Intentar convencer a mis padres fue un estrepitoso fracaso. La fiesta. La fiesta más esperada de todo el puto mes y yo no iría por estar castigada.
Por supuesto que no dejaría de ir. ¿A quién engaño?
Mi vestuario se componía de unos pantalones anchos, altos y rotos con pequeños dobleces en las puntas de las piernas, una camiseta negra muy apretada de tiras finas y escote recto, y finalmente unas botas también negras.
Maquillé mis labios con grueso aunque transparente brillo labial, delineé ambas líneas de los parpados de negro combinado con rosa salmón, utilicé la máscara de pestañas para darle un poco de personalidad a mis grandes ojos verdes, mientras que desistí de agregarle tonalidad a la parte superior del parpado, me agradaba justo como estaba y mis tupidas cejas se defendían por sí mismas sin necesidad de pintarlas.
Miré mi reflejo satisfecha. Tomé mi celular y me dispuse a salir, bajé silenciosa las escaleras y desaparecí tras la puerta principal.
¡Por fin libre!
…David
No recuerdo la última fiesta en la que estuve. Hacía tanto que no salía que ya ni sabía cómo vestir en este tipo de eventos. Tomé de mi armario lo primero que encontré y salí en dirección a la casa de Chantal, ella era una chica bastante amable, no iría de no ser porque se tomó la molestia de invitarme personalmente hace unos días. Mi tío insistió en que saliera, que hiciera un poco de vida social, y aunque había aceptado no tenía ni la menor disposición por conocer o hablar con gente, no desde que…
Sacudí mi cabeza alejando cualquier pensamiento hiriente y seguí mi camino.
Aún eran las 10:30pm y la casa rebosaba euforia. Se podían escuchar los gritos enardecidos de toda la muchedumbre compuesta por estúpidos adolescentes hormonales. El pensamiento de abandonar el lugar me invadió por un segundo sin embargo, una silueta conocida en medio de la oscuridad por alguna extraña razón me detuvo.
Ingresé lentamente hasta llegar a una mesa que parecía ser el único sitio donde había un poco de tranquilidad. Ver el pequeño balde de ponche sin alcohol intacto sobre el mueble me hizo saber el por qué tan vacío.
-¡David! Qué bueno que decidiste venir. Necesitas conocer gente, a penas sabíamos que existías hace unos días. Diviértete.
Le sonrío sardónico al escucharla mientras se va dándome unas palmadas en el hombro. Chantal fue amable, sin embargo, no empatizaba mucho con ella.
-¿Sueles sonreír tan falsamente a todo el mundo, David?
Escucho una voz y me giro a su encuentro.
-Al menos no me escabullo durante las horas más siniestras de la noche en el despacho de un prefecto escolar.
Me dedica una mueca de ojos encerrados.
-Muy gracioso. ¿Qué haces acá? ¿No se supone que eres un fantasma?
-¿Ahora bromeas tú?
-Como sea.
Comenta y me sorprende al verla servirse del ponche.
-¿No bebes? Pensé que eras de esas adolescentes alocadas que aman el peligro, beber y meterse en problemas.
-¿Beber un poco de ponche me saca de las chicas de esa lista? Creo que eres demasiado superficial, David. Los estereotipos no son cosas que me interesen. Creer a simple vista como es una persona sin conocerla me parece muy estúpido, la verdad.
-Se llama conductismo, Lluvia, pero sí, puede que tengas razón sin embargo, creo que es error de todos suponer cosas de los demás a simple vista. Tú misma me creíste capaz de delatarte sólo porque estuve allí aquella noche, y me consideras un fantasma sólo porque tus perfectos ojos grandes no habían sido llamados por mí hasta cierto momento.
-Vale, creo que te debo una disculpa. No fue mi intención ofenderte ni mucho menos crearte un estereotipo apresurado. Sin embargo, tuve razones para creerte delator, en cambio, ¿tú qué tienes?
-Tu forma de vestir habla por sí sola. Te crees rebelde, dueña de tu vida y actos, odias que te confundan con alguien débil, tomas ponche seguramente por alguna mala experiencia reciente con el alcohol y usas la ironía, la hipocresía y el sarcasmo como método de defensa en cada situación que atraviesas.
Arruga las cejas ligeramente.
-¿Y todo eso lo sabes por mi ropa?
-No, lo sé por lo poco que conozco de ti. No eres lo que aparentas ser. ¿A qué le temes, Lluvia?
-¡Vi!
Grita como loco su amigo gay abrazándola de lado.
-¿Nos vamos? Necesito bailar, bitch.
-Sí, mejor vamos.
Comenta algo confundida. Su reacción no hace más que confirmar mis sospechas. ¿Quién eres en realidad, Lluvia? ¿Y por qué lo ocultas?…
De un instante a otro Lluvia había captado mi atención enérgicamente. Tenía ya unos minutos mirándola, analizando cada movimiento suyo y estaba seguro de que esa chica escondía algo más que secretos de fiesta. Algo me decía que actuaba, que no era tan díscola como parecía ser, tan superficial, egocéntrica y básica como la mayoría de sus amigos. ¿Por qué Lluvia? ¿Por qué escondes tu verdadero yo?
Pareció responder mi pregunta al girarse encontrando mis descarados ojos. Sonrió falsamente y sacó el dedo corazón como muestra de lo mal que le sentó que la estuviera mirando. Quise reír descontroladamente pero me contuve y le respondí igual.
Lluvia bailaba como si fuese la única dentro del salón, como si fuese su lugar favorito en el mundo y jamás pudiese volver a bailar. Agitaba con cada giro su cabello negro cayendo a ambos lados de su cintura. Era extraordinariamente bella pero estaba bastante seguro de que ella no era capaz de verlo… o usarlo…
Me extrañó que no parara de grabar con su teléfono cada cosa que hacía pero me distraje al verla caminar en mi dirección acuciante, esperando llegar para gritarme como de costumbre pero, no lo hizo, tomó el vaso plástico que sostuve sabe dios por cuanto tiempo en mis manos y bebió un poco para dejarlo sobre la mesa solitaria. Haló de mí hasta la supuesta pista y sonriendo habló:
-Es hora de que nos llevemos mejor, idiota.
…
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Lluvia [FINALIZADA]
RomanceNunca sabes lo que la lluvia puede traer, como puede comportarse, si calmada y agradable o agresiva y tormentosa. Nunca sabes lo que puede pasar mañana, la muerte, la vida, la felicidad o quizás con un poco de suerte, te encuentre la lluvia.