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Él aparece tras la puerta y ni siquiera me da tiempo a detallarle porque me toma de la parte trasera del cuello para besarme.
Empuja de mí dentro de la habitación y cierra la puerta.
Presiona mi cuerpo contra ella besándome justo como aquel día solo q esta vez lleva un poco d tristeza... Un poco d añoranza por parte d ambos.
- David, necesito q me digas por qué...
- Ya, para, para d hablar porque ahora lo q menos quiero es eso.
- Pero...
- Pero nada, Lluvia. Deseo tu boca y no voy a parar de besarla hasta q m canse.
Es lo último q escucho antes d q estampe sus labios sobre los míos haciendo d ellos una mezcla enardecedora.
La respiración entre ambos es un completo desastre.
Él toma mis muslos haciéndome rodear su cintura con las piernas.
Camina de espaldas hasta su cama y se sienta dejándome a horcajadas sobre él.
Encierro en un puño su cabello y con la otra mano aprieto su hombro derecho.
Sus manos viajan a mi espalda haciéndome estremecer.
Se deja caer de espaldas dejándome encima sin saber q hacer.
Sólo le beso...
- Lluvia...
Suspira mi nombre y sostiene mi barbilla para alejarme.
- Vas a volverme loco, intrusa.
Vuelve a sentarse dejándonos en la anterior postura y sonríe con los ojos cerrados.
Se ve tan lindo q no puedo evitar sentir ternura.
Nunca me había fijado en su rostro.
Es de esa piel blanquísima que se envidia, cejas tupidas y pestañas largas, su cabello es casi tan oscuro como su ropa y sus labios son tan perfectos como sus dientes.
Abrió los ojos dejándome apreciar la oscuridad en ellos... Había una expresión siniestra a parte de la tonalidad.
- ¿Qué haces aquí?
Preguntó como si nada.
- Vine a verte porque no aparecías.
- Estuve un pelín ocupado.
- ¿Haciendo qué?
- Pensando.
- ¿Pensando qué?
- son muchas preguntas, intrusa.
- En realidad sólo enfoca a una sola.
- ¿A ver?
- ¿Por qué te alejaste de mi tanto tiempo?
Su cara pierde la sonrisa y vuelve a dejarse caer sobre la espalda.
- No lo sé.
- ¿Es enserio?
- Lo es.
Me acerco a su rostro y lo tomo por la parte inferior de su barbilla obligándole a mirarme.
- Me dices que haga lo q sienta, q no es algo malo ni d q avergonzarse, me besas, me haces sentir más de lo q jamás sentí en unos segundos y ¿te alejas? No lo entiendo, David.
Saca un cigarrillo de sus bolsillos y lo enciende dejando la caja y la fosforera sobre la mesilla de noche.
- Yo... Lo sé... Sé lo q dije e hice, sólo q no imaginé que fuese tan fuerte.
- ¿El qué?
Sonríe y me da un pequeño beso para luego expulsar el humo inhalado.
- Me gustas.
Por un momento pierdo la respiración.
- ¿No decías q era una palabra demasiado grande?
- Lo es... Definitivamente lo es.
- Estas diciendo...
- Sí, lluvia, estoy diciendo q me gustas mucho y q no pensé sentir lo q sentí.
- ¿Estás seguro?
- Lo estoy... No lo pude entender rápidamente y por eso me alejé... Necesitaba pensar... Pero ahora lo sé, inexplicablemente ese beso o más bien cada vez que te beso pierdo el sentido, el rumbo de lo q estoy haciendo y sólo pienso en una cosa.
- ¿Qué cosa?
- No es apta para menores.
Medio sonríe y yo enrojezco. Tomo de un jalón el cigarrillo y fumo relajándome.
- ¿Y cómo has sabido donde vivo?
- Tu tío... Que por cierto no tenía entendido q fuese nada menos ¡q el señor Haddad!
Ríe y toma de regreso el cigarro.
- No tuve oportunidad de decirte.
- ¿Cómo no?
- ¿Es tan importante?
- No pero no me lo esperé.
- Bueno, ya lo sabes.
- ¿Así q eres un Haddad?
- Exactamente, señorita Sampson.
- ¡Ay no! Me haces recordar a tu tío.
Reímos
- ¿Yo te gusto Lluvia? O ¿solo te intereso?
- Sabes perfectamente la respuesta. Incluso la supiste antes de hacerte la misma pregunta.
- ¿Puedo confiar en ti?
- Eso tendrás q descubrirlo tú.
Tomo lo que queda del cigarrillo, inhalo lo último y lo lanzo al cubo de basura repleto de cigarrillos que hay justo al lado de la cama.
- Pensé q la decoración de tu cuarto seria dark o algo así.
- Tu misma dijiste q los estereotipos no existen.
- Pues sí, pero no imaginé tanto color. Aún debo conocer muchas cosas de ti.
Parecía incluso un cuarto normal de chico normal. Amplio, blanco y bastante limpio con adornos de diferentes colores. Tenía un escritorio en una esquina y en la otra cercana había un estante repleto de libros. Al frente las otras dos esquinas las llenaban su cama y armario.
- ¿Así que me necesitas?
Pregunta burlón
Le miro recelosa.
- solo lo dije para que abrieras la puerta.
- Claro.
- ¡Qué malo eres!
Había algo de locura en mi vida, una especie de código sinsentido que nadie notaba o quería ver, sin embargo David lo hizo, él podía ver a través de mi fachada, lucía tan simple para él hacerlo que me sorprendió, claro que lo hizo, ni yo misma había intentado descubrirme y comenzaba a entender junto a él. Abrió mis ojos, supe que mi padre no merecía que cambiase como soy para intentar molestarlo, yo valía mucho más y no podía temer a que alguien otra vez me lastimase porque no lo permitiría... eso jamás volvería a pasar. No podía vivir asustada, protegiendo lo que quizás no estaba amenazado, así como él comenzaba a entender, aunque no lo admitiera, que la muerte siempre estaría ahí, pero no podía vivir pensando en ella, sino en lo que haría antes de que pudiera acercarse.

Lluvia [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora