido así?
El silencio reinó unos segundos hasta que decidí levantarme y dirigirme a la puerta.
- Conmigo no tienes que disfrazarte de soldado. Conmigo puedes ser cómo quieras ser, como en verdad eres. Olvídate del mundo, sólo existimos tú y yo.
Comentó frenando mi paso.
- A veces me resulta tan difícil.
- solo, déjate llevar.
El sonríe y me toma del rostro para besarme.
- Nada que importe en la vida es fácil, Lluvia. Me ha costado entenderlo. Quizás la muerte de Lucas, incluso de Karla nos golpeó duramente, sin embargo seguimos recordándoles vivos, como realmente eran, así que sí, lo que pasa antes de la muerte importa y necesitaba darte las gracias por recordármelo.
- Lo siento.
- ¿Qué sientes? No tienes que pedir disculpas por absolutamente nada. Si alguien no tiene la culpa de algo ese eres tú. Pronto todo esto pasará y lo vamos a superar juntos.
- ¿Y tú?¿Cuando superarás tus otros miedos? Sé que temes quererme, que piensas que si lo haces corres el riesgo de perderme a mí también.
- No quiero hablar sobre eso.
- Pero debes. Yo también estoy aquí para ti. No soy la única con un escudo ni con una carga psicológica en la espalda. Tú también tienes que dejarte llevar.
- Puede que tengas razón, pero no estoy dispuesto a perder a nadie más. Poco a poco, en corto tiempo has logrado derrumbar y reconstruir mi corazón más veces de las que pensé que podría soportar.
- Sabes que no perderé la esperanza. Yo tampoco estoy dispuesta a perderte.

David

Lluvia estaba dañada. Tenía un pasado que no la permitía seguir adelante. Una situación similar a la que una vez atravesé.
Esta historia no sería como la de Karla.
Esta vez tenia que ser distinto.
Aunque desde hace mucho perdí la fe en el amor.
- Te quiero, David.
La escuche decir y no pude más que besarla.
La besé como siempre, con las ganas de siempre y ella me respondió de igual forma.
La deseaba tanto que dolía, dolía no poder tocarle, no poder demostrar lo que quería.
Era inevitable excitarme.
Desde la primera vez q nos besamos causó una reacción poco sana en mi cuerpo.
Era hermosa, tan incomprendida como yo, tan lastimada pero a la vez tan desafiante, tan viva...
Fue ella quien esta vez saltó a mi cintura. No sabia donde poner las manos.
Sabia donde quería tenerlas pero no si estaría bien hacerlo.
Ella se separó de mi rostro con libidinosa expresión y casi sin aire pronunció:
- Te necesito.
Sabia perfectamente a qué se estaba refiriendo.
No pude más que complacerla.
Yo también la necesitaba de forma imperiosa.
La deseaba como no había deseado a ninguna mujer después de Karla.
Se sentó sobre mi escritorio.
Me sorprendió cuando abrió las piernas y jaló de mí con ellas apretándome.
Verla tan decidida, tan ardiente me gustaba.
Quitó mi pulóver negro de un tirón y besó cada trozo de piel expuesta.
Me deshice del resto exponiéndome para ella.
Mordió su labio al mirarme y permanecí distante mientras ella se desnudaba para mí.
No entendía por qué la deseaba tanto.
Eran demasiadas ganas de hacerle sentir bien, de sanarla, de hacerle olvidar cualquier ápice de dolor o preocupación.
Me acerqué para besar cada centímetro de su piel blanca.
Cada curva, cada lunar, cada nervio de su cuerpo.
Ella no paraba de arquear su espalda en respuesta a mis caricias.
Utilicé mis secretos más eficaces para besarle entera, para llevarla a la locura.
Y cuando por fin nos habíamos unido como el puzzle humano que éramos... Perdí cualquier contacto con el exterior y comencé a testar la gloria.
- David...
Pronunció entre gemidos.
Y lo demás ya es otra historia.

...

- ¿Ya te vas?
Comentó mi tío al verme en la cocina.
- Voy a acompañar a Lluvia, por fin hoy me deja hacerlo.
- Ten cuidado, David, ha muerto alguien más.
Casi escupo el agua que había en mi boca.
- ¿Quién?
- Raizza, la chica del coro escolar. La encontraron justo ahora en las mismas condiciones que los otros.
-¿La que peleó contigo el otro día?
-ella misma.
- ¿Ahora son mujeres?
- No lo sé, esto comienza a enrarecer.



- No quiero que salgas más de tu casa bajo ningún motivo.
- Odio estar aquí. Además ¿cómo voy a verte? En el instituto no te veo después de que el castigo de la biblioteca terminó.
- No lo sé, es demasiado peligroso.
- Esta situación me está matando en verdad. No quiero estar lejos de ti, me siento sola sin Lucas, no puedo alejarme también de ti.
Hace puchero y niego con la cabeza.
- Tu vida vale más que un polvo.
- Y ¿Por qué un polvo?
- porque es lo único q haríamos si llegamos a besarnos, y besarte se ha vuelto inevitable.
- Bueno... Y ¿si son dos?
- Lluvia Sampson ¿qué he hecho contigo? Acabas de tenerme ¿cómo puedes pensar en dos veces más?
Ríe y besa mis labios.
Me alegraba verla feliz en medio de tanto caos. Al menos yo le traía algo de paz.

Lluvia [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora