- Es tarde.
- Lo sé.
- ¿Es que no piensas regresar a tu casa?
- si pudiese no regresaría nunca.
Arruga las cejas y me pregunta
- ¿Por qué dices eso?
- Mi familia es complicada. Mi padre lo supervisa todo y mi madre es la sumisa que siempre está de acuerdo con él, mientras que yo...
- Eres la rebelde que cada vez que puede escapa de su realidad o se divierte haciéndolos enfurecer con cosas que quizás ni siquiera te gustan.
- ¿Seguirás adivinándolo todo? ¿O puedo pensar libremente sin sentir que leerás lo que tenga en la cabeza?
Sonríe y saca un cigarrillo de sus bolsillos. Lo enciende con una mini fosforera y la guarda a la vez que le da una calada al cigarro.
- Eres algo predecible después de todo.
- Y eso es bueno o malo.
- Mmm... Si nadie más que yo puede leerte es bueno, pero si alguien más te descubre eso sí sería malo.
- ¿Malo para quién? ¿Para mí?
- No, para mí, desde luego.
- No entiendo. ¿Qué tiene que ver eso contigo?
- Me gusta descifrarte, a ti no te gusta que los demás sepan cosas de ti pero te sorprende que yo pueda hacerlo y en el fondo disfrutas que alguien comprenda cómo te sientes
- Vale... Tienes razón, pero no responde mi pregunta.
Para sus pasos y me mira fijamente después de soltar el humo.
- Simple, no quiero que disfrutes con nadie más.
Vuelve a inhalar de su cigarrillo y continúa caminando mientras yo me quedo atrás algo confundida.
- ¿Qué pasa? ¿Te quedaras ahí toda la noche?
Me acerco y tomo el cigarrillo de su boca para inhalarlo yo, llenándome de valor para preguntar:
- ¿Yo te gusto, David?
Él medio sonríe y vuelve a tomar el cigarro.
- Gustar es una palabra muy grande, Lluvia.
Se acerca unos centímetros a mi rostro mientras miro de sus labios a sus ojos y viceversa incontables veces.
- Digamos que me interesas.
Habla demasiado cerca. Calentando mi rostro con su aliento a cigarrillo y chicle de menta.
- ¿Hay alguna razón en especial?
Mira hacia arriba intentando encontrar la respuesta.
- Si la hubiera no sería interesante.
Se acerca tanto que casi rosa mis labios, sin embargo se aleja y coloca lo que queda del cigarro entre mis labios.
Le doy una última calada y lo tiro al suelo.
- ¿Cómo puedes decir algo así tan tranquilo?
- ¿qué tiene de grave? Cuentas claras...
- Sí, ya sé, ya sé, pero no acostumbro a oír ese tipo de cosas, es raro estar aquí, ni siquiera conozco esta calle.
- Si acostumbraras a oír este tipo de cosas, a visitar estas calles, si fuese normal estar aquí con cualquiera, tampoco estarías interesada en mí.
- ¿Y que te hace pensar que estoy interesada?
- Por favor, dejemos las mentiras para la gente básica y normal. Nosotros somos diferentes...
Vuelve a parar y me toma de la cintura pegándome a él.
- Incomprendidos.
Toca con su pulgar mi labio inferior y cuando realmente creo que va a besarme se aleja de nuevo sonriendo
- y esa expresión, lo dice todo.
Se refiere a mi cara esperando un beso y decepcionada al no tenerlo.
- Eres un idiota.
- Buenas noches, intrusa.
...
David
Aquella noche había comprobado mi gran interés en Lluvia. Odié cuando el asqueroso cuerpo sudado de Aiden se le acercó en medio de la pista y amé cuando admitió que estar conmigo la calmaba... Incluso disfruté cuando sus labios se abrieron suplicando un beso.
No había sentido algo así desde Karla y aunque jamás podría reemplazarla, Lluvia no estaba muy lejos de lo que un día sentí con ella al inicio de todo.
- ¿Sigues molesta?
Pregunté a la chica de adusto rostro en la escalerilla de la biblioteca mientras apilaba unos libros.
- ¿Por qué lo estaría?
- No lo sé. Dímelo tú. ¿Por qué estas así?
Termina con el último libro dándole un fuerte golpe sobre el estante
- ¿Enserio tengo que responder?
- ¿Acaso te hice algo yo? Recuerdo que más bien... No hice nada.
Ella aprieta los labios y baja quedando en el suelo a unos centímetros más abajo de mí.
- Exactamente.
- ¿Estás diciendo que si te beso dejarías de estar molesta?
Bufa y se aleja de mí.
- Como si fuera tan fácil.
La sigo y se para en medio de uno de los pasillos entre los estantes.
- Ni siquiera quería un beso.
- ¿Ah, no?
- No.
Me le acerco buscando molestarla aún más
Ella predeciblemente retrocede hasta dar con la pared
- ¿Que haces?
- Darte lo que quieres.
- No quiero nada, David, por favor ¡aléjate!
Comenzaba a gustarme molestarla, escucharla negar lo que sí quería. Lluvia era realmente extraña, a veces me hacía creer que podía descifrarla, y a veces como ahora sentía que podía dominarla, que conocía cada reacción que tomaría como si lo hubiese hecho alguna otra vez.
- Tus ojos no dicen lo mismo. Tendrán que ponerse de acuerdo ¿no?
La atrapo sin dejarle salida y la aprieto a mí como el viernes.
- ¿Cómo estuvo tu fin de semana?
- ¿crees que es momento para preguntar eso?
Me acerco a sus labios y deposito un pequeño beso sobre sus labios sorprendiéndola
- ¿Qué haces?
- Por ahora sólo puedes tener eso.
Intenta zafarse pero no la dejo.
- Mírame.
Ella continúa con su plan de huida pero le hablo tan serio como soy capaz.
- Mírame, Lluvia.
- ¿Qué?
Pregunta aún algo molesta
- Estoy hablándote enserio. Me interesas muchísimo. Eres algo rebelde pero intentaré domarte.
- ¿Y por qué crees que yo no hablo enserio?
- No es que lo crea, es que lo sé, no tienes que negarlo u ocultarlo. No soy uno de esos muchachos hormonales que sólo piensan en sexo y hacen daño. Soy yo, el idiota que ni siquiera sabias que existía. Lo que te conté no fue una historia barata para ligar.
- Lo sé... No te conozco pero sé que no eres así.
- ¿Entonces? ¿Por qué te escondes? ¿Por qué disfrazas de ira lo que comienzas a sentir por mí?
- No lo sé... Es extraño... No acostumbro a comentar mis sentimientos.
- Ya te he dicho que si lo acostumbraras a hacer no te interesaría.
- Puede ser.
- quiero descubrirte. Deseo entender cada parte de ti. Lo necesito.
- No sé si quiera eso. Temo que alguien pueda descifrar lo soy por completo... dejaría mi vida en sus manos y ese es un riesgo que no sé si pueda soportar.
- Es algo normal sentir miedo. Es parte de nuestra naturaleza ¿pero qué tiene de especial vivir sin adrenalina, sin miedo?
- La risa vale tanto porque existe el llanto...
Recordé haber escuchado esa frase en el establo. Ella tenía razón, la vida valía porque existía la muerte, una sin la otra no tenía sentido. No se podía vivir temiéndole. No podía vivir con miedo a lo inevitable, no podía desperdiciar la vida en la tranquilidad de cuatro paredes sin sentir cada deseo palpitante del cuerpo. Lluvia debía soltarse, enfrentarse a sí misma y al parecer, aguantando el dolor que producía siquiera considerarlo, yo también.
- Exacto.
Le acaricio la mejilla con la mano libre.
- Eres tan diferente.
Ella baja la vista y se sonroja.
Yo la tomo de la barbilla y le sostengo la mirada.
- Debes confiar en mí... Abrirte... Hacer lo que sientas sin temer nada.
- Es difícil. Me estoy sintiendo extraña ahora mismo.
- No tienes por qué. Pero te entiendo... Yo siento lo mismo. Sólo te pido que como yo, te desahogues y me hagas saber cómo estás.
- es que no lo sé... Siento que te conozco desde hace más tiempo del que pudiera recordar... Que por más que lo intente no puedo parar de mirarte a los ojos... Que quiero besarte... Me digo a mi misma que no, que no está bien pero una atracción distinta a la física me atrae a ti... Más de lo que imaginas.
Expuso para mí y me sentí afortunado al escucharla. Lluvia había creado una versión fuerte de sí misma que poco a poco yo estaba derrumbando y ahí en su momento de sinceridad, de debilidad hermosa, la besé.
...La besé... repetí unas cuantas veces en mi cabeza para creerlo.
La besé con todas las ganas que hacia tanto estaban guardadas.
Ella pareció notarlo y se dejó llevar por la inocencia.
Entrecortamos nuestras respiraciones suplicando más.
Esto no era sólo interés...
¿Acaso Lluvia me gustaba?
Dejé de pensar... De hacerme estúpidas preguntas y comencé a disfrutarla, a beber de su pureza.
La apreté a mi cuerpo y la besé vorazmente.
Ella sostuvo sus manos de mi cabello con fuerza.
A mis manos ya no les interesaba la cintura pero era muy rápido... Demasiado rápido como para tocar más allá.
Lluvia dejó escapar un gemido entre mis labios obligándome a sentirme excitado.
¿Qué estaba haciendo?
¿Qué estaba sintiendo?
Tomé su rostro en ambas manos y me aparté por miedo a cometer algo de lo que me arrepintiese o la hiciera arrepentir a ella, sin embargo en la mirada de ninguno de ambos existían el remordimiento o la castidad. Lluvia era puro fuego paradójicamente, y yo amaba sumirme en las llamas.
- ¿Por qué paras?
Preguntó en un suspiro.
Lo mismo me pregunté ¿Por qué paraba si solo deseaba seguir besándola?
La tomé de la cintura y la subí en una de las mesas a mi derecha.
La besé con aún más ganas, sosteniendo lejos, sin fuerza, la idea de ir más allá.
Era demasiado rápido... Demasiado arriesgado.
Pero...
¿Por qué seguía?
¿Por qué me era tan difícil alejarla?
¿Por qué sentía que si paraba moriría en el intento?
Esta vez fueron las manos de lluvia las que apretaron mi cuerpo.
Estaba como yo... Exactamente con la misma intensidad que yo y eso sólo aumentaba mis deseos.
La campanilla pequeña de la puerta tintineó alertándonos.
Alguien estaba en la biblioteca.
Lluvia dio un salto medio asustada alisando su ropa.
- ¿Estas bien?
Pregunté en voz baja.
- Lo estoy.
Comentó algo tímida enrojecida.
Lucía tan hermosa avergonzada que no pude hacer más que sonreír.
...
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Lluvia [FINALIZADA]
RomanceNunca sabes lo que la lluvia puede traer, como puede comportarse, si calmada y agradable o agresiva y tormentosa. Nunca sabes lo que puede pasar mañana, la muerte, la vida, la felicidad o quizás con un poco de suerte, te encuentre la lluvia.