Lluvia
La ilusión me llenó los ojos. Por fin lo había dicho, lo había aceptado en el momento justo y yo no podía hacer otra cosa q llorar sin control.
Caminamos dentro de la discoteca como en una nube, supongo q ninguno d los dos se creía lo q estaba pasando.
Esta vez bailamos juntos, sin ninguna distracción como Aiden, amándonos sin limitaciones o adversidades.
David había sufrido mucho, primero sus padres, luego la mujer que amó tanto y luego yo destruyendo la barrera que tanto le costó construir.
Se obligaba a sí mismo a pensar en la vida, el amor o el mero hecho de existir como una tortura que no deseaba sentir más, pero fue él mismo quien me hizo comprender lo hermosa que puede ser la lluvia a pesar de todo, quien me hizo recordar quien era y qué quería hacer realmente.
Él sufrió mucho, pero esta vez me encargaría de que no fuese así.
- ¿Sabes que te amo?
Comentó provocándome un ataque de risa.
- ¿Sabes lo lindo y raro que te ves así?
- Así como?
- Así, sin el vestuario negro, la risilla experimentada, el misterio en tus ojos, como si ya no odiaras tanto la vida.
- Bueno… eso es un tema que discutiremos otro día, no quiero arruinar la noche ya que siempre que debatimos uno de los dos termina lastimado.
- Lo sé, somos ambos demasiado tercos.
Sonreímos y nos besamos.
-Voy al baño, espérame aquí.
-Vale.
Acepté y me acerqué a Nila quien bailaba ferozmente en medio d la pista.
-¡Lluvia te estaba buscando! Vamos a por un trago para ti.
-No, debo esperar por David.
Cruza sus brazos sobre el pecho.
-David es hombre, deja q él te encuentre. Diviértete y olvídate de David.
Reí para mis adentros recordando a Lucas y la seguí hasta la barra. Él habría dicho exactamente lo mismo.
- ¿Así que se han hecho amigas?
Preguntó David regresando.
- Así es, muy parecida a Karla, por cierto.
- Dime algo que no sepa.
Comentó y reímos.
- Me encanta volver a verte Nila pero debo llevarme a Lluvia.
- ¿A dónde?
Pregunté sin entender
- Ya lo verás.
- Sí, no sé preocupen, vayan tranquilos.
Dijo sonriente y salimos de allí....
- Pensé que habías olvidado cómo beber alcohol.
- Bueno... ya que he superado tantas cosas, el miedo a emborracharme otra vez no podrá conmigo.
Rió cerca de mi labios.
- Me alegra escucharlo.
- ¿Me amas?
Pregunté de camino al lago
- Te amo.
Pronunció derritiéndome
- ¿Cómo?
Insistí queriendo escucharlo otra vez.
- Te encanta escucharlo ¿no?
- ¿Sabes cuánto he esperado para que lo digas?
- Lo sé y lo siento. No debí presionar para arreglarte si ni yo mismo podía hacerlo.
- Calla. Haz hecho demasiado por mí. Mereces ser feliz pero a tu tiempo, no tenías que presionarte también.
- ¿Sabes que te amo?
Sonreí
- No, no lo sé.
- ¿Ah no?
- No.
Me abrazó apretándome fuerte.
- Entonces tendré que hacer algo para arreglarlo.
Me besó nuevamente arrastrándome a ese estado endormecedor que lograba crear. Esa sensación de que nada era más importante.
Nuestros cuerpos se dejaron caer en el suelo a orillas del lago, que aunque no fuese nuestro Oberreitnau, se sentía tan especial como él mismo.
Las manos de David me acariciaban delicadamente pero con firmeza.
Adoraba sentirle así, tan desesperado por tenerme.
Esta vez se sentía diferente, más expuesto, más intenso.
Quizás era que por fin nos amábamos sin nada que temer pero se sentía incluso superior a la primera vez.
David era magia, mi magia. Arregló mis desperfectos mientras yo arreglaba los suyos. Éramos los juguetes reparados, esos que los niños dejan olvidados en el ático, esos en los que nadie cree ni es capaz de ver ternura pero nosotros disfrutábamos serlo. Amábamos ser imperfectos, olvidados. Así podíamos vivir lejos de todo y todos los que prefieren la perfección, lejos de los desastres y las lágrimas, lejos de los miedos porque ya habíamos pasado por eso y nada podía volvernos a dañar.
Nuestros cuerpos podían ser piezas independientes pero nuestra alma era una sola. Un solo sentimiento emergía de nuestro interior.
Nos amábamos.
Amábamos cada cicatriz lastimada, cada distorsión superada. Amábamos nuestros errores, nuestros defectos incluso más que las virtudes porque como una vez alguien dijo: para que la luz brille más intensa, necesita de la oscuridad más siniestra....
Desperté en mi habitación sin entender absolutamente nada.
Miré a mi alrededor buscando su cuerpo en algún rincón pero solo encontré una nota en la mesilla de noche.>>Anoche sentí amor, ese que conocí con Karla y aprendí a vivir contigo. Agradezco que estés en mi vida y no te rindieras al querer sanarme. Te amo, nunca lo olvides, te amo demasiado, Lluvia.
David<<
La felicidad me recorrió el cuerpo. Podía ser tan cursi cuando quería.
Miré el reloj a mi lado y eran más de las diez de la mañana.
¿Cómo es que he dormido tanto tiempo?
Me arreglé y salí en su busca pero no lo encontré por ninguna parte.
Nadie sabía en dónde encontrarle y comencé a preocuparme.
Algo me decía que estaba en peligro, que no había simplemente salido del campamento…
Por alguna extraña razón la imagen de aquellas fotos viajaron a mi mente…
David estaba en la lista, mi padre saldría libre por falta de pruebas.
¿Podría estar aquí?
Corrí al jardín al que nadie iba buscándole y una idea loca aterrizó en mis pensamientos… mi padre era psiquiatra, muchas veces atendía a personas cercanas en la casa, cualquiera podría haber puesto aquellas fotos allí para inculparlo…
¿Sería posible que aquella otra persona tuviera algo que ver en esto?
Mi padre había atendido a un hombre durante tres años, un hombre conocido del que nadie nunca desconfiaría.
Lo había visto cerca de mi familia, de mis amigos, de … David.
¿Cómo no pude darme cuenta?
No podía estar pasando.
Las palpitaciones de mi corazón aumentaban en cada paso agitando mi respiración.
¿Dónde estaba David?
Él no podría, no le haría daño… no podía hacerlo…
Una daga filosa me atravesó el pecho cuando lo encontré, las lágrimas ni siquiera salían, y el dolor crecía incontrolablemente por todo mi ser.
Era él… en uno de los bancos de piedra.
Haddad, el jodido prefecto lo apuñalaba ferozmente con un cuchillo en medio del pecho.
- No!
Grité con todas mis fuerzas
- ¡¿Por qué lo haces?!
- Debe morir, debe morir, todos deben morir…
Repetía constante sin importarle mi presencia
- ¡Para!
Le ordené sosteniendo sus manos.
Cualquier rastro de cordura había abandonado sus ojos, me miró enojado, girando su cabeza para hacerlo.
- ¡Tú también morirás!
Amenazó abalanzándose sobre mí.
Agarré sus manos como pude tratando de evitar un corte.
Él gruñía con rabia sobre mi cuerpo mientras yo forcejeaba, me di la vuelta intentando controlar la situación y desafortunadamente el cuchillo terminó en su estómago impidiéndole moverse.
Me levanté apresurada y grité por ayuda. Era incapaz de alejarme de David, no podía dejarle…
- Resiste, amor, todo va a estar bien.
Le hablé a un cuerpo ya sin vida. Le abracé lo más fuerte que mis brazos me permitieron y lloré, grité y lloré tan alto que no tardaron en escucharme.
Gotas de lluvia comenzaron a caer sobre nosotros recordándome tantos momentos.
Le miré a los inexpresivos ojos, no merecía esto, no tenía la culpa de nada y debía ser feliz, después de tanto dolor merecía ser feliz.
- Te amo, te amo, te amo…
Repetí y repetí hasta que el llanto me impidió seguir hablando.
El gran cúmulo de personas petrificadas se acercaron pero no me importó… lo besé en los labios, en la frente, en las mejillas, en las manos, lo besé en cada parte expuesta de su piel porque sabía que pronto no podría hacerlo. No dejé de abrazarle ni un solo segundo. No dejé de llorar ni un instante…
Le amaba, le amaba más que a nada en este mundo y me lo habían arrebatado.
Comprendí su dolor, recordé a Karla, a su profundo amor por ella, a su miedo a enamorarse y supe que jamás podría olvidarle…
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Lluvia [FINALIZADA]
RomanceNunca sabes lo que la lluvia puede traer, como puede comportarse, si calmada y agradable o agresiva y tormentosa. Nunca sabes lo que puede pasar mañana, la muerte, la vida, la felicidad o quizás con un poco de suerte, te encuentre la lluvia.